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 Por Lic. Nelson Pierrotti

 ¿Cómo llegaron y se difundieron los oficios en la sociedad colonial?¿Quiénes fueron sus enseñantes? ¿Cómo se organizaron para defender sus derechos? 

Oficio:En el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española, escrito entre los años 1726 y 1739, se definía el término “oficio” como:  el “trabajo y ejercicio en que se emplean varios artífices según las reglas del arte que cada uno profesa, como el oficio de ebanista”  (Madrid, pp. 216).  Así el término equivalía a artesanía, trabajo y ejecución de una tarea según las reglas propias de ese arte (o técnica).

 

El estudio de las ocupaciones de los habitantes de Montevideo colonial permite por una parte, conocer las principales características de su actividad económica y la relación que existía entre patronos y empleados. Por otro lado, es posible entrever por este medio la conexión entre la estructura económica de una sociedad comercial en desarrollo y los cambios materiales que se producían en la vida diaria de sus miembros. Aún un análisis parcial del inventario de los instrumentos, máquinas y otros objetos empleados en cada oficio y profesión o en la vida diaria (agrupados por rubro y por época) resulta esclarecedor de estos aspectos.

 

En especial por el hecho de que la aparición de ciertos artículos en la esfera de lo cotidiano pauta una tendencia hacia la mejora en la calidad de vida. Mientras que el crecimiento de la población favorecía el aumento de la demanda de tales artículos[i]. Hay que tomar en cuenta que con los objetos mismos van a arribar tradiciones tecnológicas superpuestas. De este modo, tecnologías domésticas y de talleres de oficios de tipo medieval se "superpondrán" en la interacción cotidiana con otras tecnologías de inspiración renacentista y moderna aplicadas desde el ámbito profesional y el comercial pro-industrial.

 

ARTESANO

Durante la Colonia se aplicaba el término de artesano a todo oficial mecánico, que ganaba su vida con el trabajo manual; y, dice el Diccionario de Autoridades, “con especialidad se entiende del que tiene tienda pública, y se emplea en tratos mecánicos. Llámase también Menestral”. En ocasiones también se aplicaba el término “artífice” “a los susodichos oficiales y a cualquiera otros artesanos, obreros, menestrales” (Diccionario de Autoridades, Madrid, 1726-1739, pp. 424.) El tener tienda abierta en la ciudad le daba reconocimiento social al artesano, y algunos llegaron a tener un alto nivel de vida, convertidos en dueños de talleres con varios empleados. Otros también participaron en la vida política de Montevideo como integrantes del Cabildo.

El artesano hace por su cuenta objetos de uso doméstico, domina todo el proceso de elaboración y vende el producto manufacturado a un precio que él mismo fija. De acuerdo a esto, el menestral se diferencia del obrero fabril que recibe un salario y no ve el beneficio pleno de su labor.

Los artesanos son trabajadores y productores independientes, en su mayoría propietarios de sus herramientas y de su capacidad de trabajo. Los oficiales y los aprendices que laboran a su lado no están en la misma situación. Dependen directamente del patrono-artesano. En algunos casos se dan relaciones de dependencia entre diversos artesanos que recuerdan las de los empresarios precapitalistas. Así algunos artesanos de Montevideo se encargan de suministrar materias primas a zapateros y sastres, obteniendo los productos manufacturados que luego pueden vender a las autoridades coloniales. El ejemplo más citado es el de un maestro curtidor de la ciudad que abastece de material de trabajo y herramientas a varios zapateros de Maldonado[ii].

MECÁNICO :

El término “mecánico” se aplicaba regularmente, en el siglo XVIII, a los “oficios bajos de la República, como zapatero, herrero, y otros”. Los oficios se diferenciaban en propiamente mecánicos y en los que se ejercían desde las Artes Liberales. El concepto mismo de “arte” incluía lo que hoy llamamos técnica y tecnología.

Los oficios eran menospreciados por las clases dirigentes, y se los tomaba, como dice el Diccionario de Autoridades, por cosa “baja, soéz e indecorosa”, lo que refleja el poco aprecio en que se tenía el trabajo manual o artesanal, no solamente en España sino también en   Hispanoamérica. (Véase: Diccionario de Autoridades, Madrid, 1726-1739; pp. 523. B)

Sin embargo,  a comienzos del siglo XIX encontramos en el Río de la Plata una valoración diferente de los oficios y las artes manuales, en las páginas del incipiente periodismo regional. En el número 1 del “Telégrafo Mercantil” (pág. 13, 1801) se lee que: “Sabemos que hasta los más viles desperdicios de estas calles, los sabe utilizar otra mano industriosa y diligente:  sabemos, que aquella antigua idea de conservar pobre, grosero e ignorante al Pueblo, en orden a su seguridad, es una mera quimera; es un absurdo destestable y expresa contravención a la ley natural, que confirió derecho a todo hombre para ser instruido, tanto en las obligaciones morales y económicas como en aquellas Ciencias y Artes, con el que él concibe que puede ser feliz, y útil a sus semejantes; sabemos que la instrucción a los Labradores, manufactureros y Soldados comunes es siempre útil al Estado, a pesar de aquellos Legisladores y Políticos, que solicitaban fuesen reputados como máquinas (...)”

La idea central de aquellos primeros periodistas rioplatenses estaba centrada en alcanzar la felicidad del Estado y de los individuos a través del desarrollo de las ciencias, la industria y el arte, a través de la educación general. Esta visión implica una reflexión típicamente ilustrada que ve en la tecnología y en la instalación de fábricas una mejor explotación de los recursos y una racionalización del trabajo.

Durante los siglos XVIII y XIX llegan al puerto de Montevideo marinos y artesanos europeos y americanos que se suman a esta sociedad colonial (sea transitoria o permanentemente) y participan en su vida económica. También hay otros de procedencia indígena o africana. Si bien su número relativo no es tan corto, su influencia tanto en el conjunto de los artesanos como en el proceso productivo de la ciudad no resulta notoria. Pero con probabilidad, esto se debe más a la falta de documentación específica generada en la época que a una situación de hecho. Cientos de guaraníes (cuya destreza técnica se pondera a veces) participan en los trabajos de construcción de Montevideo y Maldonado. Algunos de los habitantes de Soriano son guaraníes venidos desde las Misiones entre los cuales hay compositores de música registrados y a los que el Cabildo paga un sueldo. De hecho, en este pueblo los chanaes llegan a constituirse como vecinos, con representación en el Cabildo.

 En aquellos tiempos la clase media urbana se componía de comerciantes minoristas (como los pulperos, los almaceneros, tenderos, boticarios y vendedores), artesanos y gente de oficio (maestros de obra, horneros, picapedreros, canteros, oficiales albañiles, carpinteros, pintores, calafates, sastres, zapateros), profesionales y curas. 

 Sabemos también que no pocos de los peones y artesanos que viven a extramuros de Montevideo vienen del Paraguay y son probablemente guaraníes. Se consignan asimismo casos de indígenas menores de edad que son puestos a cargo del Defensor General de Pobres y Menores, en régimen de dependencia con la finalidad de que aprendan un oficio y "se hagan útiles a la Sociedad y al Estado"[iii]. Sin embargo, la participación del indígena en la vida laboral montevideana no recibe mayores reconocimientos. De mayor entidad (o más documentada) es la participación de los africanos. Un número considerable de jóvenes morenos (esclavos o libres) ocupa un puesto de trabajo en panaderías, carpinterías, barberías, zapaterías y herrerías.[iv] O son puestos al cuidado de maestros artesanos con el fin de que aprendan un oficio, se ganen la vida o colaboren con sus "amos" en el mantenimiento del hogar[v]. Para no pocas familias negras los oficios artesanales llegan a ser el mecanismo de movilidad social más accesible, dentro de ciertos límites. Sin embargo, la composición étnica predominante entre los artesanos y los obreros es la de origen blanco.

 

OBRADOR. En la época colonial se denominaba “obrador” a la “oficina o taller” donde se realizaban trabajos artesanales (de tipo manual), como los correspondientes a los oficios de carpintería, herrería, metalistería y otros semejantes. (Véase: Diccionario de Autoridades, Madrid, 1726-1739, pp. 216).

 

La organización formal de los gremios de artesanos es propuesta oficialmente en 1780 por el virrey Juan José de Vértiz. Su intención de revitalizar la actividad artesanal es por sobretodo una medida de tipo económico. Y para eso es necesario organizar formalmente a todos los oficios en gremios legalmente constituidos. Pero la medida es resistida por la mayoría. Pese a esto zapateros y plateros la acatan pronto y elevan a las autoridades sus reglamentaciones.  

De todas formas los llamados gremios de oficios rioplatenses no son fuertes. En Buenos Aires y Montevideo colonial su existencia se hace constar a nivel documental pero no hay indicios de actividades corporativas de peso. Uno de los escollos más difíciles de superar (según lo señalan algunos investigadores) es su fragmentación interna (de naturaleza social) que inhibe la buscada y no lograda vitalización de la vida gremial. Parece probable al menos para Montevideo, que los artesanos teman que la organización de su actividad laboral conduzca a una la fijación de impuestos, lo que perjudica sus intereses sectoriales e individuales. (Véase: La enseñanza de los oficios en Montevideo colonial.)

 

ACTIVIDADES 

  • Explicar brevemente el lugar relativo que los artesanos tenían en la sociedad colonial

  • ¿Qué preguntas pueden surgir a partir del estudio de su situación social y laboral?

 Proyecto Clío

 BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES:

 ARDAO, A. Etapas de la inteligencia uruguaya. Montevideo. 1965.

ARREDONDO, H. El transporte a sangre en el antiguo Montevideo. Montevideo, 1959.

BAEZA, M. El aporte jurídico argentino en la cultura uruguaya.(1821-1852) Buenos Aires. Elche. 1957.

BENTANCUR, A. La inmigración española en Montevideo. En "Sociedad y cultura en el Montevideo colonial". Montevideo. F.H.C.E. - I.M.M. 1998

BENTANCUR, A. El puerto colonial de Montevideo. Montevideo. F.H.C.E. 1997.

BENTANCUR, A. El puerto colonial de Montevideo (1790-1806). Montevideo. Tomo I, 1998; tomo II, 1999.

BOIX, E. Bosquejo histórico de la arquitectura en el Uruguay. Montevideo. Sociedad de Arquitectos del Uruguay. 1920.

FERRÉS, C. Epoca colonial. La Compañía de Jesús en Montevideo. Montevideo. C.C.U. 1975.

LAMAS, M. - PIOTTI, D. Historia de la industria en el Uruguay. 1730-1980. Montevideo. Publicación de la Cámara de Industrias del Uruguay. 1981.

REYES ABADIE, Washington. Crónica General del Uruguay. Montevideo.

 Archivo General de la Nación (Uruguay).

Archivo Judicial

Actas del Cabildo, documentos particulares, testamentos, correspondencia diversa.

 


[i] Hoberman, L. y  Socolow, S. Ciudades y sociedad en América Latina colonial. P. 7.

[ii] Lamas, M. - Piotti, D. Historia de la industria en el Uruguay. 1730-1980.,  p. 20.

[iii] AGN AJ PEP 1797. T. 2, f. 544.

[iv]Compárese con "El Telégrafo Mercantil". N° 27, p. 216. 1801.

[v]AGN AJ PEP 1794. T. 1, f. 132.  1806. T. 2, f. 965. 1809. T. 1, f. 479.