Por Nelson Pierrotti
¿Cómo fue construida Montevideo? ¿A qué ideas respondía su plan urbano y su arquitectura?
La idea de ciudad responde a un concepto mental que se fundamenta en razones de índole pragmática. Es un espacio social, producto de una doctrina arquitectónica con un cuerpo conceptual proveniente de una institución educativa, que a su vez responde al pensamiento o filosofía dominante en el ámbito político donde se genera[i]. Es entonces, parte esencial de un proyecto de dominación política.
Montevideo se crea (1724-1730) por la necesidad que los españoles tienen de defender el territorio de la banda oriental del río Uruguay ante el avance portugués. Surge en consecuencia como un asentamiento militar con un núcleo básico de colonos civiles y es desde un primer momento una urbe planificada (no espontánea). No obstante, su progreso edilicio no se produce con facilidad y corre, como es obvio, en paralelo a los cambios económicos y materiales de sus habitantes (véase: Montevideo y sus moradas: las casas urbanas del siglo XVIII.)
De hecho, la ciudad será un polo de atracción para inmigrantes europeos y americanos durante la segunda mitad del siglo XVIII en razón del desarrollo de sus actividades portuarias[ii]. Las mismas fueron un elemento unificador en el mundo del trabajo porque pusieron en contacto a los actores sociales más diversos.
Junto al progresivo incremento de la riqueza vino un correspondiente cambio en la vida material y social, que permitió la existencia de una pluralidad de intereses y gustos. Para fines del siglo antedicho se había formado un cuerpo de comerciantes relativamente fuerte, definido promotor de la transformación urbana finisecular, "beneficiada" a su tiempo con la creación del Virreinato del Río de la Plata (1776) y con el tratado de Comercio Libre (1778) entre España y sus colonias.
Al aludir al florecimiento material de su pueblo, Pérez Castellano indicaba qué elementos y técnicas de construcción se habían empleado en los años 80, para darle expansión. La situación previa de falta de operarios (artesanos y albañiles diestros) y de artículos de construcción estaba siendo superada. Para aquel momento existían cuatro caleras en las sierras próximas a la ciudad que suministraban la materia prima necesaria. El ladrillo, la cal y los hornos de uso industrial o doméstico estaban al alcance de la mayoría. La urbe, dice Castellano, contaba con casas de azotea con cornisas, remates y capiteles, mientras se seguían empleando las maderas del Paraguay (muy valoradas por su duración y su resistencia ante grandes pesos):
"... está tan adelantada que desde la bahía da golpe agradable de vista; porque todas las casas se fabrican ahora de azotea con vistosas cornisas, remates y capiteles muchas de ellas; se les ponen maderas del Paraguay, que son de duración inmemorial, y de gran consistencia para sostener sin movimiento el peso de las tejuelas y argamasa, que se hace con cal de piedra, de que hay cuatro caleras en la sierra".
La piedra calcárea se astillaba con golpes de marrón y una vez pulverizada se mezclaba con tres medidas de arena. La abundante producción de cal y ladrillo, además de los salarios moderados y los técnicos diestros, abarataba los costos de construcción de las casas y abría la posibilidad a la edificación de un mayor número y a una mejor factura técnica de las mismas:
"... a una medida de cal se le echan tres iguales de arena. La piedra de una calera que yo he visto, es una especie de jaspe azul con algunas vetas blancas, y se astilla en lugar de abrirse cuando le dan golpes de marrón o barra. (...) (La) baratez de la cal, y la del ladrillo otro tanto más barato que antes y el haber muchos artesanos y albañiles diestros en su oficio con moderados salarios, facilita la fábrica de casas, que se hacen cómodas y con las oficinas necesarias, de patios anchos y regularmente enlosados o con ladrillos, o con losas labradas a cincel, o con pizarras labradas por naturaleza, y en que el arte no tiene que poner más que alguna escuadra".
Los balcones, elemento distintivo de las casas de Montevideo y Buenos Aires, se hacían cada vez más corrientes, al igual que los patios con parras y uno o dos aljibes:
"... Los balcones de hierro para las casas de alto, y las rejas para las ventanas de la calle son ya comunes (...) En éstas se tiene el gusto de poner patios emparrados de uvas moscateles y de uvas negras (...) Con motivo de las azoteas se van introduciendo aljibes en los patios, y en las casas que los tienen usan de su agua hasta para beber, ponderándola más delgada que la de Canarias"[iii]
Las casas de una sola planta (de forma rectangular) se construían de techo plano, con amplios patios enlosadas o enladrillados. Las casas de alto exhibían balcones de hierro y rejas en las ventanas, además de contar (como en las de una planta) con patios, parras y aljibes.
No obstante, este proceso urbano experimentaría serios contratiempos a comienzos del siglo XIX. Estos golpearían duramente la ciudad. Las invasiones inglesas (1806), la decadencia del poder político español (1805-11), el sitio artiguista (1811-14), la dominación porteña (1814), y luego la lusobrasileña (1816-28) hicieron sentir sus efectos. Más de veinte años de conflictos convirtieron la prosperidad en ascenso de Montevideo en solo un recuerdo de mejores tiempos. No sorprende que en los albores de la independencia uruguaya (1830) el francés Arséne Isabelle atribuyera la falta de prosperidad de la Banda Oriental (tal como lo había dicho Nicolás de Herrera décadas antes) a sus vicisitudes y al poco fomento que España concedió al desarrollo industrial y comercial de sus colonias, pese a la tenacidad de sus habitantes.
Ya en aquel entonces, Montevideo se distinguía por su diversidad arquitectónica, producto de los cambios experimentados en la mentalidad europea y en los modos de vida y de organización política de la ciudad americana. Sus edificios se levantaban dentro de un concepto artístico distinto al de otras urbes hispanoamericanas. Sin duda, el factor económico incidía en las características de su arquitectura, donde se superponían estilos que oscilaban entre el neoclasicismo y la Ilustración dieciochesca.
La puerta de la ciudadela de estilo renacentista estaba formada por un arco simple de medio punto apoyado por dos columnas de orden compuesto, anexas al muro. Las murallas y la Ciudadela, obras de ingeniería militar, fueron construidas por los ingenieros José del Pozo y Bernardo Lecocq (formados en la Academia de Nobles Artes de Madrid, de influencia francesa) con el sistema de Vauben, ampliadas con los adelantos de la ingeniería ítalo-española. La ornamentación arquitectónica inicial demasiado austera, fue también modificada por Bernardo Lecocq a fines del siglo XVIII. El segundo edificio del Cabildo (obra del ingeniero José del Pozo) fue construido en el estilo italiano del Renacimiento con líneas severas de tipo toscano. Por su parte, la Iglesia Matriz (una obra municipal) presentaba tanto elementos clásicos como neoclásicos.
Es de notar que la tradición clásica de los edificios no fue respetada en la Capilla de la Caridad en cuyo interior y frente de estilo greco-romano se situaron elementos tomados del barroco. Ingenieros como José Cabrer, José del Pozo y Tomás Toribio trajeron consigo las ideas que les permitieron construir edificios modélicos que hacían tangible el acontecer pasajero. A fines del siglo XVIII Montevideo también experimentaría la influencia de los arquitectos de la Academia de San Fernando, en un momento en que ya se afirmaba el renacimiento neoclásico europeo[iv].
Proyecto Clío
ACTIVIDADES: 1. Con los datos suministrados crea un gráfico de población y viviendas del Montevideo colonial. 2. Busca información adicional sobre el aspecto general de Montevideo, su planta urbana y sus constructores.
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DICCIONARIO
ARGAMASA: Mezcla de arena, agua y cal empleada en albañilería.
BARROCO: Estilo de ornamentación arquitectónica, caracterizado por la profusión de volutas y otros adornos en los que predomina la línea curva.
NEOCLÁSICO: Se dice del arte o estilo moderno que imita al de los antiguos griegos y romanos. El neoclasicismo nació en Francia en oposición al barroco. Alcanzó su apogeo en el siglo XVIII.
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
LUCCHINI, A. El concepto de arquitectura y su traducción a formas en el territorio que hoy pertenece a la República Oriental del Uruguay. Montevideo, U. R., Facultad de Arquitectura, Instituto de Historia. 1986.
BENTANCUR, Arturo. La inmigración española en Montevideo. En "Sociedad y cultura en el Montevideo colonial". Montevideo. F.H.C.E. - I.M.M. 1998.
MONTERO BUSTAMANTE, Raúl. Arquitectura colonial Montevideana. En "Revista Histórica". Montevideo. El Siglo Ilustrado. 1909.
PÉREZ CASTELLANO, J. M. La Banda Oriental en 1787. Montevideo. C.C.U. 1968.
[i] Lucchini, A. El concepto de arquitectura y su traducción a formas en el territorio que hoy pertenece a la República Oriental del Uruguay, pp. 35.
[ii] Bentancur, Arturo. La inmigración española en Montevideo, p. 226.
[iii]Pérez Castellano, J. M. La Banda Oriental en 1787. Montevideo. C.C.U. 1968.
[iv] Montero Bustamante, Raúl. Arquitectura colonial Montevideana. En "Revista Histórica". Montevideo. El Siglo Ilustrado. 1909, pp. 451-458.