Pocos son los datos que sobre la vida de Tucídides se conocen y casi todos los conocidos son gracias a lo que sobre sí mismo escribe en su obra.
Sabemos que era hijo de Oloro y que pertenecía a una familia aristocrática ateniense, pues el mismo se llama ateniense (Tuc. I 1); por el nombre de origen tracio de su padre se ha querido ver una relación entre Tucídides y la familia de los Filaidas, a la que pertenecía Cimón -cuyo abuelo materno también se llamaba Oloro-, quien se oponía al imperio naval ateniense tal y como propugnaba Pericles.
Como, según la ley ateniense, era preciso tener más de treinta años de edad para ser elegido estratego y debido a que Tucídides participó como estratego en el sitio de Anfípolis en el 424 a.C. (Tuc. IV 104), es preciso que Tucídides naciera con anterioridad al 454 a.C. Tal nombramiento para una acción en Tracia se debió a la influencia de Tucídides entre los personajes más destacados de Tracia -recordemos su posible origen-, donde además tenía adjudicada la explotación de unas minas de oro (Tuc. IV 105).
Educado en el seno de una familia aristocrática, frecuentó las escuelas de la sofística a juzgar por su estilo, su lengua y su pensamiento. Destinado a ejercer las más altas magistraturas, debido al desastre de Anfípolis frente a Brásidas, sufrió un destierro de 20 años (Tuc. V 26), tras una previa condena a muerte por rebeldía, en el año 423 a.C. hasta el final de la guerra.
No obstante, fue el destierro el que le sugirió la idea de historiar y narrar los acontecimientos de su guerra contemporánea, ya que tenía acceso a lo ocurrido en ambos bandos, con cierta calma e imparcialidad.
Como fecha de su muerte se suele tomar como término post quem el elogio a Arquelao de Macedonia, que falleció en el 399 a.C., elogio incluído en su obra.
Si bien ambos son considerados padres de la historiografía clásica y mundial, no obstante, son muy marcadas y notorias las características y diferencias por las cuales ambos merecieron tal título.
Mientras Heródoto afirma que su obra es el fruto y resultado de sus investigaciones (historíe), Tucídides nunca llama así a su obra; el primero era heredero de la logografía jonia (también escribe en jonio), mientras que el segundo era heredero de los sofistas, de la escuela sofística ateniense (y por ello también escribe en ático).
Por otro lado, si bien aquél se mueve en el terreno épico y religioso, ateniéndose a hechos antiguos, fiel a las tradiciones orales donde la especulación religiosa, la gloria del pasado de dioses y héroes, es reflejada para darles eternidad a modo de aedo primitivo que escribe en prosa, por contra Tucídides no da pie a la especulación religiosa, se atiene a la naturaleza humana para narrar unos acontecimientos contemporáneos a él, algunos incluso vividos por él mismo y otros que le fueron transmitidos, pero no por el fruto de una larga tradición oral: para él su obra tiene un valor ejemplar: ktêma eis aeí (tesoro para siempre);.
Por su parte Heródoto se limitó al conflicto entre griegos y persas, pero con el recuerdo constante del pasado, recogida de datos sin criticarlos: antologías, genealogías, historias locales, geografía descriptiva y etnográfica (todo ello herencia de los logógrafos griegos), frente a Tucídides que innovará al introducir la crítica histórica de las ideas políticas, los acontecimientos, las causas profundas y los detonantes externos del conflicto entre griegos con una mezcla de objetividad.
Finalmente la utilización del pasado en Tucúdides -la Arqueología - está en función de hacer comprensible el presente, mientras que en Heródoto está en función de buscar la anécdota (casi como una enciclopedia etno-geográfica e histórica).
Si Tucídides recibió el título de padre de la historia fue en gran parte por culpa del enfoque político que le dio a su historia.
Cuando trazó el programa de su historia ya definió que no pretendía narrar los acontecimientos de la guerra exclusivamente, sino que pretendió plasmar lo que para él era lo más importante: las ideas políticas de ambos bandos, de los protagonistas de la guerra, en cada momento de la guerra y de la paz -incluyendo aquí la paz de Nicias.
Por ello, para dar una perspectiva política a su obra, utiliza dos recursos: la crítica que hace a lo largo de toda la obras y los discursos de los distintos dirigentes políticos de ambos bandos a cada momento; es así como dibuja los planteamientos políticos, aunque no sabemos, eso sí, con cuánta fidelidad a la realidad o si bien están hechos a posteriori en función de su propia subjetividad y de la finalidad de su obra (cf. infra). Es notorio que en los discursos se reflejan personajes favorecidos por la crítica de Tucídides -como Pericles- y que ello se debe achacar a la proximidad de ideas políticas de Tucídides y los distintos protagonistas.
Al mismo tiempo busca en cada acontecimiento y en el conjunto de la guerra en sí misma la causa profunda; de hecho, gran parte del libro I desarrolla lo que para él son causa profunda del conflicto, por un lado, y, por otro, los detonantes externos del mismo, derivados, no obstante, de la causa profunda: la expansión del imperialismo de Atenas y, encadenado a esto, el conflicto de Corcira, el conflicto de Potidea y el decreto megárico.
Relacionado con tal concepto están todas las alusiones y meditaciones que Tucídides va haciendo sobre el poder: su mayor procupación como político y militar es analizar el fenómeno del poder, del imperialismo y del hecho revolucionario. Para nuestro autor la ambición de poder es un impulso innato de la naturaleza humana y es éste el que, como motor de los impulsos humanos, explica la conducta de los estados en la idea de que el débil está dominado por el fuerte -la filosofía del más fuerte. Por ello la Historia de la Guerra del Peloponeso es la historia del intento de conservación y aumento del poder imperialista de Atenas, resultado de un plan prefijado de expansión imperialista y excusado en el temor del propio imperio a perder su poder a manos de potencias rivales. Es por ello que el imperialismo es el centro focal de la reflexión de Tucídides en boca primero de los grandes políticos atenienses (Pericles, Cleón, Nicias y Alcibíades) con las matizaciones y precauciones de cada uno de ellos y después de los principales personajes del bando contrario (Hermócrates, Arquídamo, Brásidas) con sus temores e individualismos, con la idea subyacente de que la gran beneficiada de la guerra fue Esparta.
Es por ellos que autores de la talla de Maquiavello -en El príncipe - y de Hobbes -en su Leviathan - se basan en ideas políticas de poder expuestas en distintos puntos de la obra de Tucídides para elaborar sus propias tesis, así como la idea surgida en grandes estudiosos de Tucídides que ven en él un acérrimo defensor de la Machtpolitik -política del poder- de Pericles y lo describen como "el político que escribió para políticos".
La madurez de Tucídides coincidió con el desarrollo de la guerra: al comienzo de ésta -431 a.C.- debía de rondar la treintena. Es gracias al destierro de 20 años cuando decide contar y analizar la historia de lo sucedido, ponerla por escrito con la intención de ser leída con espíritu crítico (xyngrafeîn), no para ser escuchada por un auditorio: contar cómo se han producido y quiénes fueron los participantes desde el punto de vista propio como partícipe durante un tiempo y después como observador de la misma y desde el punto de vista inmediato de gentes que participaron en los avatares de la misma y con el análisis del semblante psicológico y político de los grandes personajes de la misma mediante no ya la narración, sino mediante los discursos. Es la narración de la historia con información de primerísimo orden, tamizada eso sí por por el filtro objetividad-subjetividad de Tucídides.
Es, por tanto, el primer autor que escribe una historia sobre hechos contemporáneos y por ello se constituye como principal fuente histórica de dicho período -junto con escritores como Eurípides y Aristófanes que en sus piezas teatrales incluían alusiones, burlas, noticias y críticas sobre la guerra-, aunque, eso sí, de un modo incompleto, pues murió al parecer antes de poder acabarla. Sólo Jenofonte, Cratipo, Teopompo y las Hellenica Oxyrhynchia continuaron el relato donde aquél lo dejó, pero con una menor calidad, con una mayor falta de testimonio y documentos inmediatos y con la falta de la concepción histórica tucidídea.
Como escritor Tucídides es heredero de la sofística ateniense y del espíritu de esta ciudad, así como de las corrientes científicas y filosóficas del momento. Cómo se muestran estas corrientes e influencias en el autor, es fácil de indagar.
Una tendencia del espíritu filosófico y político ateniense de la época es la preocupación por el presente, de ahí el giro total de la concepción histórica de Tucídides respecto a la historiografía anterior. Al mismo tiempo, el gusto ateniense por la preocupación humana como ser social, por su conducta privada -su moral- y su conducta pública -su política-, se traduce en la búsqueda tucidídea de la historia política y humana alejada de toda influencia divina y de la historia legendaria.
Por otro lado la influencia sofística se plasma a lo largo de la obra en distintos puntos: en la estructura y el estilo de su lengua, en el poder supremo de la razón -si en Sócrates lo era como factor moral, en Tucídides aparece como factor político e histórico (gnóme y synesis)-, el estudio de lo verosimil -tò eikós- como fundamento de la crítica junto a una oposición al relativismo -la historia de Tucídides es una lección de política e historia universal, un ktêma eis aeí.
De la filosofía natural de Anaxágoras y de Demócrito toma la concepción de que el espíritu humano actúa de acuerdo a sus leyes, leyes naturales, sin intervención divina: la vida y la historia se manifiestan como el encadenamiento de circunstancias naturales y materiales junto con los hechos humanos.
De la escuela hipocrática hereda Tucídides la metodología médica: deducir las causas por observación e inducción, mediante la experiencia y el raciocinio; la distinción entre causas -aitía como causa profunda- y síntomas -profásis como pretextos y motivos ocasionales-; la influencia del carácter moral -nómos- y físico -fysis- de los pueblos y su interés médico y minucioso por describir la peste de Atenas.
Al mismo tiempo el estilo de Tucídides brilla por una dureza de
construcción (tò trachy tês harmonía), una falta de delicadeza en el estilo que junto
a su amaneramiento presenta una gran violencia, lo que se ha dado en llamar inconcinidad
(inconcinitas) de estilo y figuras: el autor une elementos que no coordinan entre sí
normalmente. Relacionada con la inconcinidad de estilo hay una serie de figuras tales como
la variatio (metabolé), que actúa como verdadero motor estilístico de la obra
tucidídea. Otro pricipio estilístico es la brevedad de sus expresiones, una concisión,
que hace que a veces su prosa parezca un telegrama que provoca en el lector-traductor la
necesidad de ejercitar constantemente la atención, debido a la tremenda economía
sintáctica y léxica del autor: da muchas cosas por sobrentendidas en sus oraciones. Por
ello brila más la léxis katestramméne que la eiroméne.
También aparecen algunos ejemplos de la típica construcción arcaica en anillo, la
Ringkomposition. Frecuente es, a menudo, relacionado con la inconcinidad de su estilo, la
utilización del anacoluto para cambiar el tipo de construcción sintáctica de la frase y
asímismo la utilización del paréntesis para añadir explicaciones.
Tucídides no concibió su historia como una mera narración objetiva de acontecimientos bélicos; su posición como estratego procedente de una familia aristocrática y sus conocimientos de política no le permitieron dejar al margen de su historia su propia opinión sobre todo lo que envolvía ésta y sobre ella misma. A partir de aquí la investigación se encamina a determinar qué partes son nuevas y cuales están retocadas, así como cuándo comenzó a escribir.
Ullrich, en 1846 descubrió que había diferencias entre las dos mitades de la obra (en el libro V aparece un nuevo prólogo casi paralelo al que da inicio a la obra tucidídea), y esto le hizo sospechar de un posible cambio de plan a la hora de escribir su obra. Para Ullrich la intención primera de la obra era escribir una narración de la guerra Arquidámica -hasta la paz de Nicias-, pero cuando de nuevo estallaron las hostilidades, se dio cuenta de que era la misma guerra y alargó su obra afirmando que la causa de la guerra era el temor lacedemonio al poderío ateniense. Durante muchos años los críticos se limitaron a retocar las teorías de Ullrich.
En 1919 Schwartz se plantea la problemática de los discursos; para él los discursos son concebidos y realizados en dos períodos distintos, que se notan por un corte en sus ideas sobre la guerra y una evolución interna respecto a la cuestión del poder; en un principio los causantes de la guerra son los aliados de Esparta, pero en el segundo momento es Esparta la culpable de la guerra: Schwartz dice que Tucídides, convencido al acabar la guerra de que la verdadera beneficiada de la misma había sido Esparta, fue ésta la responsable de la misma y que, una vez acabada la misma, Tucídides orientaría lo que estaba escribiendo a demostrarlo e incluso retocaría partes, como el discurso de Pericles donde expone una política de intransigencia con Esparta, para demostrar que tal política era la apropiada para Atenas para haber vencido en la guerra. La teoría de Schwartz parece ser que indica que realmente comenzó a escribir una vez acabada ya la guerra, pero que, no obstante, durante la misma, se habría dedicado a redactar alguna parte y a tomar notas y apuntes.
En 1920 Max Pohlenz expone una tesis que coincide en lo básico con Schwartz, pero para él la evolución en Tucídides es más lenta y su límite o punto de cambio es más difícil de marcar.
En 1929 Schadewaldt, atendiendo al análisis de los libros VI, VII y VIII indica que Tucídides, según él, primero quiso escribir una historia 'objetiva', pero que una vez acabada la guerra su narración adquirió un matiz de 'interpretación'.
En 1930 Momigliano expone que en un principio, siguiendo las tesis de Ullrich, escribió la guerra Arquidámica, pero que después decidió continuar el relato de la guerra interesándose más por la política interna de la guerra y de los dos bandos y fue entonces cuando introdujo los discursos.
En 1973 Dover indica que la afirmación de que comenzó a escribir cuando empezó la guerra es compatible con el hecho de que todo fue escrito a partir del año 404 a.C. en el orden actual.
Roberto Lérida Lafarga (IES Serranía Baja, Landete -Cuenca-) Proyecto Clío
Imáges cedidas por Dr. Janice Siegel. Recomendamos la visita de sus páginas.