Esquema   FUENTES DE INFORMACIÓN

Las fuentes que nos informan acerca de la historia de los griegos en  Bactriana y en la India son de tres tipos: literarias, arqueológicas y numismáticas.

1. Fuentes literarias:

Los griegos de Bactriana e India no dejaron textos en los que pudieran hablar de sí mismos. Las escasas noticias que conocemos acerca de ellos nos han sido transmitidas por autores de otros ámbitos, tanto occidentales como orientales, y consisten en fragmentos muy sucintos de autores clásicos griegos y latinos, textos de origen indio y escritos chinos. En conjunto, se trata tan sólo de un puñado de noticias aisladas, pero resultan fundamentales porque permiten establecer una serie de puntos de referencia en función de los cuales se articula cualquier reconstrucción histórica del helenismo más oriental.

Las fuentes grecolatinas consisten en una serie de pasajes proporcionados por las "Historias" de Polibio (s. II a.C.), la "Geografía" de Estrabón (co. s. I d.C.), el anónimo "Periplo del mar Eritreo" (med. s. I d.C.), los "Consejos políticos" de Plutarco (ss. I-II), el epítome de las "Historias Filípicas" de Pompeyo Trogo (co. s. I) redactado por Justino (s. II) y la "Historia de los animales" de Claudio Eliano (ss. II-III). Gracias a ellas conocemos los nombres de ocho soberanos griegos y algunos acontecimientos relativos a sus reinados.

Los nombres de los monarcas son los siguientes: Diodoto y su hijo del mismo nombre (transmitidos por Estrabón, Trogo-Justino, donde aparece como Teodoto); Eutidemo (Polibio y Estrabón) y su hijo Demetrio I (Polibio y Estrabón); Eucrátides (Estrabón, Trogo-Justino y Eliano); posiblemente Demetrio II, el "rey de la India" contemporáneo del anterior (Trogo-Justino); Menandro (Estrabón, Trogo-Justino, Plutarco y el Periplo del mar Eritreo); y Apolodoto (Trogo-Justino y el Periplo del mar Eritreo).

A ellos se añadiría la alusión al anónimo hijo de Eucrátides, que asesinó a su padre (Trogo-Justino). Por lo que se refiere a los acontecimientos mencionados, estos autores nos informan acerca de la independencia de Bactriana respecto de los Seléucidas con Diodoto (Estrabón, Trogo-Justino); de las relaciones del reino con sus vecinos partos (Estrabón, Trogo-Justino); de la llegada del monarca seléucida Antíoco III a la región y de su enfrentamiento y alianza final con Eutidemo (Polibio); de la expansión de los griegos de Bactriana hacia la India con Demetrio, hijo de Eutidemo (Estrabón, Trogo-Justino) y Menandro (Estrabón; descripción de sus funerales en Plutarco); de la usurpación de Eucrátides y la consiguiente guerra civil (Estrabón, Trogo-Justino; una simple alusión al gobierno de Eucrátides en Claudio Eliano); y de la existencia de monedas de Menandro y Apolodoto circulando todavía durante el siglo I d.C. en Barygaza, uno de los puertos más importantes de la India ("Periplo del mar Eritreo").

Asimismo, a partir de determinados pasajes de la "Geografía" de Claudio Ptolomeo (s. II), de la "Historia Natural" de Plinio el Viejo (s. I d.C.) y de la obra titulada "Sobre la India" de Arriano de Nicomedia (s. II), W. W. Tarn interpretó lo que en su opinión serían los nombres de algunas "provincias" del dominio griego en la India durante el siglo II a.C., pues la aplicación de denominaciones griegas (la mayoría con un sufijo "-ene", lo mismo que muchas demarcaciones administrativas seléucidas) a regiones de la India que antes de dicha fecha nunca habían estado bajo dominio helénico sólo podría explicarse pensando en el establecimiento de los soberanos griegos de Bactriana al sur de la cordillera del Hindu Kush. De igual modo, un pasaje de las "Estaciones párticas" de Isidoro de Cárace (ss. I a.C.-I d.C.) menciona la ciudad de Demetríade en Arachosia, la cual ha sido interpretada como una posible fundación de Demetrio I, hijo de Eutidemo

(Isid. Char. 19).

Las fuentes literarias indias plantean numerosos problemas, sobre todo por lo que respecta a la interpretación de las informaciones y a la ubicación cronológica de las mismas, así como a la transcripción de los nombres helénicos. En ellas los griegos son denominados con la forma prákrita "Yona" -la más antigua, derivada del antiguo persa "Yauna", literalmente "jonios"-, que más tarde es sanscritizada como "Yavana", y con una forma prákrita tardía "Yonaka". Todos estos términos aparecen antes de la invasión de los griegos de Bactriana, pues ya en el siglo V a.C. Papini de Gandhara conoce su escritura como "Yavanani". Sin embargo, el término "Yavana" también sirvió para designar a otros invasores de la India, como los escitas, los partos e incluso los musulmanes.

Por una parte, varios textos que recogen la irrupción de los conquistadores grecobactrianos en la India, hacia el sur y también hacia el este por el valle del Ganges. Los asedios de ciudades indias por los Yavanas son mencionados en tratados de gramática como el "Mahabhashya" de Patanjali (s. II a.C.) y el "Mahavritti" de Abhayanandi (un comentario del "Vyakarana" de Jainendra, muy posterior), pero destaca sobre todo un capítulo de la obra sobre astrología "Gargi Samhita", conocido como "Yuga-purana" (ca. fin. s. I a.C.), que, bajo la apariencia de una profecía, denuncia la intervención de los Yavana en la India y la inversión de los principios políticos, sociales y religiosos establecidos que aquélla provoca. Por su parte, el drama "Malabikagnimitra", obra de Kalidasa que data del siglo V d.C. pero que se inspira en la figura del rey shunga Agnimitra (148-135 a.C.), menciona la derrota que Vasumitra, hijo de este soberano, infligió a una avanzada de Yavanas a orillas del río Kali Sindh (al noroeste de Bhopal, en el área central de la India septentrional). Todos estos sucesos pueden datarse aproximadamente hacia 150 a.C. o poco después.

Posiblemente las más interesantes de todas las informaciones indias acerca de los griegos sean las referidas a la figura del rey Menandro, conocido en este ámbito como Milinda (aunque otros textos recogen su nombre bajo la forma indianizada Mahendra). Destaca en este sentido el "Milindapanha" ("Preguntas de Milinda"), texto búdico redactado por un autor anónimo posiblemente en la lengua prákrita local, aunque hasta nosotros sólo ha llegado en lengua pali y en chino (esta última versión redactada hacia 420 d.C.). Esta obra relata el encuentro y los diálogos entre el rey Milinda, jefe de los Yonakas (los griegos), y el monje budista Nagasena. El diálogo presenta a Menandro como un personaje muy versado en el canon budista, que se interroga sobre el estado religioso, el ciclo de reencarnaciones, y concluye con la conversión del soberano al budismo. La asociación de Menandro con el budismo se manifiesta igualmente en tradiciones posteriores de China, Indochina y el Tibet, hasta el punto de que todavía en el siglo XVIII aparece el "Milindaprasnaya" o "Espejo de la verdadera Ley según Milinda", una nueva versión de los anteriores, redactada en cingalés por el monje Samangala.

A las fuentes literarias indias puede añadirse el contenido de algunas inscripciones. Una de ellas figura redactada en escritura kharoshthi sobre un cofre de esteatita con reliquias hallado en la estupa de Shinkot (Bajaur, Pakistán), y en ella se lee que la consagración de la ofrenda fue realizada por un tal Viyakamitra y fechada "en el vigésimo quinto día del mes indio de Vaisakha en el quinto año del reinado de Menandro". De ello se deduce la existencia de una era cronológica contada a partir de este soberano, que habría continuado vigente incluso durante el período de los reyes escitas que sucedieron a los Yavanas en el alto valle del Indo, pues los primeros utilizaron los nombres griegos y macedonios de los meses en sus inscripciones redactadas en escritura kharoshthi.

           

Con todo, más excepcional resulta todavía el texto que figura sobre la base del denominado Pilar de Besnagar (antigua Vidisa, cerca de Sanchi, en la India). Se trata de un monumento que estaría coronado por la figura de  Garuda, el pájaro asociado a Vishnú, y que fue levantado en honor de Vasudeva (avatar de Vishnú) por Heliodoro, habitante de Taxila y embajador del soberano griego Antialcidas ante el monarca shunga Kasiputra Bhagabhadra de Vidisa, hacia finales del siglo II a.C. El dedicanteproclama su pertenencia a la secta de los bhagavata o fieles de Bhagavat, uno de los nombres de Vishnú, la divinidad que, junto con Brahma y Shiva, compone la tríada más importante del hinduismo. El pilar se levanta 6,5 m por encima del actual nivel del suelo y consta de tres cuerpos, de ocho, dieciséis y treinta y dos caras respectivamente, con un capitel con forma de loto invertido y un ábaco algo deteriorado decorado con motivos ornamentales animales y vegetales. Sobre el cuerpo inferior octogonal figura el texto de dos inscripciones, redactado en escritura brahmi: la dedicación propiamente dicha y un pasaje del gran poema épico "Mahabarata".

En cuanto a los textos chinos, proceden de los anales imperiales conocidos como "Shih-chi" y "Han Shu". El primero, las "Memorias históricas" escritas por Ssu-ma Chien (Sima Qian según la transcripción Pinyin, 145-90 a.C.) en ciento treinta volúmenes, es la obra más importante producida durante la dinastía Han y la base de la historiografía posterior. El segundo, "Crónicas de la dinastía Han", fue elaborado por Pan Ku (Ban Gu según la transcripción Pinyin) durante el siglo I d.C. y completado a la muerte de éste por Pan Chao. Ambos proporcionan relatos que tienen como fuente el informe redactado por Chang Ch'ien (Zhang Qian según la transcripción Pinyin), enviado del emperador Han, Wu-Ti, a las Regiones Occidentales entre los años 138 y 126 a.C. para establecer una alianza con las tribus Yüeh-chih (los tocarios de los textos grecolatinos) frente a los Hsiung-nu (hunos) y que describe una Bactriana ya ocupada por los nómadas Yüeh-chih. Tales noticias proporciona un "terminus ante quem" para el final del reino griego de Bactriana.

Asimismo, los "Han Shu" podrían informar sobre el final de los últimos reinos griegos en la India, pero, lamentablemente, la interpretación de estos textos plantea numerosos problemas, sobre todo ante las dificultades para reconocer bajo los nombres chinos a los protagonistas de los últimos decenios de la historia del helenismo oriental.

 

2. Fuentes arqueológicas:

Sólo en época reciente la arqueología ha contribuido decisivamente al conocimiento del helenismo más oriental, gracias a las excavaciones soviéticas en Asia Central y las realizadas en Afganistán, Pakistán y la India, que han proporcionado nuevos datos y abierto nuevos horizontes.

Hasta entonces sólo se contaba con los trabajos realizados en Taxila por J. Marshall entre los años 1913 y 1934 y publicados en 1951, en los que se reconocía que el nivel de la ocupación helénica todavía no había sido despejado, alterado como estaba por la reocupación de la ciudad por escitas y partos.

Aunque posteriormente han sido hallados restos arqueológicos griegos en diversos puntos de Asia Central, como Dilberdzhin Tepe (al Sur de Uzbekistán), Takht-e Sanguin (junto al Oxus) o Saksan-Okhur (Tadzhikistán, a orillas del río Panj), fue decisivo el descubrimiento de la ciudad helenística de Ai Khanum a comienzos de los años sesenta del siglo XX, identificada por algunos autores como Alejandría del Oxus, cuya aportación arqueológica y numismática al tema que nos ocupa ha sido fundamental. Se sitúa en la frontera norte de Afganistán, en la confluencia de los ríos Amu Daria (antiguo Oxus) y Kokcha. Parece tratarse de una fundación "ex novo", con evidentes funciones defensivas (vista la acrópolis y las notables murallas), administrativas (centralizadas en el denominado Palacio) y económicas (al hallarse situada en una importante ruta comercial y rodeada por una fértil llanura). Llama poderosamente la atención la existencia de un "heroon" o tumba del fundador griego de la ciudad -de nombre Cineas-, plagado de máximas délficas inscritas por cierto Clearco de Solos; de un gimnasio consagrado a Hermes y Heracles; y de un teatro. En 1970, 1973 y 1974 fueron hallados tres tesoros monetarios en esta ciudad -el tercero vendido clandestinamente en Kabul-, y casi dos centenares de piezas helénicas como resultado de las excavaciones arqueológicas, así como una decena de flanes no acuñados.

 

3. Fuentes numismáticas:

Dada la escasez de fuentes literarias y lo reciente de las excavaciones arqueológicas, tradicionalmente el elemento clave a la hora de estudiar y reconstruir la historia de los griegos de Bactriana y de la India fueron las monedas acuñadas por los soberanos griegos que ejercieron su dominio sobre estas regiones. Para comprender su importancia basta comparar el número de nombres de soberanos griegos que conocemos a través de las fuentes literarias, que no llega a la decena, con los más de treinta -junto a dos nombres de reinas- que figuran sobre las monedas. Es más: la perfección artística de los retratos, la diversidad de tipos iconográficos y epítetos utilizados y las diferencias en cuanto a la datación cronológica y la distribución geográfica de los hallazgos permiten afirmar que, en ocasiones, un mismo nombre se aplica a individuos diferentes, y así se ha identificado a dos Eutidemos, dos Demetrios y dos Apolodotos, entre otros, con lo que el número de soberanos griegos aumenta hasta cuarenta o más, en función de las diferentes interpretaciones.

Además, las acuñaciones no sólo informan acerca del arte monetario, del nombre y número de soberanos y de los emblemas y títulos que éstos utilizan, sino que también muestran dioses y símbolos religiosos griegos y orientales; sugieren posibles vínculos de parentesco entre los diversos monarcas en virtud de los motivos iconográficos utilizados; ilustran sobre las marcas de control de las emisiones; informan acerca del valor, patrón y peso de cada pieza; permiten elaborar modelos de circulación; descifrar alfabetos orientales antiguos, aportar datos sobre lenguas arcaicas y trazar mapas lingüísticos de la antigua Asia central y meridional. De hecho, como ha señalado algún estudioso del tema, cada moneda representa un texto y cada tesoro un archivo de nueva información. Aun cuando clasificar estas acuñaciones en función de la leyenda que portan no resulta del todo satisfactorio -dada la existencia de algunas monedas anepígrafas atribuidas a soberanos griegos de Bactriana y la India-, se pueden distinguir dos grupos:

a) Monedas grecobactrianas:

Son de apariencia absolutamente griega, acuñadas en oro, plata y bronce (y en raras ocasiones en níquel) según patrón ático, en cuyo anverso figura el retrato del soberano que realiza la acuñación -a menudo una auténtica obra de arte-, mientras que en el reverso aparecen representadas divinidades del panteón helénico rodeadas por leyendas con el nombre y epítetos del citado monarca. Las primeras piezas fueron descubiertas a comienzos del siglo XVIII.

b) Monedas indogriegas:

Se distinguen de las anteriores fundamentalmente por la presencia de leyendas bilingües: en el anverso figura el texto griego, mientras que en el reverso aparece ese mismo texto traducido a una lengua india, el prákrito, y en una grafía asimismo india, que puede ser kharoshthi o, más raramente, brahmi. Fueron acuñadas sólo en plata y bronce, nunca en oro, según un patrón local distinto del ático, y a menudo sobre flanes de forma cuadrada, rectangular e incluso triangular. Las primeras fueron descubiertas a comienzos del siglo XIX. En general son de menor calidad que las del grupo anterior, pero de enorme importancia no sólo para el tema que aquí tratamos sino también para la propia historia de la India, pues al presentar los textos griegos con su traducción local, permitieron el desciframiento de los antiguos alfabetos indios por J. Prinsep entre los años 1834 y 1837.

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