La Revolución agrícola y la primera revolución demográfica
En la primera mitad del siglo XVIII, los primeros signos de la segunda etapa demográfica aparecieron en ciertos países de Europa, especialmente en Inglaterra; las tasas de mortalidad comenzaron a descender de forma permanente y las fluctuaciones de la población a corto plazo desaparecieron para dar paso, por primera vez en la historia, a un crecimiento estable. De una enorme tasa de mortalidad media de un 35 a 40 por mil en las sociedades tradicionales, la tasa en Inglaterra bajó a un 30 por mil en 1760-1780 y se situó en un 25 por mil a comienzos del siglo XIX. La tasa de crecimiento anual de la población alcanzó y sobrepasó el 0,5 por ciento durante los primeros años de esta etapa, para acercarse al uno por ciento en los dos siglos siguientes, lo que equivalía a doblar la población cada setenta años, mientras que anteriormente para duplicar la población mundial habían sido necesarios cerca de dieciséis siglos desde el principio de nuestra era. (...)
Veamos ahora que parte tuvo la agricultura, o más bien la producción alimentaria, en esta revolución demográfica.
En primer lugar, debe hacerse una clara distinción entre la causa predominante de la mortalidad en el siglo XVIII y las causas de esa disminución en los dos siglos siguientes. Desde los últimos años del siglo XVIII en Inglaterra y un poco más tarde en los demás países europeos, los avances de la medicina incestionablemente salvaron la vida de un número creciente de noños y adultos. Pero en el decurso de las primeras décadas del siglo XVIII el panorama fue cambiando. El nivel de la medicina era tan bajo y tuvo un progreso tan lento hasta el tercer cuarto de este siglo, que no podemos esperar que explique los cambios demográficos que se presentaron. (...)