Te lleva a la página de inicioEl Negacionismo.

Abrir en ventana nueva

(Extracto del Pequeño diccionario para luchar contra la extrema-derecha, de Martin Aubry y Olivier Duhamel. Ediciones du Seuil).
   
 

    Los partidarios de esta corriente prefieren decir "revisionismo", por que es más presentable. La audacia de revisar. Se pretenden historiadores, y no son más que neo-nazis, o llegan a serlo. Pertenecen a la extrema derecha y vienen a menudo de la extrema izquierda. Tienen una obsesión: la negación del genocidio judío.

El primero de ellos fue un hombre curioso. Paul Rassinier, comunista en 1.923, izquierdista al comienzo de los años 30, socialista después de 6 de febrero de 1.934, secretario de la federación de Belfort, próximo a Marceau Pivert y a la extrema izquierda del partido, pacifista, no partidario de Vichy a diferencia de otros socialistas, resistente incluso, detenido por la Gestapo en 1.943, torturado, deportado a Buchenwald, de donde regresó inválido. Vencido en las elecciones de 1.946, escribirá en 1.950 un libro contestando la existencia de las cámaras de gas. Excluido de la SFIO (el Partido Socialista francés), será apoyado por la extrema derecha, Maurice Bardéche, el antisemita Henry Coston y compañía.

Si evocamos aquí a este triste personaje es porque Rassinier, el primer negacionista, ilustra un rasgo esencial de esta secta, la pasión anticomunista. En su artículo de referencia, "La negación del pueblo judío" (L´Histoire, nº 106, diciembre 1.987), el historiador Henry Rousso recuerda justamente que los negacionistas tienen en común "una mezcla híbrida de pacifismo, antisemitismo y anticomunismo". Para abrumar mejor al estalinismo es preciso absolver al nazismo o, al menos, reducir el horror y negar su especificidad. En cuanto al antisemitismo, fue también el de una cierta izquierda obrerista en la primera mitad del siglo, evolucionado hacia una cierta extrema izquierda propalestina primero, antisionista de inmediato.

El negacionismo no merecería siquiera ser mencionado si no fuera porque atestigua el transtorno mental de algunas personas presuntamente cultas; si no probara, una vez más, los tratos de la extrema derecha aparentemente respetable con grupos que evidentemente no lo son; si no revelara, una vez más, la fragilidad intelectual y moral de inteligencias supuestamente elevadas, como los casos del lingüista americano Noam Chomsky o del filósofo heideggeriano Jean Beaufret, que asumieron la defensa de Robert Faurisson y de otros revisionistas, como siempre en nombre de la libertad de expresión; si no ilustrara, de forma paroxística, la incapacidad de la sociedad francesa para ajustar cuentas con el periodo de la Ocupación y de la colaboración.

Tres importantes textos han analizado esta impostura: "Les redresseurs de morts", de Nadine Fresco (Les Temps Modernes, septembre 1.980), L´Avenir d´une négation, de Alain Finkielkraut (ediciones du Seuil, 1.982) y Los asesinos de la memoria, de Pierre Vidal-Naquet (La Découverte, 1.987).

El Holocausto


Proyecto Clío