Te lleva a la página de inicioLOS BARRACONES DE CULTURA.NOTICIAS SOBRE LAS ACTIVIDADES EDUCATIVAS DE LOS EXILIADO ESPAÑOLES EN LOS CAMPOS DE REFUGIADOS

 

J.Ignacio Cruz, Universidad de Valencia

REDER, Red de Estudios y Difusión del Exilio Republicano

 

     La historia del exilio republicano español de 1939, ha sido objeto de diversos estudios y análisis. El éxodo final de la Guerra Civil fue un hecho histórico de gran importancia. Fue una de las consecuencias mayores de la Guerra, supuso la movilización de más de 500.000 españoles y ha supuesto una herida abierta en la sociedad española, que sólo el paso de los años ha ido cicatrizando poco a poco. El exilio comenzó pronto. En fecha tan temprana como septiembre de 1936, el empuje de los ejércitos mandados por el general Mola para ocupar la frontera del Bidasoa, hizo que unas 15.000 personas de la zona republicana se refugiasen en la vecina Francia. Sucesivas campañas fueron produciendo efectos parecidos y numerosas personas de ideología republicana, combatientes y no combatientes, se vieron forzados a cruzar la frontera. Pero el éxodo masivo llegó con la caída de Cataluña en enero y febrero de 1939. El avance de las tropas nacionales tras la batalla del Ebro, provocó la huida de cerca de 500.000 personas que hicieron el camino hacia la frontera francesa en penosas condiciones[1].

 

     El destino de la gran mayoría del exilio republicano fue Francia, en donde la acogida de un número tan elevado de fugitivos fue problemática[2]. Para acoger la riada que entraba por la frontera, el núcleo mayoritario de refugiados fue llevado a campos de refugiados. En un principio los campos eran un simple terreno, muchos de ellos de playa, acotado por alambradas y vigilados por tropas francesas. Los propios republicanos españoles tuvieron que construir los barracones que los albergarían. La gran mayoría de los campos estuvieron ubicados en el sureste de Francia, cerca de la frontera por la que los republicanos españoles había entrado en el país. Los más importantes, en cuanto a número de internados, Argelés sur Mer, Saint Cyprien, Vernet, Barcares, etc., fueron campamentos situados en las playas de los municipios con idéntica denominación.

 

     A la frustración de la derrota hubieron de sumar abundantes penurias materiales. La alimentación era deficiente, las condiciones higiénicas escasas, la asistencia sanitaria brillaba por su ausencia en muchos casos. Los internados estaban sometidos a vigilancia y a todas las disposiciones que dictaran sobre ellos las autoridades galas. Apenas contaban con capacidad para organizarse y plantear iniciativas[3]. Además, grandes sectores de la sociedad francesa no acogieron con agrado la llegada de los exiliados españoles y observaron con temor el masivo éxodo. Un sentimiento de rechazo hacia los fugitivos españoles se instaló en muchos franceses, que veían en la entrada de tantos extranjeros un peligro para su estabilidad económica y social. A ello contribuían las ideas de nacionalismo radical y de antimarxismo que flotaban en el ambiente de la nación francesa, en aquellos meses previos al inicio de la II Guerra Mundial[4].

 

     Por todas esas causas, la situación en que se encontraron la mayoría de los exiliados en Francia fue desoladora. En los campos de refugiados imperaban, sobre todo en los primeros momentos, unas pésimas condiciones de vida. A la falta de libertad que supuso el encierro y a las carencias materiales, se sumaba la inactividad. Cada día transcurría de modo idéntico al anterior, lo cual generaba una monotonía y una rutina insoportable. La situación anímica de los internados no tenía ningún motivo para ser buena. Al pesimismo producido por la constatación de la derrota, se venían a sumar las malas condiciones de la vida en los campos y las negras perspectivas de futuro, amenazado por otra guerra que se dislumbraba en el horizonte. Además, lo único que tenían en abundancia los republicanos internados en los campos, era tiempo para pensar en todo ello y para desesperarse ante tanto infortunio[5].

 

 

Los Barracones de la Cultura

 

     En los distintos campos, junto al resto de los republicanos, fueron internados un buen número de maestros y profesores que formaban parte, en su mayoría, de los restos de las unidades del ejército republicano y ellos fueron los encargados de introducir un aliento vital y de esperanza en la

realidad cotidiana de los campos. En cada campo existía un responsable máximo francés que se encargaba de la custodia del campo, del mantenimiento del orden interno y  de todo lo relacionado con el control. El comandante del campo era un militar francés a cuyo mando se encontraban las tropas  responsables de la vigilancia. Pero la organización interna  correspondía a los propios republicanos españoles. Pronto los responsables españoles en los campos y los propios maestros comenzaron a percibir las posibilidades que las actividades educativas podían tener para mejorar la situación de los internados en los campos.

 

     Para dar una respuesta adecuada a toda la problemática anímica de los internados, los propios exiliados, comenzaron a crear, al poco de ser recluidos en los campos, comisiones encargadas de dinamizar y dar forma a diversas iniciativas culturales. Así, en el campo de Argelés sur Mer, el 10 de mayo

 

Instrucciones para la realización de actividades culturales [6]

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                  NORMAS DE ORGANIZACIÓN                                                                  

         Se constituirá en cada Campo, una Comisión de Cultura y Deportes con la finalidad de aplicar en su Campo respectivo el presente plan; estará formada por:             

          Presidente honorario, Jefe de Campo.               

          Presidente efectivo.                               

          Vocal de Cultura.                               

          Vocal de Deportes.                              

          Vocal de Propaganda.                            

                                                             

          Los presidentes efectivos se reunirán periódicamente  con los delegados de Cultura y Deportes del Jefe del Estado  Mayor Español para recibir instrucciones y dar cuenta del  trabajo realizado, del cual serán responsables. Todos los  proyectos de actos a realizar serán sometidos previamente  a la aprobación de las autoridades del Campo, con la       anticipación que crean necesaria para su estudio.

     

          Argelés sur Mer, 10 de mayo de 1939.

     

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de 1939 se dieron a conocer unas normas para que se constituyera en cada campo una Comisión de Cultura y Deportes. Dicha Comisión estaba formada por: el Jefe de Campo como presidente honorario, un presidente efectivo y tres vocales de Cultura, Propaganda y Deportes, respectivamente. Para llevar a cabo esas tareas culturales, las comisiones se apoyaron fundamentalmente en los maestros y profesores que estaban en los campos y en los miembros de la organización de estudiantes, Federación Universitaria Escolar (FUE). Pronto se organizaron en los campos grupos de trabajadores de la enseñanza y de la FUE, auténticos protagonistas de esta página de la educación republicana[7].

 

      Las diversas comisiones creadas para llevar a cabo las actividades culturales, consiguieron un espacio específico para llevar a cabo las tareas educativas. De este modo surgieron los "Barracones de la Cultura". Se trataba de alguna de las construcciones provisionales que se edificaron en los campos, la cual gracias a las gestiones de las comisiones fue destinada a actividades educativas. La tarea que se llevó acabo en los Barracones tuvo varias facetas. Tomemos como ejemplo la descripción que efectuaba un anónimo redactor de las actividades que se realizaban en el Barracón de Cultura del campo de Gurs en el verano de 1939, similares, sin duda, a las que se llevaron a cabo en el resto de campos de refugiados.

 

     "El Barracón de Cultura es una escuela graduada donde un centenar de compatriotas recibe instrucción diaria; es una academia donde otros tantos compañeros aprenden idiomas; es una ateneo plantado en pleno arenal que ha recogido las más autorizadas voces de nuestros camaradas del exilio; un escenario por el que han desfilado grupos folklóricos de las diferentes regiones de España, de auténticos montañeses, gallegos y catalanes, y destacado (sic) entre ellos, el soro (sic) de los Profesionales de la Enseñanza que interpreta composiciones a cuatro voces de neto sabor popular"[8].

 

 

     Una faceta que se desarrolló con amplitud en los campos fue la típica tarea de enseñanza de materias que podían ser útiles a los exiliados. En un primer momento esas actividades se dirigieron hacia los exiliados con un nivel de conocimientos más bajo, fundamentalmente los analfabetos. Se pretendía con ello  prepararlos "con vista a las próximas luchas por la vida en los países del exilio". Pero tampoco se olvidaban las motivaciones ideológicas, y junto al interés por mejorar la cualificación de los internados se situaba el siguiente objetivo: "y a un tiempo mantener la unidad  a (sic) todo el pueblo antifascista refugiado en estos campos"[9]. Múltiples testimonios coinciden en señalar que una de las finalidades principales de todas las actividades educativas culturales y deportivas que los republicanos llevaron a cabo en los campos fue la de superar el aburrimiento y levantar los ánimos de los internados[10].

 

     "Centenares de concentrados acuden a este lugar ávidos de enseñanza y de solaz. Para la tensión nerviosa en que nos sumen las condiciones climatológicas, el terreno, la mala alimentación y la falta de relación con el exterior, nuestro Barracón representa un sedante precioso que nuestros compañeros saben valorar justamente"[11].

 

 

     Las actividades de los Barracones, fueron el eje principal para vertebrar la vida social en los campos y a la par que combatían el aburrimiento, ampliaban el bagaje cultural y mantenían la moral, sirvieron para dignificar su propia situación de los internados, dando a su estancia en el campo de concentración una línea de continuidad con la lucha mantenida durante la Guerra[12].

 

     Dentro de la dimensión plenamente educativa el primer objetivo de alfabetización no encontró la  respuesta deseada. La reflexión de los responsables de la comisión del campo de Saint Cyprien sobre el particular era simple pero clarificadora. Entre los internados prácticamente no existían escasos analfabetos. En consecuencia, las ofertas educativas se reorientaron, ampliando el número de cursos con clases de idiomas y de cultura general. Ante una demanda educativa más diversa, la oferta de enseñanza se plasmó en tres áreas claramente diferenciadas. Existió un primer nivel de alfabetización, que comprendía la enseñanza de la lecto-escritura y la iniciación en el cálculo, que, como ya hemos señalado, se llevó a cabo esporádicamente. El núcleo principal de las clases fueron dedicadas a cultura general, las cuales comprendían un extenso y completo elenco de materias: redacción, ortografía y gramática, nociones de geografía e historia, nociones de aritmética geometría. Por último estaban las clases especiales, entre las que destacaban por su concurrencia las de idiomas[13]. En ocasiones la demanda formativa tenía un contenido específico. Antiguos alumnos que habían tenido que abandonar los estudios a causa de la Guerra aprovecharon la inactividad del internamiento para continuar sus estudios. Un ejemplo lo tenemos en el ingeniero Manuel Díaz Marta, que en el campo de Septfonds enseñaba matemáticas a unos jóvenes internados, los cuales aprovecharon la estancia en el campo para retomar sus estudios de preparación del ingreso en las escuelas de ingenieros[14].

 

     Además de las tareas formativas descritas que abarcaban exclusivamente a los alumnos que se matriculaban en ellas, los profesores de los Barracones de la Cultura se ocuparon en trasmitir conocimientos especialmente útiles, para el contexto en que se encontraban, a la totalidad de los internados. La mayoría de ellos se centraron en dos de los problemas más importantes con los que se enfrentaban los republicanos: la higiene y la salud. Para ayudar a sobrellevarlos los maestros impartieron cursillos de higiene, de educación sexual y dieron numerosas recomendaciones y pautas de actuación en sus publicaciones[15].

 

     Otra de las líneas de trabajo de los integrantes de los Barracones de la Cultura fue la organización de eventos culturales o manifestaciones artísticas. Una de las de mayor interés fue un exposición de objetos artísticos realizados por un grupo de internados en el campo de Saint Cyprien, en mayo de 1939. La muestra estaba compuesta por óleos, retratos, dibujos, caricaturas y esculturas hechas en jabón. Como se trataba de una auténtica exposición se realizó un acto de inauguración y se realizaron a mano 25 catálogos. Se instaló en uno de los Barracones de Cultura, ocupando un reducido espacio ya que no debía interrumpir las clases que allí se daban. La muestra tenían como finalidad, según la propia declaración de sus promotores, "ofrecer a las masas de españoles refugiados, un esparcimiento más en nuestra obra de divulgación cultural"[16]. Como la exposición tenía una gran calidad, el éxito desbordó las previsiones de sus promotores y el material fue trasladado y expuesto en París, pudiendo ser contemplada por el público de esa capital[17].

 

     Dentro de las actividades culturales, los Barracones de la Cultura organizaron innumerables charlas y conferencias. A modo de ejemplo podemos señalar que en una semana del mes de mayo, en el campo de Saint Cyprien se organizaron tres conferencias, las cuales versaron sobre temas tan diversos como: "Experiencias de un avicultor", "Trabajo, potencia y rendimiento" y "Experimentos sobre sugestión, magnetismo e hipnotismo"[18].

 

     La labor educativa de los maestros y profesores republicanos fue sumamente eficaz y satisfactoria, pese a las graves dificultades materiales en las que se desarrolló. Si los campos no reunían las condiciones necesarias para solucionar las mínimas necesidades vitales, aún ofrecían menos posibilidades para llevar a cabo actividades culturales. Pero el ingenio y la voluntad de los maestros republicanos pudo sortear todas las dificultades. Además de convencer a las autoridades francesas de los campos para que les apoyaran, consiguieron hacer llegar solicitudes de ayuda a organizaciones del magisterio francés y a los maestros que trabajaban en los pueblos cercanos. Poco a poco, con pequeñas donaciones de libros, papel, lápices, de maestros y particulares franceses, y de otros países, incluida la de algún español, las actividades educativas pudieron ponerse en marcha[19]. Dada la gran carencia de todo material, cualquier donación, por pequeña que fuera, era de suma utilidad y se recibía con entusiasmo. Como muestra reproducimos las palabras de agradecimiento hacia uno de los envíos recibidos.

 

     "Un obrero ferroviario español, nos ha enviado un paquete, conteniendo, cinco sobres, unas hojas de papel, unos secantes y dos pliegos de papel carbón. Acogemos emocionados el modesto envío de este compatriota"[20].

 

     Un ejemplo de la compleja red de ayuda que los maestros republicanos consiguieron desarrollar y que confluían en los campos, lo encontramos en el campo de Saint Cyprien. Las aportaciones a las actividades educativas que allí se desarrollaban, sumaron un total de 20.000 cuadernos, 12.000 lapiceros, 10.000 cuartillas, 10.000 plumillas, 7.000 palilleros, 1.500 gomas, 1.000 tinteros, 10 cajas de tiza, 100 métodos de francés, 50 de inglés, 25 diccionarios de inglés y otros tantos de francés, y algunos libros que permitieron organizar una biblioteca[21].

 

     Pese a todas las dificultades materiales, las comisiones de cultura y los Barracones de la Cultura fueron extendiéndose desde marzo de 1939 por todos los campos de internamiento. El número de clases y actividades de todo tipo que se realizaron y la cantidad de alumnos y profesores que se implicaron en ellas alcanzaron magnitudes importantes. En Gurs, por ejemplo, en la semana del 10 al 17 de agosto de 1939 funcionaron 9 Barracones de Cultura en los que se impartieron 110 clases, a las que acudieron 3.883 alumnos que se distribuían del modo siguiente. En la sección de idiomas estaban matriculados 1.610  alumnos, de los cuales 1.273 estudiaban francés,  237 inglés, 61 ruso, 31 alemán. Los 2.281 restantes se distribuían entre las diversas opciones de cultura general y alfabetización. Las clases fueron impartidas por 91 profesores, de los cuales 42 eran maestros y 49 estudiantes que actuaban como docentes[22].

 

     En el campo de internamiento de Saint Cyprien también abundaron las actividades educativas y culturales. Según datos que hemos localizado relativos a la semana del 3 al 10 de junio de 1939, en ese campo funcionaron 113 Barracones de Cultura, en los cuales se dieron 124 clases de alfabetización y cultura general. A esos cursos acudieron un total de 3.165 alumnos e intervinieron 101 profesores. En cuanto a las clases de idiomas, hubo 38 profesores que dieron 58 clases a 1.614 alumnos[23]. Los datos son importantes si tenemos que por aquellas fechas estaban concentrados en el campo de Saint Cyprien entre 15.000 y 20.000 españoles, lo que suponían que entre una 25% y un 30% de los internados participaban de las actividades educativas.

 

     En ocasiones la actividad de los maestros republicanos se asimiló bastante a la que habían realizado en las escuelas españolas. Ese fue el caso de Saint Cyprien. En este campo existía un área destinada a familias. Lógicamente, allí había  bastantes niños, y surgió la necesidad de su formación. En este caso concreto los Barracones de Cultura fueron escuelas para niños. Se organizó un auténtico grupo escolar, con maestros españoles llegados de la zona de hombres, del mismo campo. El responsable de las escuelas fue Luis Moreno Pallí. Este singular grupo escolar, contó con la ayuda de las organizaciones humanitarias internacionales que ayudaban a los republicanos españoles[24].

 

     Como podemos constatar Los Barracones de Cultura fueron una realidad generalizada en los campos de internamiento de los republicanos españoles. Además de los datos ya proporcionados, hay otros que señalan la realización de idénticas actividades en los campos de Bram, Le Vernet, Les Barcarés, Argelés... Pero las actividades educativas no fueron patrimonio exclusivo de los exiliados instalados en Francia. En los campos de refugiados que se establecieron en las colonias francesas del norte de África, también surgió con fuerza la actividad educativa. En el Campo Morand, situado en las proximidades de la localidad argelina de Boghari, un grupo de libertarios organizó una escuela, con clases de cultura general y de idiomas, similar a las descritas en los campos de la metrópoli[25].

 

     Aunque las actividades docentes y culturales fueron las más numerosas, los profesionales de la enseñanza agrupados en los Barracones de Cultura organizaron otra serie de actos de carácter más lúdico, que ayudara a olvidar por algunos momentos el encierro en los campos y que fortaleciera la moral de los republicanos. Para ello se organizaron numerosos actos festivos en los que no faltaba la actuación de grupos de danza regionales ni coros con su repertorio del cancionero popular. Asimismo, con idéntica finalidad de ocupar el tiempo y alejar los tristes pensamientos, se organizaron actividades deportivas que nunca tuvieron un ánimo competitivo.

 

 

Actividades educativas en albergues

 

     No todos los republicanos españoles refugiados en Francia tuvieron como destino los campos de internamiento. Aquellos que habían pasado la frontera con la documentación en regla o que tenían los contactos precisos, pudieron eludir la poco deseable estancia en los campos. Muchos de estos refugiados vivieron en albergues organizados por las autoridades republicanas españolas, en colaboración con organizaciones humanitarias francesas y de otros países. En todos estos lugares - tuvieron denominaciones diversas aunque las más generales fueron albergues o colonias - las actividades educativas fueron una constante en el quehacer cotidiano. Las razones por las cuales se desarrollaron también aquí las clases y las actividades educativas, son las mismas que hemos analizado en el caso de los campos. Aunque los refugiados que estaban en los albergues no tenían la limitación espacial que sufrían sus compañeros en los campos, y podían desplazarse sin demasiadas restricciones, no tenían excesivas alternativas para ocupar las horas del día.

 

     Además, en muchos de esos albergues residían familias con niños en edad escolar. Para mitigar en lo posible los avatares de la huída en los más pequeños, se organizaron escuelas improvisadas, en las cuales se repasaban los conocimientos ya dados, se intentaba ampliarlos, siempre con la finalidad de que los niños no olvidaran que también eran escolares. Los responsables de las clases no siempre podían ser maestros titulados. Para solucionar momentáneamente la situación, se tuvo que recurrir con frecuencia, al igual que ocurrió en los campos,  a estudiantes u otros profesionales que asumían la actividad docente con verdadero entusiasmo[26].

 

     En los castillos de Montgrand y Reynarde en donde se agruparon cerca de 2.000 mujeres y niños que esperaban su oportunidad para salir de Francia en los barcos con destino a América, también surgió con fuerza la preocupación educativa. Como la población infantil era numerosa, se organizaron dos centros docentes a los que se bautizó, en señal de reconocimiento a la protección brindada por el gobierno mexicano, con los nombres de "Presidente Lázaro Cárdenas" y "Presidente Ávila Camacho"[27].

 

     Como podemos comprobar, las actividades educativas fueron una constante del exilio republicano en todas sus vertientes. Aún en los primeros momentos, cuando la principal preocupación era sobrevivir y el trauma de la derrota se manifestaba en su máxima expresión. Las razones por las cuales las tareas formativas ocuparon un puesto tan preponderante pueden agruparse en dos apartados claramente diferenciados. En primer término, los exiliados se encontraban ante una nueva etapa de su existencia, en un país extranjero y ante una lengua que muchos de ellos no dominaban. Ante tal cúmulo de circunstancias era inevitable efectuar un periodo de adaptación que incluía la adquisición de nuevos conocimientos. Esa etapa de adaptación comenzó para muchos de los exiliados en los propios campos, ya que los maestros y profesores consiguieron organizar una estructura educativa adecuada para cubrir esas necesidades

 

     Pero también hubo una motivación de tipo ideológico. En esos momentos de derrota y pesadumbre, la realidad republicana se había desvanecido casi por completo a los ojos de muchos exiliados. Las autoridades de la República crearon dos organizaciones, el SERE y la JARE, con la finalidad de ayudar a los refugiados. La primera de ellas fue constituida por el Presidente del Consejo de Ministros, Juan Negrín, en marzo de 1939. Aunque tuvo otros órganos de participación, el poder decisorio del SERE estuvo en la Ponencia Ministerial, presidida por el propio Negrín e integrada por Julio Álvarez del Vayo, Tomás Bilbao, Segundo Blanco, Ramón González Peña, Francisco Méndez Aspe y José Moix-Regas.

 

     La otra entidad creada por las autoridades republicanas fue la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE). La fundación de ese organismo fue realizado por la Diputación Permanente de las Cortes Españolas, reunida en París los últimos días de julio de 1939. El auténtico mentor de toda la operación fue el líder socialista Indalecio Prieto, que siempre fue el auténtico hombre fuerte de la JARE. La Junta estuvo presidida por Luis Nicolau d'Olwer. Pero el verdadero poder residió en la delegación de la JARE en México que estuvo compuesta por sólo 3 personas: el socialista Indalecio Prieto; el republicano Carlos Esplá y José Andreu Abelló, entre las cuales descollaba con fuerza la figura del político socialista[28].

    

     La razón de la existencia de dos organismos distintos y no uno sólo, como hubiera sido lógico, hay que buscarla en los enfrentamientos existentes entre las diversas fuerzas republicanas, e incluso dentro de los propios partidos, en donde las pugnas entre líderes y sectores eran constantes. Esas luchas diluyeron parte de la eficacia de las acciones en favor de los exiliados, crearon un clima enrarecido en el colectivo del exilio y obligaron, tanto al SERE como a la JARE, a utilizar energías en ataques y defensas, desviándolas de su objetivo principal. Algunos de los aspectos de la polémica suscitada entre ambos organismos - fundamentalmente sobre el origen y empleo de los recursos financieros de los que hicieron uso tanto la JARE como el SERE - han hecho correr ríos de sangre, y aún colean con cierta fuerza medio siglo después[29].

 

     La principal actividad de ambas organizaciones fue la concesión de subsidios y el organización de expediciones a diversos países americanos. Pero debido a la escasez de recursos y al gran número de afectados, esas iniciativas sólo llegaron a un número reducido de exiliados. La mayorías de ellos quedaron fuera de los beneficios de ambas organizaciones[30]. En cambio las clases, las actividades culturales, los Barracones de la Cultura fueron una realidad próxima, cotidiana en todos los campos. Con una reducida inversión material y con el buen hacer y el entusiasmo de unos pocos maestros y profesores se consiguió mantener la presencia de la ideología republicana en casi todos los lugares en que se agrupó a los exiliados. Las clases y el resto de las actividades culturales, fueron un útil recurso para mantener la cohesión del colectivo republicano en el momento de la derrota. Al igual que había ocurrido durante la II República o durante la Guerra Civil, la escuela y los maestros republicanos fueron uno de los pilares básicos de la actuación de los gobiernos republicanos en la población civil. En fecha tan temprana como el 21 de mayo de 1939, en una modesta revista publicada por los maestros recluidos en el campo de Saint Cyprien, se hacía la siguiente declaración de principios.

 

 

     "Nuestros maestros tienen exacta responsabilidad de su dignidad profesional, y saben que en su continua ligazón con el pueblo para educarle y guiarle, está la base democrática de su contextura moral. Por parte de ellos no se ha de defraudar el anhelo de nuestros compatriotas y han de cumplir de modo que no quede desatendido ni un solo día la enseñanza. Hasta el último grupo de refugiados y el último momento, los Profesionales de la Enseñanza estarán en sus puestos soportando el dolor común, y el destino parejo con los que junto a nosotros lo dieron todo en la lucha por la independencia de España"[31].

 

 

     A la vista de lo estudiado hasta el momento, podemos concluir que no fue esa una declaración demagógica. Los maestros cumplieron su cometido y fueron una realidad constante, una presencia continuada de la realidad republicana, en todos los lugares en donde hubo colectivos de refugiados. El balance de esas iniciativas educativas fue muy positivo. Los objetivos marcados se alcanzaron con amplitud, pese a las grandes carencias materiales, al desánimo y la desesperanza que hubo que superar. Así valoraba unos pocos años después, la tarea educativa realizada en los primeros momentos del exilio, un anómino redactor, con prosa algo rebuscada pero con gran acierto descriptivo.

    

     "... no olvidaron (los maestros y profesores) ni un momento su deber de educadores y se dispusieron, voluntariamente, a cumplirlo, transformándose en orientadores de aquellas muchedumbres de compatriotas emigrados que con ellos abandonaron el territorio patrio en busca de un reducto de libertad donde respirar y vivir. En los mismos campos de concentración, en los llamados "Barracones de Cultura", así como en los refugios de mujeres emigradas y en las colonias para niños, comenzaron inmediatamente sus primeras realizaciones, cuyo examen hoy nos llena de admiración"[32].

 

 

     Además de analizar los resultados en esa dimensión colectiva existió, puede efectuar otra más reducida y particular. Para muchos profesores y alumnos, los ratos pasados en las clases, supusieron una ruptura en la monotonía desoladora de los campos. Las actividades docentes y culturales fueron el primer rayo de esperanza que dislumbraron, en medio de un ambiente deprimente y hostil. Fue un medio práctico para sobrellevar lo mejor posible la situación en la que se encontraban, pudiendo así afrontar con mayores garantías de éxito los avatares del destierro[33].

 

     La organización de todo ese cúmulo de actividades fue posible porque los maestros republicanos consiguieron crear de la nada una estructura eficaz y sólida. Su energía, su voluntad para remontar el desámino les permitió rescatar del olvido unas energías que parecían perdidas para siempre y poner en marcha una organización que supuso para muchos refugiados un consuelo, un rayo de esperanza. Una muestra más de la actividad de los maestros, de su preocupación por trabajar correctamente, fue la creación de un Seminario de Pedagogía en el campo de Argelés. La finalidad del Seminario era promover la actividad común de los maestros, para que actualizaran sus conocimientos pedagógicos, intercambiaran experiencias y pusieran en común sus problemas docentes. El contraste entre la realidad del campo de concentración y esas actividades pedagógicas, llevaba a expresarse así a los organizadores del Seminario: "Es nuestro espíritu quien forja estas magníficas concepciones, nuestra voluntad quien las construye"[34]. Además de este seminario, hubo constantes actividades de coordinación entre los maestros de los campos. Esas reuniones sirvieron para elaborar un plan general de trabajo, describiendo los grados de enseñanza y los contenidos de cada uno de ellos. Posteriormente las reuniones tuvieron como finalidad revisar el cumplimiento de dicho plan[35].

 

     Otro claro ejemplo de la actividad de los maestros y de su capacidad de organización que venimos describiendo, fue la confección de revistas y boletines en los campos. En muchos de ellos, Argelés, Saint Cyprien, Gurs, los maestros redactaron y editaron pequeñas publicaciones. La finalidad era dar a conocer las actividades que se llevaban a cabo, proporcionar información general a los refugiados y mostrarles su capacidad organización. La lectura actual de esas revistas, nos permite conocer no sólo las realidades que allí se describen, sino también el espíritu y los anhelos de los hombres que las hicieron posibles. Su cuidada redacción, las ilustraciones, las consignas, la variedad de su temática, el aliento vitalista que transmitían, nos permiten comprender el entusiasmo, el espíritu de los maestros que las llevaron a cabo. Los redactores de las revistas no contaban con ningún medio técnico, a excepción de alguna máquina de escribir y papel carbón. Las ediciones eran muy cortas, de una veintena de ejemplares. Su confección suponía un auténtico trabajo de amanuense medieval, especialmente en lo relacionado con las ilustraciones que debían ser dibujadas y coloreadas una a una en cada ejemplar. Esas revistas constituyen por si solas, una excelente muestra de la organización y actividades de los grupos de maestros y profesores que actuaron en los campos de internamientos[36].

 

 

Educación en los barcos

 

     Una muestra más de la importancia de las tareas de enseñanza en el exilio republicano, la encontramos en las expediciones con destino a América. Porque las actividades no sólo se llevaron a cabo en los primeros momentos en del exilio en Francia y el norte de África, sino que acompañaron a los exiliados en los propios barcos que los llevaron a América. Ya en la primera expedición, que salió el 25 de mayo de 1939 del puerto francés de Seté a bordo del Sinaia, se organizaron clases para los expedicionarios más jóvenes. Pese al corto espacio de tiempo que ocupó la travesía, 18 días, se organizó un rudimentario grupo escolar. Los niños del pasaje, tras un somero examen de conocimientos, fueron  agrupados en cuatro niveles distintos y con el material que se dudo disponer los maestros organizaron las clases. Con estas palabras quedó escrito en el diario que se publicó a bordo, la actividad docente que se desarrolló en el Sinaia.

 

     "Allí está el maestro sentado entre ellos, promoviendo inquietudes, despertando la inteligencia de los rapaces, aclarando conceptos. Procura ser un compañero más. Ya saben muchas cosas nuevas - Geografía, Física, Historia Natural -Es la observación la que les ayuda más poderosamente, hechos que vieron, retazos de su propia vida infantil, todo se encauza para que les sea útil"[37].

 

     Para los más mayores también se organizaron actividades culturales a bordo. Hubo muchas conferencias, todas ellas pensadas para dar a conocer aspectos de México, el destino de la expedición. La mayoría de lo embarcados en el Sinaia, al igual que el resto de exiliados que llegó a las costas mexicanas, lo desconocía casi todo del país que los acogía. Las charlas tuvieron, en consecuencia, un carácter claramente divulgativo, con la finalidad de proporcionar unas informaciones sumarias sobre México.

 

     Durante la travesía, casi todos los días hubo conferencias, que eran anunciadas convenientemente por los altavoces de buque. El ciclo comenzó con la charla de la señora Gamboa, representante de las autoridades mexicanas en la expedición, quien realizó una "Presentación de México". Las conferencias continuaron con intervenciones de profesores y expertos españoles. El profesor Bargalló habló sobre "Geografía de México", Rodríguez Mata sobre la "Geografía Médica de México", Adolfo Vázquez disertó en torno a la "Economía agrícola mexicana".  Otros aspectos de la realidad mexicana tratados fueron la "Historia precortesiana de México" a cargo de Rodríguez Orgaz, "Conquista y dominación española" por Ramón Iglesias, "Independencia y Revolución mexicana" por Sánchez Gallego, "Economía industrial de México" por Aurelio Díaz Torres y "Vida artística y literaria en México" por Eduardo Ontañón. Finalmente Gabriel Bonilla disertó sobre "Derechos, obligaciones y deberes de los españoles en México" y el octogenario escritor Antonio Zozaya, el miembro más veterano de la expedición, dictó la conferencia final titulada "México - España"[38]. Esas actividades educativas y culturales no fueron exclusivos de esa primera expedición. Iniciativas similares se dieron en otras, como la que embarcó en el Ipanema el 14 de junio y en el Mexique el 17 de julio de 1939[39].

 

     La educación fue una de las preocupaciones principales del modelo reformista de la II República española. Para llevar a cabo la política de enseñanza, los gobiernos republicano-socialistas y del Frente Popular contaron con la inestimable ayuda de gran número de los maestros y profesores. Ese espíritu renovador de la educación no consiguió ser destrozado por el triunfo del régimen franquista. Acompañó a los exiliados en su camino fuera de España y su primera realización fueron los Barracones de Cultura que poblaron los campos de refugiados del Francia, las clases que se impartieron en albergues y en los barcos rumbo a América. Posteriormente, el modelo educativo liberal republicano enraizaría en tierras americanas, dando origen a una serie de centros educativos creados por la colectividad exiliada y por el impulso de los maestros y profesores republicanos. Pero esa es otra página, posterior a la que hemos descrito aquí, de la educación republicana en el exilio.

 

Nota: agradecemos la colaboración del profesor Salomó Marqués, quien ha cedido las imágenes que acompañan este artículo.

                             

royecto Clío


[1].   Algunos de los trabajos más completos sobre la historiografía del exilio son los siguientes: J. Rubio : La emigración de la guerra civil 1936 - 39. Historia del éxodo que se produce al final de la II República española. 3 Vol., Madrid, San Martín, 1977, J. L. Abellán: El exilio español en 1939, 6 Vol., Madrid, Taurus, 1976. Ese mismo autor efectúa una interesante valoración cualitativa en J. L. Abellán : "Significado y proyección histórica del exilio de 1939" en 50 Aniversario del Exilio Español, Madrid, Pablo Iglesias, 1989, p. 33 -46. Otra visión sobre el éxodo con amplias ilustraciones puede analizarse en  El exilio español en México, Madrid, Ministerio de Cultura, 1983.

 

[2].   J. Rubio: o. c., p. 65 - 67.

[3].   Sobre la situación de los campos de refugiados hay abundantes testimonios, tanto históricos como literarios. Entre los primeros puede consultarse Plages d'exil, les camps de refugies espagnols en France, 1939, Dijon, BDIC, Hispanistica XX, 1989. A lo largo del trabajo daremos cuenta de otras referencias.

 

[4].   Ese aspecto de la acogida francesa ha sido tratada, entre otros, por H. Heine: "El exilio provocado por la guerra civil" en Actas Congreso Movimientos Migratorios (en prensa). Es preciso señalar que también hubo  ejemplos de solidaridad por parte de amplios grupos de franceses. Un caso específico que a afectó especialmente a los exiliados republicanos que eran masones puede consultarse en J. I. Cruz: "Solidaridad y exilio. La masonería española en América (1939 - 1977) en Masonería Española y América, vol. I, Zaragoza, Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española, 1993, 533 - 550.

 

[5].   Además de los testimonios citados anteriormente pueden ser ilustrativos los relatos siguientes: A. del Campo: "A vuela pluma "Camino del exilio, camino de la esclavitud" en Canelobre, nº 20 - 21 (primavera - verano, 1991) 61 - 70 y J. A. Ramírez:  "Apuntes para el recuerdo de un exilio" en Canelobre, ... o.c., p. 71 - 80.


 

[6].   FUE Boletín de los estudiantes, nº 9 (18 de mayo 1939). Un ejemplar de esa revista editada en Argelés sur Mer ha sido reproducido en Canelobre, ... o. c., p. 164.

 

[7].   Gran parte de la información utilizada en este capítulo proviene de las revistas y boletines que redactaron los maestros en los campos. Algunas de las informaciones allí recogidas no tienen título y en todos los casos son anónimas. Esa es la razón por la cual, al citarlos, no podamos reproducir todas las referencias habituales. Los escasos números de las revistas pasaban de mano en mano entre los internados. También se colocaban en los tablones, a modo de periódicos murales, para que puedieran ser leídos por el mayor número posible de personas. En cuanto a la actuación de la FUE puede verse el testimonio de J. A. Ramírez:  o. c., p. 74.

 

[8].   "Trabajo cultural" en Trabajo Cultural en Gurs, (10 - agosto - 1939).

 

[9].   Saint Cyprien, nº 28 (21 - mayo - 1939).

 

[10].  A. Soriano: Éxodos. Historia oral del exilio republicano en Francia (1939-1945), Barcelona, Crítica, 1989, p. 22 y 137.

 

[11].  "Trabajo cultural"... o. c.

 

[12].  S. Salaün: "Education et culture dans les camps de réfugiés" en Plages d'exil, les camps de refugies espagnols en France, 1939, Dijon, BDIC, Hispanistica XX, 1989, 117 - 124.

 

[13].  Id., "Realizaciones en la emigración. El trabajo cultural en los Campos de concentración de Francia" en Boletín de Información. UGT-FTE, nº 1, (diciembre, 1940) México, 3  y J. Mones i Pujol-Busquets: "El exilio republicano de los maestros" en Cuadernos de Pedagogía, nº 178, ( febrero, 1990 ) 65.

 

[14].  M. S. Alonso, E. Aub, M. Baranda: Palabras del exilio de los que volvieron, México, Dirección General de Publicaciones y Medios SEP, Instituo Nacional de Antropología e Historia, Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, 1988, p. 85.

 

[15].  Puede consultarse al respecto "La higiene en el campo de concentración" en FUE Boletín de los... o. c., Saint Cyprien... o. c. ,  y J. Mones Pujol-Busquets: "El exilio republicano.... o. c., p. 65.

 

[16].  "Una exposición" en Saint Cyprien...  o. c.

 

[17].  "Labor Cultural en los Campos de concentración" en Trabajadores de la enseñanza, nº 2 (VIII - 1943) México, 3.

 

[18].  "Información" en Saint Cyprien... o. c.

[19].  Id., "Labor Cultural..." o. c. e "Información" en Profesionales de la Enseñanza, nº 1 (1 - julio - 1939) Saint Cyprien, reproducido en Canelobre... o. c. p. 167. En este último artículo se da cuenta de algunas donaciones de dinero, de la recepción de libro y revistas en español y de los contactos con maestros franceses por medio de los cuales se conseguía material escolar.

 

[20].  "Información" en Saint Cyprien... o. c.

[21].  M. Orts: "La FUE en los campos de concentración" en Boletín de los Estudiantes Españoles, nº 2 (10 de noviembre de 1945).

 

[22].  "Labor Cultural..." o. c. y "Trabajo cultural"... o. c.

[23].  "Labor Cultural..." o. c. y "Realizaciones en la emigración... o. c. Otros datos referidos a noviembre de 1939 pueden consultarse en S. Salaün: o. c., p. 122.

 

[24].  A. del Campo:  o. c., p. 64.

[25].  Datos sobre la actividad educativa en el campo de Argelés pueden encontrase en F. Jiménez Mier y Terán: Un maestro singular. Vida, pensamiento y obra de José de Tapia B., México, Robin, 1989, p. 94. En cuanto al campo argelino de Boghari, J. Muñoz Congost: "Cultura en el exilio argelino" en Canelobre... o. c., p. 137 -138.

 

[26].  Ejemplos de actividades educativas en albergues y otros lugares de refugio de los exiliados distintos a los campos  podemos encontrarlo en C. Martín : Éxodo de los republicanos españoles, México, Colección Málaga, 1972, p. 48 - 54 y M. S. Alonso, E. Aub y M. Baranda: Palabras del exilio... o. c. , p. 87.

 

[27].  M. A. Alonso, E. Aub, M. Baranda: Palabras del exilio... o. c., p. 87 y M. Fresco: o. c., p. 41 - 44.

[28].  Acerca de la creación del SERE y sus primeras actuaciones, puede consultarse J. Rubio: o. c., p. 130 - 139. Sobre la fundación, orientación y actividades de la JARE existe un estudio muy interesante de J. C. Gibaja Velázquez: "La JARE: Un organismo de ayuda a los exiliados, al servicio de un proyecto político" en Actas Congreso... o. c. También puede consultarse el análisis realizado por J. Rubio: o. c., p. 139 - 150.

 

 

[29].  Si existe un aspecto especialmente polémico en la historia del exilio republicano, es la utilización y el destino final de los fondos transportados a México a bordo del yate "Vita". Todo el contenido del flete estaba destinado a la delegación del SERE en México, pero una serie de circunstancias hizo que acabara bajo la custodia de Indalecio Prieto y sirviera para poner en marcha la JARE. Como en todo asunto polémico existen diversas versiones del mismo. Un punto de vista próximo al SERE puede consultarse en ROSAL, A. del: La historia del "Vita" y el oro del Banco de España, México, Grijalbo, 1976. Existe también el testimonio del doctor José Puche, delegado por Negrín para recoger el contenido del "Vita" en CAPELLA, M. L.: "Entrevista al Dr. Puche Álvarez" en Palabras del Exilio. 1 Contribución a la historia de los refugiados españoles en México, México, INAH Librería Madero, 1980, p. 58 - 60. La posición de Prieto puede comprobarse en GIBAJA VELÁZQUEZ, J.C.: o. c.

 

[30].  Hemos localizado varios testimonios de personas a las que las organizaciones republicanas les pusieron dificultades para evacuarlos a América por razones diversas. C. Martín: Éxodo de los republicanos... o. c., p. 119 - 122 y F. Jiménez Mier y Terán: Un maestro singular... o. c., p. 96.

 

[31].       "Fondo" en Saint Cyprien....  o. c.

[32].  "Realizaciones Culturales de los Trabajadores de la Enseñanza Españoles en la Emigración" en Trabajadores de la Enseñanza, nº 1 (VI - 1943) México, 4.

 

[33].  Puede verse al respecto el testimonio de A. del Campo:  o. c., p. 64.

 

[34].  J. Mones Pujol-Busquets, "El exilio republicano.... o. c., p. 65 - 67.

 

[35].  "Escuela" en Saint Cyprien...  o. c.

[36].  Esas revistas, de las que hemos utilizado bastantes números en nuestro trabajo, se confeccionaron en muy precarias condiciones y se han conservado a los largo de estos años en circunstancias no menos delicadas. Por todo ello constituyen un elemento histórico de gran valor y han sido reproducidas en algunas publicaciones. Canelobre, nº 20 - 21 (primavera - verano, 1991) 161 - 168 y Plages d'exil, o. c., p. 19 - 116. En ésta última hay un ensayo sobre las mismas. J. C. Villegas: "La cultura del sables: Presse et édition dans les camps de réfugies" en Plages d'exil, o. c., p. 133 - 140.

 

[37].  Peques" en Sinaia. Diario de la primera expedición de republicanos. España México, nº 17 (11 - junio - 1939) 1.

 

[38].  Referencias de todas esas actividades puede encontrase en Sinaia. Diario de la primera expedición de republicanos españoles a México. Edición facsimil. México, UNAM, Universidad Autónoma Metropolitana, 1989.

 

[39].  Pueden consultarse al respecto, las múltiples referencias que aparecen en los diarios editados por los republicanos españoles en ambas expediciones Mexique. Diario de abordo de la 3ª expedición de republicanos españoles a México, e Ipanema. Diario de a bordo.