4. Monogramas

 

“Monograma” es un término genérico utilizado para designar un signo o motivo formado generalmente por varias letras entrelazadas que aparece en las monedas en una ubicación más o menos establecida. La interpretación de los que aparecen en las monedas grecobactrianas e indogriegas constituye uno de los problemas más complejos de esta parcela de la numismática griega. En este ámbito los monogramas son numerosísimos, si bien no aparecen hasta las emisiones de Eutidemo. Figuran siempre en el reverso, tanto en las acuñaciones de patrón ático como en las de patrón indio, y en ocasiones el mismo signo aparece en las monedas áticas e indias emitidas por un mismo soberano.

 

Agatocles. Plata circular. Tetradracma ática. Retrato de Agatocles / Zeus Hecatéforo (?) de pie y con cetro alto. El monograma se distingue claramente en el reverso, entre la leyenda con el nombre del soberano y la figura de Zeus, debajo de la imagen que éste sostiene con la mano derecha.

Imagen extraída de www.historicalcoins.com

 

Son muy diversas las hipótesis formuladas a propósito de su significado y función, desde marca de un magistrado -sea éste un magistrado cualquiera, un magistrado monetal o el jefe del taller emisor-, de ceca -con referencia a una ciudad concreta- o de “officina” -si existen varias “officinae” en una misma ceca-, hasta emblema del soberano que emite la serie o fecha de la emisión, pasando por marca del grabador, número de la serie, número del cuño o número del molde si la moneda es fabricada no por acuñación sino por fusión. El problema se agudiza si tenemos en cuenta que resulta muy difícil restituir un monograma incompleto, y eso suponiendo que podamos afirmar que lo está: a priori no se sabe la forma que puede presentar, no es posible restituirlo como si del texto de una leyenda se tratase, y puede interpretarse como un signo lo que no es sino una mella o un trazo de corrosión.

 

Algunos de los diferentes monogramas que figuran sobre las monedas grecobactrianas e indogriegas

 

Muy pocos estudiosos han interpretado los monogramas como emblema de un soberano o como elemento de datación. Así, aunque con reservas, Tarn creyó posible descomponer en las letras DIO el monograma que figura sobre una moneda de Diodoto, y Narain intentó relacionar con Agatocles el que aparece en ciertas piezas de Taxila. Por otra parte, el mismo Tarn interpretó las letras griegas PMZ (rho, my, dseta) que figuran sobre una tetradracma de Platón con su valor numérico 100 + 40 + 7, identificó esta cifra 147 con el año de la Era Seléucida, correspondiente a 165 a.C., y justificó la adopción del sistema cronológico de un reino ajeno y, en ocasiones, enemigo basándose en su particular -y, en ocasiones, novelesca- reconstrucción de la historia de los griegos en Bactriana. Sin embargo, en una pieza idéntica figuran en el exergo las letras MZ -la P no se distingue- y además, a la derecha del campo, un monograma. Ello evidencia la necesidad de no confundir con monogramas propiamente dichos letras como las de los casos citados o como las griegas gamma y alfa que figuran en las emisiones de Demetrio y Menandro respectivamente y cuyos valores numéricos (3 y 1) podrían hacer referencia al año de reinado de cada uno. Incluso aparecen letras del alfabeto jaroshti en las series de los últimos soberanos indogriegos (Apolodoto II, Estratón, Zoilo, Apolofanes, Hipostrato, Hermaios).

En general, la mayoría de los autores se inclinan por relacionar los monogramas bien con las cecas donde se acuñan las monedas que los portan, bien con los nombres de magistrados monetales bajo cuya autoridad aquéllas son acuñadas. Los intentos de relacionar monogramas y cecas han desembocado en resultados contradictorios: de ser así, soberanos considerados contemporáneos y además enemigos habrían acuñado en una misma ceca piezas de calidad técnica y artística muy diferente, y algunos de los indogriegos, de limitado poder y reducidos dominios territoriales, habrían acuñado en tantas ciudades como el propio Alejandro. En cuanto a su identificación como firma del magistrado monetal o del grabador, cierto es que éstos figuran sobre las acuñaciones de Seléucidas, Antigónidas y partos (estas últimas por su herencia seléucida), pero argumentos tales como la posible existencia de magistrados homónimos o el carácter tal vez hereditario del cargo no terminan de explicar la aparición de un mismo monograma en monedas acuñadas por soberanos demasiado alejados en el tiempo como para que aquél se refiera a un mismo individuo, o por monarcas considerados contemporáneos que parecen estar enfrentados. Incluso se ha apuntado la posibilidad de que no todos los monogramas se refieran a una misma realidad, y que unos representen el nombre de una ceca, otros el de un magistrado, etc. De hecho, algunos autores los interpretan de un modo genérico como “marcas de control”. Como quiera que sea, recientemente una autora ha resumido la cuestión en una frase un tanto socrática pero muy elocuente: “de los monogramas no se sabe más que una cosa: que no se sabe nada seguro acerca de ellos”.

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