Elena Sarnago. Licenciada en Historia
En el año 711, el Islam, que hasta entonces ya se había extendido por casi todo el Próximo Oriente y el Norte de África, avanza por vez primera hacia Europa. Ese año, un pequeño ejército cruza el Estrecho de Gibraltar y desembarca en la Península Ibérica, tierra bajo dominio visigodo. En apenas cinco años, los musulmanes conquistan todo el territorio, excepto unas inaccesibles y reducidas áreas montañosas, al Norte. Al-Andalus es la zona peninsular bajo control del Islam. Ese dominio finaliza en 1492, año en el que los Reyes Católicos conquistan el reino nazarí de Granada.
La civilización islámica se expande rápidamente y va dejando una profunda huella en todos los aspectos de la vida. Los habitantes de la Península, sin abandonar sus propias tradiciones, se adaptan rápidamente a la cultura árabe. En esa época, la Península es un ejemplo de convivencia de distintas razas, culturas y religiones.
Los viajes son un importante medio de intercambio cultural. Dentro del amplio territorio controlado por el Islam se exportan ideas y conocimientos. Se tiene noticias de obras traídas a la Península desde Iraq, así como de manuscritos que desde al-Andalus viajan a Egipto, de ahí a Siria y, posiblemente, llegan a la India. La cultura andalusí se extiende también a Bizancio. Los grandes descubrimientos de los científicos chinos -el papel, la imprenta y la pólvora- se conocen en Europa gracias al Islam. Algunos de estos viajes de estudio se realizan por vía marítima.
El mar es también un medio utilizado para el tráfico comercial. Gracias a las fuentes escritas, sabemos que se transportan productos desde Siria hasta Almería, sobre todo, cereales, vino y aceite. Estas naves también llevan objetos de lujo y trasladan a creyentes que desean peregrinar hasta La Meca.
En algunas ocasiones, la navegación se relaciona con los enfrentamientos bélicos. Posiblemente, el desarrollo naval que se produce en al-Andalus con los Omeyas se deba a la dificultad que tienen para rechazar el ataque de los normandos que, en el año 844, llegan a Sevilla remontando el Guadalquivir. Este hecho hace que Abd al-Rahmán II construya unas atarazanas en la ciudad y una flota que les haga frente con éxito. Pero, fue Abd al-Rahmán III quien, en la primera mitad del siglo X, lleva a cabo una auténtica política naval para disputar a los fatimíes el control del Mediterráneo occidental.
1. Testimonios de que disponemos
Las fuentes escritas dan noticia de andalusíes que viajan a lugares remotos utilizando la vía marítima. Por ejemplo, sabemos que un gaditano navega por el Atlántico y el Indico, llegando hasta las proximidades de Filipinas; que un cordobés llega hasta Dinamarca; que barcos andalusíes alcanzan las costas de Bretaña, Irlanda y Canarias.
Los restos arqueológicos permiten conocer cómo es la navegación en época medieval. El descubrimiento de pecios da gran información; se trata de auténticos buques hundidos "fosilizados". En el mar se producen luchas por el control de las aguas, reflejo del intento de las diferentes potencias por asegurarse el tráfico comercial. En el siglo X son tres los poderes que se disputan el Mediterráneo: el bizantino, el fatimí y el andalusí. No debemos olvidar tampoco los naufragios ocasionados por las malas condiciones climatológicas.
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Los testimonios gráficos acerca de la morfología del barco andalusí son bastante escasos. Los documentos informan de la presencia de naves en Mallorca en el siglo X, pero parece que sólo existen atarazanas en el año 1229, cuando tiene lugar la conquista cristiana. En el siglo X la isla sirve de apoyo a la flota omeya que realiza incursiones en las costas de Cataluña, Francia e Italia. La auténtica morfología del barco andalusí puede apreciarse en dos platos mallorquines de cerámica. Son del siglo XI y están en el Museo de San Matteo de Pisa. |
Las naves representadas tienen tres palos. En una se ven tres velas latinas mientras que en la otra sólo dos (trinquete y mayor). Las velas están desplegadas. En las dos imágenes se distingue el castillete de popa. Delante de las dos naves aparece una barca con ocho remeros y un jefe de la tripulación que lleva el timón. Algunos investigadores creen que podría ser el esquife que las naves de esa época llevan a remolque. También tenemos un plato de loza nazarí con el dibujo de un barco (ilustración de arriba). Se conserva en el Museo Arqueológico de Málaga (Alcazaba). Tiene 54 cm. de diámetro y 23 cm. de altura. Se trata de una nave del siglo XIII o XIV en la que pueden distinguirse dos palos con dos velas cuadradas así como el timón de codaste. Por los textos se sabe que este timón aparece a partir del siglo XII. Su origen se atribuye a los chinos, aunque no es seguro. Contamos también con un plato de cerámica del Victoria and Albert Museum de Londres que, pese a ser nazarí, representa un barco con enseña portuguesa y timón de codaste. Prácticamente, los ejemplos citados son los únicos testimonios que conservamos en la actualidad.
La escasez de información gráfica obliga a recurrir a otras imágenes coetáneas, aunque cristianas. Son de gran valor la colección de calcos de los graffiti del Castillo de Denia en los que aparecen representados diferentes navíos. Son propiedad del Museo Arqueológico de la Ciudad de Denia. Los graffiti están realizados en la muralla exterior del castillo. El edificio es de época musulmana pero los graffiti son cristianos. Se fechan entre la segunda mitad del siglo XIII y la primera del XIV. Posiblemente, estas naves no son muy diferentes de las andalusíes.
Tartara
Es un pequeño barco mercante o de pesca. Tiene dos velas latinas. Se trata de un navío rápido y manejable. Se utiliza hasta el siglo XIX y es el origen del jabeque norteafricano.
Galera
Es un tipo de barco que se utiliza desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII. El nombre procede de galeos que significa pez espada, aludiendo al gran espolón que lleva por encima de la línea de flotación. Es un barco de guerra o de transporte. Es alargado, estrecho, maniobrable y de poco calado. Navega a vela y/o a remo. Destaca por la velocidad que puede alcanzar pero, debido a su inestabilidad, no puede navegar con mal tiempo.
Cog
Es un barco mercante o de pasajeros. Es de origen nórdico y aparece en el Mediterráneo hacia el año 1300, donde cambia la vela cuadrada por la latina. Se caracteriza por su gran alcázar o castillo de popa.
Llaüt
Es una palabra catalana que procede el vocablo árabe al-ud que significa madera. Se trata de una barca de cabotaje que tiene una tripulación de seis personas. En la actualidad se utiliza en Levante.
De las autoridades portuarias sabemos poco. El almotacén es el encargado de los asuntos de los comerciantes en cada ciudad. Más tarde, aparece el wakil al-tuyyar, a quien los comerciantes pagan los impuestos. Caso de no hacerlo, las autoridades les retiran las velas o el timón del barco. Estos funcionarios regulan el orden para la venta de mercancías.
Los barcos casi siempre tienen dos jefes: el armador o patrón y el piloto o navegante. La cantidad de tripulación varía dependiendo de las dimensiones del barco, el recorrido que lleve a cabo, la finalidad del viaje...
En general, los puertos de arribada tienen grandes muelles y atarazanas donde se construyen y reparan los barcos. También, existen puertos de abastecimiento en donde se puede comerciar al por menor. Son numerosos los puertos de cabotaje, donde el régimen de vientos siempre es propicio y, por tanto, la navegación es más segura. Como auxilio de los navegantes existen, a lo largo de la línea de costa, atalayas en las que por la noche se encienden fuegos que sirven de orientación.
En los puertos son importantes las atarazanas o dársenas. Disponemos de una copia de la lápida fundacional de las de Tortosa (ilustración de abajo). Pertenece a la Diputación Provincial de Barcelona y se conserva en el Museo Marítimo de dicha ciudad. El original está adosado a uno de los muros de la Catedral de Tortosa. Sus dimensiones son 54 x 48 x 3 cm. En estos edificios se construyen y reparan barcos. Normalmente se localizan en zonas ricas en madera o donde es fácil conseguirla. Reparar un navío consiste en calafatear el casco introduciendo algodón, brea y sebo, sobre todo, alrededor de los clavos que unen los tablones de madera. También se reparan las velas. En cuanto a la construcción, se empieza bien por el casco, lo que exige mucha mano de obra para sujetar con machos las bordas opuestas, bien por la quilla. Se sigue por el armazón. Es imprescindible tener una idea previa del tipo de barco que se va a construir. Se necesita un árbol largo y recto sobre el que se van colocando, a distancias más o menos calculadas, las varengas que forman las cuadernas. Los grandes se construyen en diques secos y se botan con palancas o rodillos.
Se cree que los navíos que surcan el Indico ensamblan sus cascos con cuerdas, no con clavos. Esto responde a dos motivos: el primero, la escasez de hierro en el Sur de la India y, el segundo, la mayor salinidad de los mares que estos barcos tienen que surcar. Pero, se discute si estas naves orientales navegan o no por el Mediterráneo.
Cada tipo de barco se construye con un material diferente. En el Indico, se emplea la madera de teca por su mayor consistencia y flexibilidad. En cambio, en el Mediterráneo se usan más las coníferas.
Por otro lado, el enfrentamiento de la flota andalusí con la normanda propicia el conocimiento de otro tipo de barco: el vikingo. Este tiene unas características muy diferentes a las del andalusí. En general, podemos decir que los barcos del Indico son mayores que los del Mediterráneo y los del Atlántico porque el tráfico comercial es más intenso en esa zona del mundo.
En la bibliografía, al-Andalus sólo es un puente cultural que recupera los saberes heredados del mundo clásico y del oriental y los pone al alcance de las escuelas de traductores de Occidente. Esta visión tradicional no es errónea, pero sí parcial. Hasta hace poco tiempo, los estudios sobre ciencia andalusí eran bastante escasos. En las líneas que siguen, se quiere destacar la aportación de la cartografía islámica en la realización de los grandes descubrimientos geográficos que tienen lugar a partir del siglo XV. Posiblemente, sin ese legado hubiera sido muy difícil emprender las grandes navegaciones oceánicas y, por tanto, el descubrimiento del continente americano.
Inicialmente, la cultura andalusí se nutre de los aportes procedentes de Oriente, a los que se suman los que conserva la población hispano-romana y goda, mucho más pobres. Excepción hecha al reinado de Alfonso X El Sabio en el siglo XIII o a las innovaciones producidas por la ciencia isidoriana. Las Etimologías de San Isidoro de Sevilla es un códice del siglo IX de gran influencia a lo largo de toda la Edad Media. Se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.
La ciencia adquiere un gran desarrollo en al-Andalus pese a que los primeros musulmanes que llegan a la Península no son hombres de ciencia sino soldados. Inicialmente, los conocimientos científicos se limitan a rudimentarias ideas sobre Astronomía. Estos saberes se recogen en el Calendario de Córdoba, fechado a mediados del siglo X. Este documento se escribe para la educación del futuro califa al-Hakam II, que accede al trono en el año 960. Los autores del Calendario son el secretario de los Omeyas cordobeses y el obispo de Iliberis Recemundo. Constituye un ejemplo de la simbiosis entre las culturas latina y árabe.
2. La imagen del mundo conocido
El griego Ptolomeo escribió Geografía. Se trata de la compilación de Geografía Matemática más completa que heredamos de la Antigüedad. Sus mapas dan una visión muy realista del mundo conocido entonces. Además, contiene tablas de las coordenadas geográficas de casi ocho mil ciudades. Representa el punto de partida de los estudios llevados a cabo por los geógrafos andalusíes. No debemos olvidar que la tradición ptolemáica se recupera en Oriente en el siglo IX y se analiza críticamente. En cambio, en Occidente se pierde hasta que los sabios andalusíes la difunden en el siglo X. La ilustración que reproducimos aquí corresponde al impreso U-2010 de la Biblioteca Nacional de Madrid. Se trata de una versión latina en la edición de Bilibaldus Pirckeym Hero. Las notas son de Regiomontano y se fecha en el año 1525. Sus dimensiones son de 40 x 27 cm.
Antes de la contribución andalusí, la cartografía peninsular tiende a una representación esquemática y burda del mundo, tal como puede comprobarse en el Códice de Ripoll. Se trata de una recopilación de textos latinos sobre agrimensura realizados por Gisemundo, quizá un monje de Ripoll. También incluye una descripción detallada de Hispania y un mapa representándola en forma de tríptico abierto. La hoja de la derecha contiene la escritura. En la izquierda aparecen peces y encima se lee la palabra Wasconia. En los bordes de la hoja central se citan nombres de localidades situadas en la costa mediterránea: Narbona, Ampurias, Gerona, Barcelona, Tarragona y Cartagena. En la misma hoja se citan tres ciudades de la costa atlántica: La Coruña, Braga y Cádiz.
Idéntico concepto esquemático de la Tierra tienen los llamados mapas en T. Generalmente, son códices latinos con glosas en lengua árabe. Los autores de las glosas parecen ser mozárabes. En la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial (Madrid) se conserva el mapa isidoriano en T que reproducimos en la ilustración de la izquierda. Corresponde al folio 81 del códice M-III-3. Se copia en los siglos X y XI y contiene obras de San Isidoro y de San Martín de Dumio. Sus dimensiones son de 28´5 x 20´5 cm. El semicírculo superior representa al continente asiático y está separado del inferior por el tramo horizontal de la T, que corresponde a la cadena que forman los ríos Volga y Don, el mar de Azov, el Mediterráneo oriental y el Mar Rojo. Mientras, el tramo vertical de la T es el mar Mediterráneo que separa el continente europeo (cuadrante inferior izquierdo) del africano (cuadrante inferior derecho).
La cartografía de los Códices del Comentario al Apocalipsis del Beato de Liébana ayudan a comprender el significado de la contribución árabe a la representación de la geografía del mundo conocido. Partiendo del esquematismo de la etapa pre-andalusí se logra, poco a poco, representar el mundo con más precisión.
Todo lo referido origina la aparición a fines del siglo XIII y principios del XIV de las primeras cartas náuticas. Suponen un enorme avance en la representación de las costas. El origen de la carta náutica es tema polémico. Pero, se acepta que entre el esquematismo de los mapas en T y el realismo del Atlas Catalán de 1375, la influencia árabe lleva a cabo la transformación en el diseño del mundo conocido.
El Atlas Catalán se atribuye a Cresques Abraham. Posiblemente, se trata de un judío especializado en la creación de mapasmundis, que trabaja principalmente para el rey Pedro el Ceremonioso y para su hijo el infante don Juan, futuro rey Juan I. El diseño de Europa es el habitual en las cartas naúticas. Aunque, se dan algunas novedades en el trazado de África. También aparece el Archipiélago Canario casi completo. La representación del continente asiático no es tan fiel; los textos legendarios se combinan con las noticias de Marco Polo. La ilustración corresponde a uno de los seis folios de un facsímil, iluminado a mano, del Atlas Catalán. El original se encuentra en la Biblioteca Nacional de París, fondo español nº 30. El facsímil es propiedad del Seminario de Árabe de la Universidad de Barcelona. La obra completa consta de seis folios montados sobre seis planchas en madera. Cada una mide 65 x 52 cm. Los dos primeros folios contienen materiales astronómicos. Los folios tres al seis comprenden la parte geográfica. Este atlas es la obra maestra de la cartografía mallorquina del siglo XIV. Marca el inicio de la realización de las llamadas cartas náuticas de lujo.
De otro lado, la Carta náutica de Gabriel Valseca representa de manera ajustada las costas mediterráneas. Se encuentra en el Museo Marítimo de Barcelona.
Un ejemplo del fructífero contacto entre el Islam y Europa es el Manuscrito del Kitab-i Bahriye realizado por el almirante turco Piri Rais. Se trata de la obra que mejor expresa cómo es la cartografía islámica. Corresponde al año 1521. Es un atlas y un manual de navegación que abarca todo el mundo conocido. Su estudio se concentra en el mar Mediterráneo pero contiene datos sobre los descubrimientos portugueses y sobre el continente americano.
Durante la Edad Media se expanden mucho las vías de navegación. Mercaderes, embajadores y estudiosos abren nuevas rutas comerciales y de intercambio de conocimiento. Sin olvidar que se realizan tanto viajes de estudio como de transporte de mercancías, poco a poco, el barco andalusí se va especializando en la guerra. La dinastía Omeya lleva a cabo una política de construcción a partir de mediados del siglo IX debido al aumento de los enfrentamientos bélicos.
Pocos son los datos que tenemos acerca del barco andalusí. Disponemos de los restos arqueológicos, las fuentes escritas y la iconografía. Pero, en conjunto, la información que aportan es exigua. Sabemos que en el siglo X navegan por el Mediterráneo barcos de origen oriental, mediterráneo y vikingo. Para tener una idea aproximada de la morfología del barco andalusí estudiamos el cristiano, con el que comparte semejanzas. Según los calcos de los graffiti del Castillo de Denia, los tipos son: tartara, galera, cog y llaüt. Esta tipología aglutina barcos de guerra, de transporte, de pesca, de pasajeros y de cabotaje.
En cuanto a la cartografía, al-Andalus es un lugar de encuentro intercultural. A los avances de la ciencia isidoriana se unen los conocimientos traídos de Oriente. La tradición cartográfica visigoda y de los cristianos del Norte ofrece una visión esquemática y burda del mundo. Sirven de ejemplos los llamados mapas en T o la representación de la Península Ibérica que aparece en el Códice de Ripoll. Estas vacilaciones concluyen con el aporte de la cultura árabe. Posiblemente, las grandes navegaciones y descubrimientos efectuados a partir de la segunda mitad del siglo XV no hubieran sido posibles sin los avances de la ciencia andalusí.
Proyecto Clío
BAZZAN, A., LAMBLIN, M.P. y MONTMESSIN, Y.: Catálogo de los Graffiti medievales del Castell de Denia, Denia, 1984.
BERTI, G., ROSELLO-BORDOY, G. y TONGIORGI, E.: "Alcuni bacini ceramici di Pisa e la corrispondente produzione di Maiorca nel secolo XI", Trabajos del Museo de Mallorca, Palma de Mallorca, 1987.
CROMBIE: Historia de la Ciencia, 2 vóls., Madrid, 1974.
MENENDEZ PIDAL, G.: "Mozárabes y asturianos en la cultura de la Alta Edad Media en relación especial con la historia de los conocimientos geográficos", Boletín de la Real Academia de la Historia, nº 134, Madrid, 1954.
MORALES BELDA, F.: La marina de al-Andalus, Barcelona, 1970.
SEZGIN, F.: The contribution of the Arabic-Islamic Geographer to the Formation of the World Map, Frankfurt, 1987.
TATÓN, R. (dir.): Historia de la Ciencia, 5 vóls., 1961-1975.
VERNET, J.: Historia de la ciencia medieval, Barcelona, 1980.
VERNET, J.: "Textos árabes de viajes por el Atlántico...", en De Abd al-Rahman a Isabel II, Barcelona, 1989, pág. 197-224.
VV.AA.: Exposición "El legado científico andalusí", Museo Arqueológico Nacional, Madrid, 1992.