Elena Sarnago. Licenciada en Historia.
Al-Andalus es el nombre que durante la Edad Media se da al territorio de la Península Ibérica
que está bajo poder musulmán. La invasión de la Península comienza en el año
711. En los reinos cristianos del Norte se inicia el largo proceso de reconquista
que concluye en el año 1492 con la caída del reino nazarí de Granada. En el
siglo X, al-Andalus es la civilización más avanzada de Occidente. Representa
uno de los momentos más brillantes de nuestra historia por el número y la calidad
de los científicos que viven en la Península entonces. No debemos olvidar que
los saberes técnicos acumulados durante estos siglos nos sitúan en condiciones
ventajosas para afrontar los descubrimientos atlánticos que tienen lugar a partir
del siglo XV. Con la descripción de algunos de los más importantes instrumentos
de navegación andalusíes se quiere destacar lo mucho que la ciencia de siglos
posteriores debe al legado andalusí, pese a que en la bibliografía este tema
no sea suficientemente estudiado.
Son
indispensables para determinar la latitud.
La
Astronomía conoce un gran desarrollo en al-Andalus. Las tablas astronómicas
proporcionan información sobre la declinación del sol o de una estrella en una
fecha determinada. Conocida la declinación y la altitud meridiana se puede obtener
la latitud del lugar con una suma o con una resta. Para calcular posiciones
planetarias, estas tablas se fundamentan en los modelos geométricos planetarios
ptolemáicos, que sabemos se revisan en Córdoba en el siglo X. Por otra parte, las
aportaciones teóricas de Azarquiel en el siglo XI representan un notable avance
en la precesión de los equinoccios y del modelo solar y lunar. Todas estas modificaciones
están recogidas en una serie de valiosas tablas andalusíes fechadas en el siglo
XIII.
La tradición de
los almanaques perpetuos se inicia en al-Andalus en el siglo XI y se introducen
en el mundo cristiano en fecha temprana. Son herencia del mundo clásico. Se
trata de un tipo especial de tabla astronómica que permite obtener posiciones
planetarias para una fecha determinada mediante la lectura directa y sin necesidad
de cálculos. Se basan en una serie de ciclos, de origen babilónico, peculiares
a cada planeta. Los ecuatorios tienen una finalidad análoga.
La
más antigua que se conoce es la calamita. Es un objeto en el que la aguja imantada se coloca sobre
un trozo de madera o de corcho que, al flotar en la superficie del agua, orienta.
La ilustración de abajo corresponde a una reconstrucción llevada a cabo por el
Institut für Geschichte der Arabisch-Islamischen Wissenschaften (Frankfurt).
Su diámetro es de 21 cm. El origen de la brújula no está muy claro. Las primeras noticias
que se tienen en Europa Occidental son de la primera mitad del siglo XIII. Aunque,
en al-Andalus parece que se conoce desde mitad del siglo IX. Su existencia,
como el de otras técnicas de navegación, se mantiene en secreto. A los navegantes
andalusíes proporciona grandes ventajas sobre sus enemigos.
El primero que se conoce en la Península es el carolingio.
Pero, tiene algunos defectos, como el trazado vacilante de algunas curvas. Los
diseños andalusíes superan estos inconvenientes. El astrolabio clásico es el
planisférico que se basa en la proyección
estereográfica meridional de la esfera celeste sobre el plano del Ecuador. El
astrolabio esférico se conoce en al-Andalus
desde el siglo X. Está formado por dos piezas: una esférica dividida por el
horizonte en dos hemisferios y una red que se superpone a la esfera y contiene
índices para las estrellas. Lleva la eclíptica, un paralelo de declinación que
mide coordenadas ecuatoriales y un cuadrante vertical graduado que mide latitudes
celestes y distancias polares y cenitales. El astrolabio naútico
necesita un círculo graduado y una alidada de pínulas para trazar una visual.
El instrumento es más grueso en su parte inferior para desplazar hacia abajo
el centro de gravedad y facilitar que el diámetro horizontal coincida con el
horizonte cuando el astrolabio esté colgando de la anilla. Surge a fines del
siglo XV. En la ilustración de abajo se reproducen las dos caras de un astrolabio.
Fue construído en Toledo por el artesano andalusí Ibrahim ibn Sahli. Se fecha
en el año 1067 y se conserva en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid). Su diámetro es de 24 cm. La
red lleva indicaciones para 24 estrellas. Entre otras, lleva láminas para las
latitudes de La Meca, Medina, Jerusalén, Damasco, Bagdad, Almería, Granada,
Córdoba, Murcia, Toledo y Zaragoza. En el calendario zodiacal del dorso el equinoccio
de primavera corresponde al 14´5 de Marzo.
Tienen
la misma función que los astrolabios naúticos, es decir, determinar las alturas
meridianas del sol o de una estrella, para saber la latitud de un lugar. Son
instrumentos sencillos: constan de un cuadrante graduado en uno de cuyos lados
llevan dos pínulas de mira y de un hilo con plomada que pende del centro del
cuadrante. Si se dirige una visual al astro a través de las pínulas, el hilo
marca su altura sobre la graduación del cuadrante.
El astrolabio convencional, basado en una proyección estereográfica polar, tiene una lámina
para cada latitud por lo que pierde precisión si no se dispone de la lámina
idónea. Los primeros astrolabios universales basados en una proyección estereográfica
meridiana surgen en Toledo a mediados del siglo XI. Son instrumentos que pueden
utilizarse para cualquier latitud. La azafea es uno de ellos.
Son los instrumentos
habituales para medir el tiempo a bordo de un navío. También se emplean para
realizar estimaciones sobre la distancia recorrida por el barco. Para su construcción
se necesita un vidrio inalterable a los cambios de temperatura. Se fabrican
en Egipto en el siglo X. El secreto se divulga con rapidez y se conocen ampliamente
en el siglo XII.
Son instrumentos
que sirven para determinar la hora durante la noche. El método se basa en la
observación de la posición de una estrella circumpolar. Su historia no es clara.
Unicamente hay referencias en textos latinos y romances, no en los árabes. Las
primeras descripciones se fechan en el siglo XIII. De todas formas, en estudios
recientes se dice que en tratados andalusíes de astrometerorología popular se
cita un instrumento similar. Parece que ya existe en el siglo X. Además en tratados
árabes de los siglos XV y XVI relativos a la navegación en el Indico se explican
principios similares a los utilizados por el nocturbio. Por tanto, es probable
que los andalusíes conozcan un instrumento similar desde fecha temprana.
Podemos
decir que existe un auténtico legado científico andalusí. Los avances son particularmente
importantes en el campo de la Astronomía. El gran nivel alcanzado en esta disciplina
permite, entre otras cosas, el desarrollo de nuevas técnicas de navegación que
hacen posible las grandes navegaciones atlánticas iniciadas en el siglo XV.
Los problemas técnicos de la navegación de altura son resueltos por los astrónomos
y los marinos andalusíes. Los navegantes españoles y portugueses son los primeros
herederos.
El
punto de partida de la ciencia andalusí es modesto pero adquiere gran desarrollo
desde finales del siglo X. No se limita a transmitir los saberes aprendidos
de la cultura clásica y de la oriental. Su desarrollo es independiente a partir
de mitad del siglo XI.
Los navegantes andalusíes disponen
de brújulas, cuadrantes naúticos, tablas de declinaciones, astrolabios, tablas
astronómicas y ampolletas naúticas. Para calcular posiciones planetarias utilizan
también almanaques y ecuatorios. Asimismo, es posible que conocieran el nocturlabio.
A éstos, hay que añadir el reloj de sol, la esfera armilar, el triquetum, los distintos tipos de armillas y otros instrumentos de
observación. También conocen el torquetum,
que surge a fines del siglo XIII. Por último, sabemos que disponen de calculadores
esféricos destinados a resolver gráficamente problemas astronómicos y del sexagenarium,
regla de cálculo con la que resuelven los problemas trigonométricos que derivan
del cálculo de la longitud de un planeta.
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-
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VERNET, J.: La cultura hispanoárabe en Oriente y Occidente, Madrid, 1959.
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VERNET, J.: Estudios sobre historia de la ciencia medieval, Barcelona, 1979.
-
VILADRICH, M. y MARTI, R.: Entorno a los tratados hispánicos sobre sobre
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- VV.AA.: Exposición "El legado científico andalusí", Museo Arqueológico Nacional, Madrid, 1992
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