A principios de la década de los ochenta el historiador Peter Burke afirmaba que el ascenso de la historia económica, social y cultural sugería una forma de 'decadencia' de la historia política[1] aunque ésta se renovara con el auge de la 'historia contemporánea', y que ambas compartían un problema de fondo: "los conceptos, la crítica de los nuevos tipos de fuentes y tantas otras cosas que aún no se han resuelto"[2].
Ya en la
década de los noventa Burke constata la creciente fragmentación de los campos
de interés de la historia, (de la publicidad, del medio ambiente, de la
ambición, la cólera, la angustia, el miedo, la gula, la hipocresía, el amor, el
orgullo...) y precisa que el nuevo paradigma que se opone a la historia
tradicional (narrativa, basada en fuentes documentales, 'objetiva', unicausal)
adolece de problemas de definición, de fuentes, de método y de exposición.[3]
Lawrence
Stone interpreta, a principios de la década de los ochenta, que esta
fragmentación es producto de una influencia de las ciencias sociales en la
Historia, especialmente de la Antropología en la década de los setenta, de la
Economía en la década de los treinta, de la Sociología en los cincuenta y la
Demografía en los sesenta[4].
Sin embargo opina que estas influencias de las ciencias sociales en la Historia
han sido positivas en cuanto al método, por cuanto ha obligado a los
historiadores a hacer sus aserciones y presunciones más explícitas, a definir
sus términos con mayor cuidado, a refinar sus técnicas de investigación, a
establecer comparaciones sistemáticas en el espacio para aislar lo único de lo
general, a ser más metódicos y apoyar en lo posible con cifras las afirmaciones
y, sobre todo, a proporcionar hipótesis que sean verificables contra los
testimonios del pasado.[5]
Esta
fragmentación de los campos de estudio no tiene necesariamente que entrar campo de condensación, no hay ningún sector
de actividad que no haya tenido relación con la política y el campo de la
historia política irradia en todas direcciones y por tanto debe ser enmarcado
en una perspectiva global[6].
Rémond ejemplifica sus opiniones en la importancia del estudio de las
elecciones que son, para el ciudadano francés "à l'acte par lequel il
choisit ses représentants et exprime ses volontés" y aborda su estudio
considerando múltiples perspectivas (religiosa, cultural, generacional...). El
volumen e importancia de los estudios realizados en su país sobre las consultas
electorales le llevan a considerar este campo como "une spécialté
francaise".
En la década
de los ochenta Javier Tusell consideraba que las expectativas suscitadas por la
historia cuantitativa y el retorno a lo narrativo no habían dado los resultados
esperados y que la relevancia dada desde la escuela de los Annales a los
factores económicos y sociales no habían estado apoyados en monografías.
Respecto a la historia política, concretamente la contemporánea, considera que
tiene un exceso de divulgación, que ha admitido a no profesionales y que ha
caído en el ensayismo. Comparte con Stone la importancia del método, de
utilizar fuentes inéditas y recurrir a la comparación sobre todo en el caso
español subraya la necesidad de acabar con el provincianismo.
Tusell opina
que es obligado repensar la historia contemporánea y en especial la
historiografía del siglo XX realizando una historiografía más profesional, más
exigente consigo misma, más deseosa de innovación verdadera que de una
pretensión metodológica omnicomprensiva[7].
Ejemplo de
esta propuesta de hacer Historia es el estudio del autor sobre "La Dictadura de Franco", un
ensayo de una interpretación general de franquismo desde la perspectiva de la
ciencia histórica y un ejemplo del predominio del factor político sobre el
interés de clase en política económica. El análisis de la dictadura de Franco
es, para el autor, uno de los grandes retos de la historiografía española
fundamentalmente por la proximidad temporal y por la abundancia de juicios
morales, deformaciones y simplificaciones.
A diferencia
de los autores citados, en Tusell si alguna ciencia social sirve de ayuda al
historiador ésta es, sin duda, la ciencia política.
El método
Consecuente
con las exigencias de cientificidad en la Historia el autor inicia el estudio
abordando la definición de los regímenes e ideologías de la derecha y la
distinción de las características fundamentales del régimen político
franquista. El análisis comparativo se realizará con regímenes dictatoriales
parecidos en contextos culturales y sociales semejantes, como Italia y
Portugal.
El ensayo
sobre el franquismo pretende, además, resolver una doble incógnita: de qué
forma, manteniendo invariable lo fundamental del régimen franquista, éste
modificó su apariencia externa y cómo pudo darse el mayor crecimiento económico
y de transformación social de la época contemporánea española.
La Dictadura
de Franco propone como método de análisis el establecimiento de categorías
taxonómicas, surgidas a partir de la comparación y de tipos ideales. Los tipos
ideales son un producto del pensamiento, obtenido por la acentuación de
determinados elementos de la realidad, que permiten percibir los elementos
específicos para medir la realidad, como, por ejemplo, el totalitarismo.
La primera
parte del libro se dedica al utillaje conceptual en el que presta especial
atención a la precisión en las definiciones. Definir un régimen político como
el juego entre instituciones que tienen como actores a los protagonistas
históricos, le permite al autor establecer una separación conceptual entre lo
que fue el fascismo y la dictadura sobre todo teniendo en cuenta el peso de los
diferentes proyectos y tipos de derecha.
Esta
aproximación conceptual le permite considerar la Dictadura de Franco como una
dictadura personal. El estudio del franquismo exige, por tanto, acercamiento
biográfico a la persona de Franco tarea a la que se dedica la segunda parte del
libro.
La
comparación con los rasgos significativos de otros regímenes le permitirá, con
del rigor metodológico, adscribir al franquismo a una categoría determinada.
Las fuentes
El problema
inicial del estudio del franquismo, a diferencia del fascismo italiano, es el
menor grado de accesibilidad de a las fuentes, sobre todo las que corresponden
a la segunda etapa del franquismo.
En cada una
de las tres partes del texto el autor va a utilizar preferentemente fuentes de
distinto tipo. En la definición de conceptos de la primera parte se utilizarán
fuentes bibliográficas procedentes de historiadores y científicos de la
política.
En la
segunda parte, la peculiaridad del franquismo, abundan las fuentes primarias,
principalmente memorias como las de Vegas Latapié o Fernández Cuesta, algunas
de ellas inéditas, como las del Conde de Rodezno. En este apartado también recurre
a los apuntes íntimos de Franco, a las conversaciones con su primo y secretario
personal Franco-Salgado, o a la correspondencia privada con D. Juan. La
utilización de declaraciones de sus próximos como Serrano Suñer, Ruidrejo,
Navarro Rubio, Utrera Molina, el diario íntimo de Pemán, de sus opositores como
del diario de Cambó o Madariaga, lo que no excluye testimonios de personajes
que sufrieron una evolución durante el régimen como el General Díez Alegría,
duque de Alba, Calvo Serer, Kindelán, Areilza lo que es coherente con el
planteamiento metodológico del autor y la importancia que le da al uso de
fuentes inéditas por parte del historiador.
Es
interesante comparando las fuentes utilizadas en esta segunda parte con los
estudios sobre Franco de Stanley G. Payne, mucho más parca en fuentes
primarias, y la más reciente de Paul Preston donde abundan las referencias a
los archivos de Inglaterra, Italia, Francia, Alemania y Estados Unidos pero con
menos referencias a archivos privados y personas del entorno del dictador.
En la
tercera parte se apoya principalmente en estudios monográficos.
En análisis del Franquismo
No se puede
entender el nacimiento y desarrollo de la dictadura sin conocer las
dificultades de crear un proyecto a largo plazo que coesionara a los diferentes
sectores conservadores de la sociedad española. En efecto, las propuestas de
salida a la crisis de estado liberal fueron múltiples y divergentes:
falangistas, militares, católicos y monárquicos no fueron capaces de concretar
un proyecto común que permitiera el juego político a largo plazo.
Esta crisis
se dio en la derecha europea, lo peculiar del caso español es que no hubo un
sector, como el fascismo o el nazismo, que se impusiera al resto. La dictadura
permitió aplazar durante décadas la solución al problema institucional para
detenerse en los aspectos concretos. La calidad táctica de Franco facilitó la
labor de intermediación y arbitraje en ausencia de instituciones que
articularan y resolvieran la discrepancia. El fantasma de la guerra civil
facilitaba su permanencia e impedía una vuelta atrás.
Es por ello
que el autor se centra en primer lugar en el estudio de la derecha europea y el
camino de la derecha española hacia la dictadura. El análisis de los orígenes
de la coalición conservadora que sirvió de base al régimen le sirve al autor
para establecer una diferencia inicial con el fascismo, caracterizado por el
dominio total del partido fascista frente a la dictadura que fue una coalición
de derechas arbitrada por un militar.
Dentro del
marco europeo de la época Tusell establece las diferencias con regímenes donde
las connotaciones fascistas fueron menores, como los casos rumano, húngaro,
polaco, francés y austriaco para, apoyándose en las tesis de Linz, establecer
una diferenciación conceptual entre el autoritarismo, o las dictaduras no
totalitarias y el fascismo. Con la referencia a las tesis de autores como Linz,
de Miguel, Martínez Alier, etc. , termina la primera parte.
I.
Derecha contemporánea y dictadura
El camino de la derecha hacia la dictadura
La crisis
del estado liberal provoca, a principios del siglo XX, diversas actitudes en
las derechas europeas que, tanto Rémond como Weber y otros autores, vienen a
clasificar en tres tipos: de resistencia, ultras y radicales. Estas actitudes
estuvieron en el origen de los regímenes fascistas, semifascistas y de
dictadura y puede establecerse una relación entre estos el triunfo de los
mismos y el mayor o menor peso o dominio de alguno de los tipos de derecha
citados. A diferencia de los regímenes fascistas, la dictadura de Franco tuvo
en sus inicios un mayor peso de la derecha radical.
Los orígenes de la derecha. Comienzos de siglo
A principios
de siglo, la crisis del estado liberal, manifestada en la inestabilidad
parlamentaria o el terrorismo, produjo diferentes respuestas por parte de la
derecha, desde una reacción conservadora, de resistencia, partidaria de
restricciones constitucionales, y una derecha reaccionaria o 'ultra' hasta una
derecha radical que venía presagiada por el bonapartismo y cuyo precursor sería
Maurice Barrés. La identidad de propósitos y programa de las diferentes
derechas estaba dificultada por la divergencia radical en los métodos.
Entre los
diferentes sectores de la derecha mencionados fue la derecha radical la que
alcanzó mayores apoyos. Sus ideas eran actuales ya que enlazaban con el
vitalismo y el irracionalismo del fin de siglo. Supieron utilizar el pensamiento nacionalista para, desde su
transformación, conseguir nuevos apoyos. Utilizaron elementos irracionales como
el antisemitismo y conectaron con una sociedad que empezaba a ser de masas,
alcanzando apoyo incluso en masas urbanas e industriales a través de los
sindicatos amarillos. Esto no les impidió conseguir importantes apoyos
intelectuales. Este apoyo social les sirvió para plantear un estado autoritario
donde las soluciones a los problemas de las Instituciones liberales no fueran
de excepción.
Por otro
lado y tras la primera guerra mundial, las ideas corporativistas tradicionales
fueron aceptadas por sectores no conservadores por la necesidad de establecer
una negociación entre sectores económicos al margen del parlamento. De esta
forma, las tesis católicas tradicionales tuvieron un matiz de modernidad.
El auge de
la derecha radical coincidió con aparición de dictaduras que ponían en crisis
la creencia generalizada en el modelo liberal parlamentario. Este modelo había
entrado en crisis por la inestabilidad gubernamental, el fraude electoral y el
excesivo número de partidos que dificultaba la gobernabilidad y resultó ser
difícilmente viable en la Europa del este por sus condiciones sociales y
políticas.
La derecha en España
En España y
hasta 1931 derecha española fue esencialmente conservadora, lo fueron tanto
Dato como Maura pero no algunos de sus seguidores, hasta ese momento hay
algunos rastros de la derecha radical, en las juventudes mauristas, los
sindicatos libres barceloneses, los carlistas, algunos intelectuales (D'Ors y
Maeztu) y otros grupos minúsculos.
A partir de
los años treinta se puede considerar que Acción Española y el monarquismo
alfonsino junto a los carlistas y una parte de la CEDA, en especial la sección
juvenil ya forma la derecha radical. La derecha conservadora estaría en torno
al núcleo gilrroblista. El peso del fascismo español fue menor, aunque Falange
creciera mucho durante la guerra civil. En cambio el componente de derecha
radical en los inicios del régimen de Franco fue superior al de los regímenes
fascistas.
Fascismo y
totalitarismo
Estas
características iniciales diferentes del fascismo alejan al régimen de Franco
de las características del fascismo. La voluntad totalitaria de éste hizo que
las actitudes respecto al Partido, el Estado, la Iglesia, el Ejército y la
movilización de masas lo sitúen bajo el totalitarismo a distancia de las dictaduras.
El fascismo
no fue un régimen de dictadura no comunista y no tercermundista y tampoco
domina el componente militar. De hecho somete a cualquier otro poder. Sus
componentes paramilitares lo ponen en conflicto con el Ejército. También y
según Linz, el clericlalismo resulta incompatible con el fascismo porque priva
este de la legitimidad propia.
El fascismo
supuso un movimiento de ruptura: antimarxista y antiproletario, anticlerical
con matices, opuesto a la derecha conservadora tradicional y por eso
antiparlamentario, anticonservador y antiburgués.
El fascismo y la movilización política
Pese a sus
paradojas (era un movimiento nacionalista con vertiente internacionalista,
elitista y antidemócrata pero populista, con elementos modernos y antimodernos)
claramente el fascismo fue un régimen movilizador y racista que aprovechaba la
búsqueda de una identidad colectiva y un sentimiento de comunidad que
proporcionara un mayor grado de envolvimiento y protección que el individualismo
liberal. Para ello recurría a la exaltación de la juventud, es patente su
carácter de revuelta generacional, e intentaba captar la psicología de las
masas a través de una peculiar simbología y coreografía.
La clase dirigente del fascismo
Para Lipset
el fascismo sería "el extremismo del centro", es decir, el producto
de la radicalización de unas clases medias que fueron, a la vez, la
consecuencia y el impulso de la modernización. Pero el origen social de sus
dirigentes y sus apoyos sociales era diverso. La clase dirigente del nazismo
podría estar compuesta por una serie de marginados sociales con una formación
incompleta o lograda a trancas y barrancas. Los apoyos sociales que recibieron
El fascismo y el nazismo fueron muy diversos. En Prusia el nazismo estuvo
favorecido por el voto agrario. En el caso del fascismo británico evolucionó
con el tiempo desde las clases populares al pequeño comercio.
La ideología fascista
El fascismo
se basó en un componente cultural dominante. Su caldo de cultivo fue la crisis
de civilización que produjo el repudio de la tradición liberal. Se apoyó en el
irracionalismo, el auge del nacionalismo y la voluntad de llegar a una supuesta
democracia superior a la formal, basada en un sentimiento de comunidad. Su
crecimiento fue mayor en los países que participaron en la primera guerra
mundial (y en los que se dio un aumento del nacionalismo y la 'brutalización de
la vida') que en los que habían tenido una política exterior neutralista. De
hecho tenía mas trabajadores que los partidos comunistas, pero su éxito en
Europa occidental estuvo muy limitado por su reciente incorporación a la vida
política.
Su voluntad
de ruptura con el pasado, su repudio de las tradiciones intelectuales y
políticas admitidas hasta entonces, la sustitución de las clases dirigentes
tradicionales y la consideración de la política como ' un saber de salvación
individual y colectivo' otorgan al fascismo características revolucionarias.
Pero su ruptura con el pasado fue menor que en los regímenes comunistas porque
la procedencia social de sus miembros fue también muy diferente.
La ideología
fascista comparte con el totalitarismo su ideología exclusiva, autónoma y
monística que constituye una completa interpretación del mundo, pero la
'calidad' ideológica del fascismo es inferior y, quizá por eso, también es
menor su totalitarismo.
El fascismo y el partido único
Dentro del
Estado el partido único es un elemento cardinal y su función es la movilización
de masas, un partido dirigido por un equipo reducido o con un liderazgo único,
apoyado en el principio de caudillaje, que marca los destinos de la nación
imponiendo sus principios de forma policíaca. El control de la maquinaria
administrativa o de Ejército por el partido fue mayor que el del partido nazi,
y de hecho el Estado fascista fue siervo de la idea expresada por el partido.
Por tanto,
el Estado fascista, es para Tusell una subespecie dentro del totalitarismo. La
voluntad totalitaria es lo que diferencia al fascismo de los movimientos de
derecha radical que hubo en Europa hasta los años treinta, aunque comparta los
mismos orígenes.
Fascismo y capitalismo
Para Tusell
en el análisis del fascismo abundan los planteamientos ideológicos y escasea el
empirismo. Especialmente las que los consideran como una fase del capitalismo
como las de Horkheimer (el fascismo es el capitalismo en el momento en que fue
sentida por la burguesía la necesidad de planificación), de Guérin (el fascismo
se identificó con la dictadura temporal del capitalismo, cualquier forma de
aceptación temporal de éste conducía a la derrota), o de Solé Turá (no ha
habido fascismo alguno que tuviera un carácter contrario a la propiedad
privada, resulta patente el carácter 'instrumental' del mismo a favor de los
intereses de la burguesía).
Si el fascismo
fuera una fase del capitalismo "éste queda condenado como forma de
organización económica para el resto de la Historia". Mas bien el fascismo
es un producto de la 'autonomía de la política', de la imposición de unos
principios ideológicos por encima y al margen de las leyes del capitalismo. De
hecho los grandes capitalistas no apoyaron inicialmente al fascismo, aunque
luego se reconciliaran con él, pero este fue un proceso de adaptación no una de
las causas del fascismo.
Los
regímenes seudo, semi o parafascistas
Regímenes no fascistas y España
En los años
treinta y cuarenta se dan en Europa bastantes casos de regímenes autoritarios
en sociedades postdemocráticas que serían difícilmente pensables en otros
ámbitos temporales.
Son los
casos de Rumanía, Hungría, Polonia, Francia y Austria que tienen en común ser
dictaduras sin las pretensiones totalitarias que pudieron tener el fascismo y
el nazismo. Son reveladores los enfrentamientos entre movimientos fascistas y
de derecha radical que se dieron en estos países.
Por ello, el
autor los denomina seudo, para o semifascistas lo que también permite situarlos
en una etapa de la vida de Europa.
En Europa
del Este estos regímenes tuvieron en común que se dieron en Estados que
suministraban los principales medios de existencia y cuyo poder estaba en manos
de unas clases tradicionales y en los que se sublevó una generación joven y sin
empleo.
El caso
rumano, y por los enfrentamientos entre las tendencias fascista y militar, se
acercaría al español si no fuera porque los falangistas no podían ni querían
provocar insurrecciones de la violencia de las de 1941 en Rumania.
El
autoritarismo de la Hungría de Horty, como los de Letonia o Lituania, se
distancia más del caso español ya que el autoritarismo iba dirigido a frenar el
paso al fascismo radical interesado en destruir los intereses tradicionales y
seudoliberales.
El régimen
polaco, laico y con un ejército a favor de la independencia nacional, se parece
a la España de Franco en su carácter no fascista pero esta similitud negativa
no pero permitió la subsistencia de organizaciones independientes y un cierto
ejercicio de los derechos individuales
El caso francés
y el español
El régimen
de Pétain presenta diferencias importantes respecto del de Franco. No fue una
dictadura militar, pese a la pertenencia del mariscal al ejército, ni produjo
una legislación clerical, aunque sí intentó lograr un acercamiento de la
Iglesia a la legislación republicana a través de algunas rectificaciones.
Tampoco este
régimen puede ser considerado como fascista. De hecho, la derecha radical
francesa fue quien desempeñó un importante papel, que, mas que impuesto por
Alemania, tenía sus raíces en las ideas de Maurras y el propio Saint Simon que
oponían al parlamentarismo republicano una mayor exigencia de eficacia y
tecnificación.
En general,
los regímenes aludidos, junto al austríaco, corresponden a un modelo
autoritario o de dictadura no totalitaria o, como mínimo, se parecen más a él
que al fascismo propiamente dicho.
En algunos
países, y ese parece ser el caso de España se vivieron 'situaciones
pretotalitarias'' que no llegaron a prosperar porque la situación de partida
era diferente a la italiana o alemana, o por la evolución cambiante de la
segunda guerra mundial.
Las dictaduras no totalitarias en los años sesenta y
setenta
La
definición de este tipo de regímenes se ve dificultado por la inexistencia de
un cuerpo doctrinal.
Una de las
definiciones mas utilizadas es la de Linz que, sin embargo, utiliza la palabra
'dictadura' sólo para referirse a un tipo de régimen no institucionalizado y
prefiere utilizar el término autoritaritario para definir a los regímenes
caracterizados por un pluralismo limitado, con un partido unificado que acepta
ciertas formas de oposición, resultado de la agrupación de tendencias, más que
un partido único, cuya acción política no está orientada por una ideología
elaborada, precisa y codificada en un texto doctrinario sino por una minoría
dirigente o una personalidad que ejerce el poder dentro de uno límites
imprecisos, inspirado más por una mentalidad que por una ideología.
A diferencia
del fascismo este tipo de dictaduras no se basa en un ideario sino en la
reacción militar ante un 'enemigo interior', terrorismo o guerrilla, contra los
que consideran legítima la utilización de cualquier medio, ni son regímenes de
partido único sino que repudian su existencia.
Los
regímenes autoritarios no tendrían una voluntad de socialización política, al
revés, propiciarían la apatía o la pasividad. El Estado no tendría la voluntad
de ocupar la sociedad, aunque si propiciaría la utilización de elementos
tecnocráticos nacidos de la burguesía estatal, aplicando políticas que
combinarían la introducción de capital extranjero con un fuerte peso del sector
público, lo que aleja a estos regímenes de la sumisión de la economía al
Estado.
A este tipo
de regímenes Tusell prefiere denominarlos
dictaduras no totalitarias, Perlmutter distingue entre regímenes
pretorianos simples o autocráticos, oligárquicos y de corporativismo pretoriano
(el ejército ejerce de poder y no un jefe militar) mientras que Huntington y
Moore distinguen cuatro tipos de regímenes militares, combinando la decisión de
devolver o no el poder a las autoridades políticas y la voluntad de ampliar la
movilización política de las sociedades en que actúan.
Determinados
regímenes pertenecientes al Tercer Mundo y que obtuvieron la independencia tras
el periodo colonial pueden tener la condición de dictaduras no totalitarias.
Causas y finalización de los regímenes militares
Los
regímenes militares suelen ir precedidos de una crisis política que crea un
vacío de poder y que es ocupado por el ejército a través de un golpe militar
que generalmente se autodefine como regeneracionista. Por ejemplo, en los casos
argentino y chileno el origen fue una reacción militar, contra una experiencia
populista caracterizada por su carácter caótico en el primer caso, y por la
tensión entre izquierda y derecha en el segundo. En Hispanoamérica resulta
paradójico el carácter endémico y la voluntad circunstancial de estos
regímenes.
En el caso
del peronismo argentino, este tiene su origen en la ausencia de integración en
el Estado de la población inmigrante y se caracterizaría por la combinación de
la dictadura militar con el populismo nacionalista.
En el caso
de la dictadura brasileña su condición autoritaria combinaría la suspensión de
las libertades con una voluntad desarrollista típica de la década de los
sesenta.
El caso de
la dictadura chilena se asemejaría al franquismo por su alta personalización
del poder. Su peculiaridad respecto a los regímenes de dictadura en
Hispanoamérica en la última mitad de siglo estaría en la promoción de un
ideario derechista y radical y en el recurso a la movilización ocasional de
masas.
El caso de Sudáfrica
no es tanto el de un régimen autoritario, como la restricción de los límites de
la democracia y del estado de derecho
en función de elementos reciales o étnicos.
Los
regímenes militares suelen definirse como transitorios. Hunneus ha denominado la
"parálisis decisoria" al momento de desaparición del fundador o del
recuerdo de las causas que originaron el régimen
El debate sobre la naturaleza del franquismo
Se podrían
agrupar en dos grupos las opiniones de los historiadores del franquismo
respecto a la naturaleza del franquismo.
Las
opiniones del primer grupo, que incluirían los estudios de Amando de Miguel,
Salvador Giner, Manuel Ramírez o Juan Beneyto, bascularían en torno a la
hipótesis de régimen autoritario de Juan Linz (pluralismo limitado y peculiar,
mentalidad más que ideología, no movilizador sino que propicia la apatía,
partido no totalitario, con un líder o un grupo que ejerce el poder).
Amando de
Miguel, ha sido el divulgador de la tesis de Linz. En su 'Sociología del
franquismo', adscribe los ministros a familias políticas y los 'componentes
ideológicos' del franquismo aceptando la tesis de Linz acerca de la mentalidad
aunque critica que el modelo del Linz pueda servir indistintamente para
regímenes de procedencia izquierdista y conservadores.
Manuel
Ramírez diferencia varias fases en el régimen de Franco, totalitaria, 'empírico
conservadora' y franquismo tecno-pragmático. Sin embargo, las diferencias con
Linz son más bien semánticas para Tusell.
Para Tusell
el lenguaje de Salvador Giner es más duro pero hay una identidad con los
planteamientos de Linz. Giner define el franquismo como 'despotismo moderno'.
No era una pura dictadura militar o burguesa porque el régimen se apoyaba en
unas 'clases de servicio' extraídas de un espectro amplio de la población
aunque tenía un componente de dominación de clase: no es un régimen de clase
media y en él el componente de 'apropiación cleptocrática' es de primera
importancia.
Socialmente,
y para Guy Hermet y Richard Hunter, el franquismo tenía limitado su carácter
social a un determinado espectro de la sociedad.
Juan Beneyto
se asemeja a la 'mentalidad' enunciada por Linz cuando caracteriza las 'tres
caras del alzamiento': el hecho religioso, el talante castrense y la apariencia
fascista (apariencia de modernidad).
El segundo
grupo insistiría en el carácter de clase del franquismo como las publicaciones
de Martínez Alier, José Félix Tezanos, Tuñón de Lara e incluso Josep Fontana.
Para
Martínez Alier el franquismo fue una dictadura de la burguesía y las
expresiones de pluralismo se limitaban a sus círculos. José Félix Tezanos
critica la tesis de Linz porno tener en cuenta la dialéctica de las clases
sociales, interpretando como causa de la desmovilización el miedo y considera que el franquismo sí
tuvo un cuerpo doctrinal, si bien éste sufrió una evolución desde una derecha
tradicional a un catolicismo tecnocrático.
Para Tuñón
de Lara la tesis de Linz pretende 'absolver' al franquismo en cuanto que Josep
Fontana le da especial importancia a su política económica y la represión
cuando analiza los inicios del franquismo. Tusell, de acuerdo en líneas
generales, considera éstos aspectos insuficientes para caracterizar un régimen
político.
Finalmente
hay que destacar las observaciones de Stanley Payne en cuanto a considerar que
los tiempos del franquismo son varios y que toda caracterización del régimen
tiene que ser válida para todos ellos.
Franco como
dictador y el franquismo como régimen
La
descripción de la propia individualidad del franquismo constituye el núcleo del
libro con el fin de adscribirlo definitivamente a una de las categorías
definidas.
Para ello se
estudia la figura de Franco como dictador, el franquismo como régimen y su
periodización.
Para Tusell
el franquismo presenta dos incógnitas, la duración del régimen (como consiguió
modificar su apariencia externa sin cambiar en nada loo fundamental) y como
presenció la etapa de mayor crecimiento económico y de transformación social de
la España contemporánea.
II La
peculiaridad del franquismo
Franco
como dictador. Formación y
carácter
En un
régimen de dictadura el papel de quien la ejerce forma parte de sus
características fundamentales. El carácter de Franco, las influencias de su
formación y las opiniones formadas por sus experiencias vitales forman parte de
la historia del régimen.
Algunos
rasgos de la personalidad de Franco o de sus capacidades pueden explicar su
prolongada permanencia en el poder así como la evolución de los mismos influyó
en su forma de ejercer la dictadura. Por ejemplo, el poso de timidez de su
carácter puede explicar que los cambios ministeriales se realizaran por persona
interpuesta, como Serrano Suñer hasta 1945 y más tarde Carrero Blanco, esta
misma timidez explica su actitud receptiva en sus entrevistas.
La
inaccesibilidad de Franco puede ser interpretada como simplicidad de carácter,
pero tenía cierta listeza natural, sentido común y una inteligencia ayudada por
su carácter ordenado y reglamentado y, sobre todo, por su tranquilidad que era
parecía directamente proporcional a la dimensión de los problemas de gobierno.
Su
apariencia moderada, sencilla y metódica dio la sensación, a quienes le
apoyaron durante la guerra civil, que su única meta era ganar la guerra y que
era, además, quien mejor podía hacerlo, y que por tanto, podían utilizarlos
para sus propósitos.
Rasgos de su
carácter como el valor, la fuerza de carácter, la impasibilidad y la dureza se
perfilaron con el mando el las tropas de Marruecos. Su indiferencia ante la
muerte, propia y ajena, permite entender aspectos de la represión durante la
guerra civil y la dictadura.
Su carácter
se vio modificado con el culto al caudillaje, que de pasó, sirvió para
ratificar los principios en que se basaba en un momento en que los políticos
que le apoyaban empezaron a mostrarse decepcionados.
Hacia el
final de su vida influyó notablemente la pérdida de salud especialmente en la
debilidad de voluntad.
Para algunos
era una ejemplo de mediocridad personal que vivió una existencia cuartelera
combinada con el mal gusto. Carecía de inquietudes intelectuales, jugar a las
cartas, pescar, cazar o ver cine y televisión eran sus aficiones favoritas.
Para otros, como el general Kindelán, Franco estaba atacado por el 'mal de
altura'. Girón describe su carácter como de: 'paso de buey, vista de halcón,
diente de lobo y hacerse el bobo'.
Franco creía
que los valores militares, los religiosos y los familiares constituían la
columna vertebral de unos españoles caracterizados por su espíritu anárquico,
su crítica negativa, su insolidaridad, su extremismo y su enemistad mutua.
El
intervencionismo militar, que estaba en la base de los juicios que Franco haría
al sistema liberal, y el destacado papel de los militares en el régimen de
Franco, (en puesto de vicepresidente, ministros y en muchos puestos de segundo
nivel), se explica precisamente por la excelencia atribuida por Franco a la
condición de militar.
Su
nacionalismo, que le acompañó hasta su muerte ('Que España sea tan grande como
lo fue en el pasado' declaró en una entrevista), cobró fuerza en su infancia
con el desastre de 1898.
Sus
experiencias juveniles se realizaron el Ejército donde ingresó a los 14-15 años
y fue el Ejército donde vivió sus experiencias hasta 1936. No es de extrañar
que en los años veinte y treinta viera la historia contemporánea como un
producto de la conspiración de oscuras fuerzas secretas y que su peculiar
catolicismo tuviera connotaciones políticas y sociales.
En los años
treinta en Franco ya había, germinalmente, un repudio del parlamentarismo
liberal y una evocación patriotera de un pasado que se imaginaba como un ideal.
Su diagnóstico de la realidad española, descrita el guión de Raza,
revela una visión superficialmente patriótica: la política
parlamentaria y liberal era la responsable del hundimiento de la España
gloriosa de otros tiempos.
Franco gobernante, militar y católico
Las ideas de
gobierno de Franco, nacionalmilitarismo, nacionalpatriotismo,
nacionalcatolicismo y una obsesión antimasónica, eran tan básicas que sólo
podían proporcionarle indicadores muy elementales.
No es
extraño que su política, como opina Juan Pablo Fusi, no fuera el resultado de
una doctrina o un diseño de Estado, sino que consistiera en una adaptación
pragmática a los acontecimientos que mantuviera los principios básico. No dudó
en abandonar la defensa del totalitarismo ante la evolución de la segunda
guerra mundial.
Es obvio que
su actitud como gobernante y su sistema político estuvieron condicionadas por
su condición de militar. La acción de gobierno ('orden, unidad y aguantar'
descrita por Carrero Blanco) la definía como 'mando' y se atribuía la
'capitanía' de los españoles, de hecho llegó a esbozar la tesis de una
'monarquía totalitaria' aunque su práctica política era más realista y
prosaica.
Como militar
y según el general Díez Alegría "fue un táctico eminente", un maestro
de la organización y de la pequeña maniobra en campo abierto. Sus opositores no le reprocharon errores en
el campo militar sino incapacidades en el terreno político.
En muchas de
sus manifestaciones Franco se mostró convencido de que tenía el apoyo divino:'
Señor Dios en cuyas manos está el derecho y todo el poder, préstame tu
asistencia para conducir a éste pueblo a la plena libertad del Imperio, para
gloria tuya y de la Iglesia.'
Su práctica
religiosa, de una indudable piedad, vinculaba nación y religión
(nacionalcatolicismo). Ruiz Giménez lo describe como 'naturalmente' católico,
lo que implica carencia de preocupación por el contenido más profundo de se fe
en el terreno teórico. El catolicismo de Franco fue peculiar en sus
connotaciones políticas y sociales. Su apoyo a la Iglesia católica hizo que
sintiera el Concilio Vaticano II como una traición. La pérdida del apoyo
católico y su decadencia física hicieron perder firmeza a sus creencias básicas
hacia el final del dictadura.
Sus ideas
económicas se basaron en el nacionalismo y por ello desembocaron en la
autarquía, pero eran ajenas tanto al capitalismo como al liberalismo.
Su
experiencia vital en los años veinte y treinta fijaron una visión de la
historia contemporánea que estaría movida por la conspiración de oscuras
fuerzas secretas, en especial la masonería y el comunismo. La masonería
aparecía para Franco vinculada al liberalismo y éste necesariamente desembocaba
en la sublevación comunista. La obsesión antimasónica fue algo muy ligado a la
extrema derecha católica de los años treinta
Respecto de
la falange respetaba su ideología, pero les veía incapaces de atraer a las
masas. El Movimiento Nacional lo consideraba la 'claqué' que le proporcionaba
masas de acompañamiento en sus visitas a provincias.
La política
siempre fue vista con desconfianza por Franco. Sus mejores ministros eran 'aquellos que no son políticos' y se
nombraban tanto por la pertenencia a una familia determinada como por la
fidelidad a la persona de Franco. La ausencia de institucionalización produjo
que se trasladaran al Consejo de Ministros las discrepancias que en un régimen
liberal se habrían producido en el parlamento. Las Cortes y el Consejo del Reino
eran instituciones con poderes muy limitados y en general ratificaban
decisiones ya tomadas.
Sus ideas
sobre el modelo de monarquía evolucionaron desde la 'monarquía revolucionaria y
totalitaria' que llegó a proponer a D. Juan, sobre todo ante la evolución de la
segunda guerra mundial.
Principales factores de la prolongada permanencia en
el cargo
1.- El
recuerdo reavivado de la guerra civil El régimen de Franco fue la perduración
de la guerra civil según Julián Marías.
2.- Carisma.
El carisma entre la masa conservadora por haber vencido a los revolucionarios
3.-
Mantenerse. Para Franco, según Madariaga, lo esencial era durar 'no hay acto
suyo que tenga otra misión que ésa'.
4.-
Precariedad del sistema político política de vuelo corto sin tratar de construir
un verdadero sistema político para el futuro. La esencia del sistema no eran
las instituciones que no arraigaron sino su persona. Ambigüedad y flexibilidad
en el terreno ideológico y político.
4.1 Lentitud
en las decisiones. 4.2 Astucia, recelo y discreción 4.3
5.-
Concentración de poder en su persona. No cedió ninguna parcela de poder
verdaderamente sustancial a ninguno de sus colaboradores.
6.-
'nihilismo de la derecha'. Cesión del poder de la derecha en manos del
dictador. No fue una dictadura personal sino una 'situación dictatorial' por la
que una gran arte de la sociedad española (la que mandaba), por temor a su
propio pasado, renunciaba al ejercicio de su libertad para entregarla en manos
de Franco.
7.-
Moderación. Uso moderado de su omnipotencia política por Franco.
8.-
Inexistencia de programa de gobierno, sí de programa ministerial. Programas de
actuación divergentes gracias a la ambigüedad, la flexibilidad y la
indiferencia programática de Franco.
9.-
Dictadura arbitral. Papel arbitral de Franco en el gobierno.
10.-
Dictadura de concentración. Pastoreo de la derecha. En diversas fases
Fase
primera. Colaboración entre miembros de partidos distintos originalmente
Fase
segunda. Arbitraje entre las diferentes 'familias' del régimen.
Fase tercera.
Forma de permitir la convivencia entre equipos y clientelas de carácter
personal presididos siempre por Franco
La vertebración del pluralismo interno
No puede
explicarse la historia política del franquismo sin relacionarla con el
enfrentamiento entre sus diferentes familias. El papel de cada una de ellas
estaba en función de las circunstancias interiores y exteriores. Durante la
guerra el enfrentamiento más característico fue entre falangistas y carlistas,
en la segunda guerra mundial entre los militares (que eran sentimentalmente
monárquicos) y los falangistas, tras la misma entre católicos colaboracionistas
y el falangismo. A partir de finales de la década de los cincuenta se diluyen
los perfiles de las familias políticas. En su tramo final el adjetivo
'burocrático' es aplicable a la dictadura franquista y la vertebración
respondía más a clientelas de carácter personal que a familias cuyo origen
ideológico ya era remoto.
El Consejo
de Ministros era el campo de solución de las discrepancias. Su composición
representaba cada una de las familias pero era Franco quien elegía los
ministros y la fidelidad de los mismos debía prevalecer a la de su familia de
origen. Para López Rodó, citado por Tusell, había dos reglas fundamentales del
juego constitucional real en el país: “no discutir la jefatura de Franco ni que
fuera el gobierno quien mandaba en el país. En cierto sentido en Gobierno podía
ser más aperturista o progresista que las Cortes".
Franquismo y partido único
La
importancia del partido en el seno de la dictadura de Franco fue discreta lo
que constituye un diferenciación específica de su dictadura.
FET y de las
JONS no fue un partido de gobierno, trató de ser un partido fascista pero
perdió todas las batallas, contra el Ejército por el mantenimiento de las
milicias, en el terreno económico con el sindicalismo vertical (que debía
organizar la economía). La sección femenina no propició manifestaciones
fascistas sino los valores de la maternidad y el catolicismo. En 1957
intentaron crear una figura de 'comisario político' del Consejo de ministros
que fue rechazada.
El
mantenimiento de la Falange se debe más a la necesidad de compensar otros
poderes en el seno de la dictadura y a posibilitar, eventualmente, la
movilización política.
Características de la clase dirigente franquista
El
personalismo dominó la toma de decisiones durante el franquismo. La permanencia
de un ministro dependía más de su relación con Franco que de su competencia.
El mayor
peso en los Consejos de Ministros lo tuvieron los funcionarios y se incrementó
con el trascurso del tiempo.
El sector
dirigente de la clase política del franquismo se caracterizó por su centralismo
de procedencia (su madrileñismo). Hubo un estrecha conexión entre la élite
económica y la política.
A partir de 1965
se rejuveneció la clase dirigente del régimen y la gerontocracia no fue una
característica propia del régimen de Franco.
La condición
de ministro proporcionaba, ante todo, status, su preeminencia hacía que se
pudieran crear redes clientelísticas durante su etapa de permanencia en el
poder. Sin embargo, estas redes eran destruibles al abandonarlo.
Las instituciones del franquismo
Las Cortes
tenían un papel mínimo al haberse dispuesto que debían colaborar en la
elaboración de las leyes pero no en su aprobación. De hecho ignoraron el nombre
del sucesor de Franco hasta 48 horas antes de que tuviera lugar. Solo a partir
de 1967 cabe atribuirles una función seudoparlamentaria.
Las Cortes
constituían un medio de contraste de opiniones en el seno de la clase dirigente
franquista. Realizaron un escasísimo papel de control sobre el ejecutivo, de
hecho las Cortes duplicaban la clase política del régimen. Casi la mitad de las
cortes provenía de la administración que se eleva a 2/3 en el caso de las
comisiones. La ausencia de asociaciones política de ningún tipo favorecía la
vinculación con intereses económicos.
La
diferencia entre las cortes y en Consejo Nacional fue pequeña aunque en el
Consejo había mayor vinculación con la Falange.
La oposición al franquismo
Algunos
estudios sobre el periodo franquista han atribuido un papel mayor a la
oposición del que en realidad tuvo. El franquismo admitió y propició diversos
tipos de oposición dentro del régimen
sin las cuales el arbitraje de Franco no podría haberse ejercido. La evolución
de esta oposición paso de las iniciales familias a las clientelas. A Franco le
preocupaba más la oposición monárquica, que podía arrebatarle sus apoyos
sociales que la del fuera del régimen para la que tuvo siempre recetas
represivas.
La gran
cuestión sobre la oposición es si no pudo arrebatarle el poder a Franco sólo a
causa de la represión. Tusell da una respuesta negativa. La oposición
extrarégimen estuvo siempre desunida, el Partido Comunista fue, durante el
periodo franquista, el mas aislado de los partidos comunistas de Europa. La
capacidad de adaptación del franquismo fue mayor que el de la oposición.
Franquismo y represión
Constituye
un elemento imprescindible para definir un régimen dictatorial, aunque no es el
único. La fase represiva por excelencia fue anterior a la tolerancia de los
años sesenta. Las cifras de Ramón Salas respecto a las ejecuciones son bajas.
Hay que sumar la emigración, las depuraciones que se produjeron tras la guerra.
A comienzos
de la década de los sesenta la represión disminuye y se concede la 'tolerancia'
que permite la expresión de la discrepancia siempre que no sea frontal ni
global, de ella se benefició a prensa, especialmente la católica y empresarial,
que contribuyó especialmente al cambio de mentalidad de los españoles. Quizá la
falta de peligrosidad de la oposición favoreció la tolerancia, factor que no se
ha tenido en cuenta al hablar de la apertura.
En la fase
final del franquismo se produjo una represión menos selectiva y más
'socializada'.
Franquismo y política económica
El
franquismo presenció un cambio económico y social sin precedentes, la pregunta
que cabe hacerse es hasta que punto el crecimiento económico dependió de la
esencia del régimen. Las ideas de la primera etapa del franquismo sometían la
economía a la política desde planteamientos nacionalistas, como consecuencia de
la misma sólo en 1948 se recuperaron los niveles macroeconómicos de preguerra
(1935) y para llega a los nieveles previos a 1929 hay que esperar a la mitad de
la década de los cincuenta.
Las
verdaderas razones del desarrollo de los años sesenta están en sus dimensiones,
determinadas características del régimen favorecieron un ambiente propicio al
desarrollo: emigración y falta de derechos de huelga y sindicatos. El papel
desempeñado por la política económica fue menor y muchos factores que
propiciaron el despegue fueron exógenos como el turismo, la emigración la
importación de capital extranjero.
El
desarrollo fue el producto de la confluencia de las posibilidades acumuladas
durante los años cincuenta, la liberalización ya iniciada y la propia situación
geográfica española cercana a una civilización industrial. Sin embargo, a
partir de 1965 la política económica volvió
a ser intervencionista.
La tentación
permanente de la dictadura era la autarquía cuartelera y los límites de la
liberalización resultaban previsibles.
III.
El franquismo y las dictaduras contemporáneas
La
obligación del análisis comparativo se desarrolla en la tercera parte del
libro, se trata de comparar el franquismo con otras dictaduras contemporáneas
que, en principio, parecen tener puntos evidentes de semejanza con el mismo.
La
reivindicación de la historia comparada tiene su antecedente en los clásicos y
posiblemente es una influencia de los procedimientos comparativos de la
lingüística.
La
comparación nos permite apreciar el papel del componente militar, el ideario
católico y la existencia de un partido único. Se trata de conocer, en cada uno
de los tres regímenes que se comparan, el grado de totalitarismo, de
institucionalización, el papel de la ideología, el grado de pluralismo interno
y su vertebración, el papel del partido único y las características de la clase
dirigente, el grado de movilización política y el papel de la oposición. Se
trata de pasar de una perspectiva formal a la del funcionamiento del régimen.
Franquismo y salazarismo
Los estudios
comparativos están limitados por la ausencia de estudios monográficos de
carácter específicamente histórico y por el contenido ideológico que sigue
existiendo en la historiografía.
La política
económica, la política exterior, y el acceso a los archivos privados de los
ministros del franquismo han hecho avanzar más a los historiadores españoles
que a los portugueses aunque estos muestran un grado mayor de distanciamiento.
El ascenso
político de Oliveira Salazar en Portugal tuvo su origen problemas financieros y
la necesidad de una articulación ideológico política, mientras que el origen
franquismo fue una guerra civil que terminó con una república democrática
acosada por una grave crisis social y por la acumulación de problemas. En el
caso de España la ruptura con el pasado fue mayor.
Ideológicamente
el mundo de Salazar fue el del corporativismo católico, este lenguaje es el
aspecto de mayor semejanza entre España y Portugal, sobre todo en franquismo de
los años 1945 y 1956. El salazarismo no se definía a sí mismo con el lenguaje
del fascismo, ni tampoco el de los tecnócratas españoles de los años sesenta.
La actitud
ante el totalitarismo es una de las diferencias importantes entre ambos
regímenes. El salazarismo era un sistema de síntesis entre los principios
liberales y el autoritarismo que repudiaba el totalitarismo. El régimen de
Franco, en cambio, frenó sus tentaciones totalitarias fue por el peso mayor del
Ejército que de la Falange en su seno y por el desarrollo de la segunda guerra
mundial.
La
institucionalización del régimen de Salazar se realizó tan solo en 18 meses,
fue efectiva y desempeñó un papel en la vida política real. La
institucionalización del franquismo no se llevó verdaderamente a la práctica.
La
pluralidad del componente de coalición que apoyó a Franco fue mayor que en el
salazarismo. Durante los años treinta se alumbraron en España cuatro fórmulas
de derecha radical: la monárquica, el carlismo, la Falange y el corporativismo
católico, durante el franquismo todos los gobiernos tuvieron un carácter de
concentración e incluso había áreas que se asignaban preferentemente a cada una
de las familias.
Respecto al
partido único, la Unión Nacional tuvo muy poco de partido fascista, era
independiente del estado, estaba dirigida más al encuadramiento que a la
movilización y su organización estaba claramente dirigida por la Administración
pública.
La
movilización política en el régimen salazarista y en el régimen franquista
fueron muy diferentes también. En el salazarismo la desmovilización se
consiguió desde fechas tempranas, el sufragio censitario duró bastante tiempo y
el voto femenino no se introdujo hasta 1968. En España la movilización política
inducida desde el poder se dio hasta 1945 con grandes concentraciones de
apariencia fascista. Esta movilización permaneció latente hasta final del
régimen.
En las
formas de oposición, en el interior y en el margen ofrecen semejanzas y
diferencias entre ambos regímenes aceptadas pasivamente más que por temor o
sumisión, ambas usaron la represión controlada y selectiva en función del
opositor de que se tratara, ambas tuvieron fórmulas de tolerancia respecto a
sectores que no aceptaban la legalidad vigente. Sin embargo, ya en sus orígenes
el franquismo tuvo una represión más dura y también la oposición utilizó medios
violentos, la tolerancia en el franquismo fue mucho más tardía y menor el
margen de libertad.
Lo que
revelan estas diferencias es la diferencia entre amas sociedades siendo la
portuguesa menos movilizable, menos conflictiva y más controlable desde el
poder.
Respecto al
papel del Ejército y la Iglesia hay que constatar que el salazarismo nunca fue
una dictadura militar mientras que el franquismo lo fue claramente. Respecto a
la Iglesia el salazarismo, aun siendo un Estado confesional, fue menos nacional
católico y más tolerante con la disidencia religiosa que la España de Franco.
Hay también
diferencias entre las clases políticas ya que el franquismo nunca llegó a ser
gerontocrático. Respecto a las ideas económicas las de Franco eran menos
ortodoxas y se podrían definir como "autarquismo cuartelero" en la
primera etapa que se liberalizó con la reticencia inicial de Franco. En
política exterior el franquismo fue inicialmente más imperialista.
Franquismo y
salazarismo corresponden a un mismo tipo de régimen que podría ser denominado
dictadura no totalitaria que se diferencia de los regímenes fascistas en que no
pretenden la sumisión de la sociedad al Estado. De estos regímenes puede
decirse que tienen un grado de adaptación a las circunstancias de una sociedad
semejante a la de los regímenes democráticos.
Fascismo italiano y franquismo
A diferencia
del franquismo, el fascismo italiano fue un ejemplo que sirvió para denominar
regímenes semejantes. El conocimiento que tenemos de ambos regímenes es muy
distinto, especialmente por la difícil accesibilidad de las fuentes en el caso
del franquismo posterior 1960. Los
archivos privados son sólo parcialmente accesibles, y las memorias de los
personajes políticos no siempre se han escrito. En el caso del fascismo la
conservación de las fuentes es mucho mayor.
Otra
dificultad de comparación radica en que el fascismo fue un partido y el
franquismo se apoyo en un movimiento.
En su origen
el régimen fascista italiano tuvo un carácter fundacional, a diferencia del
español. Se definía como revolucionario, totalitario y con carácter de
permanencia, mientras que en el franquismo las tendencias hacia el
totalitarismo fueron en un periodo muy breve, entre el verano de 1940 y hasta
mediados de 1942. Las divergencias en el seno del fascismo contra el Duce se
dieron por parte del partido mientras que en el caso de Franco fueron los
militares monárquicos.
En el
sustrato doctrinal del fascismo era característico su tono moderno y su origen
izquierdista, su anticlericalismo, aunque superficial, estaba muy distante del
conservadurismo tradicional. La mentalidad franquista carecía de una doctrina y
muchos sus componentes, como el rechazo a los intelectuales, su catolicismo, y
nacionalismo poco tenían que ver con el fascismo.
La ruptura
con el liberalismo fue mucho mayor en el franquismo, el masivo derramamiento de
sangre de las primeras semanas de la guerra civil explica que la ruptura con
los principios fundamentales del mundo liberal fuera tajante. En Italia,
respondiendo a su tradición transformista, se intentó asimilar o utilizar a los
fascistas.
La evolución
del fascismo se realizó en una sola dirección, el franquismo vivió etapas
sucesivas aunque con una coherencia interna, no cambió la esencia del poder
político. El fascismo impulsó un proceso de institucionalización y movilización
política. La permanencia de Franco estaba asociada a su labor de arbitraje y
ésta a la ausencia de institucionalización, el papel de la movilización popular
del franquismo se limitaba a puntuales manifestaciones multitudinarias
combinadas con la promoción de actitudes pasivas entre la población.
En el
franquismo se dio el pacto y el consenso, mientras no se pusiera en cuestión lo
fundamental, el fascismo tuvo una voluntad totalitaria, donde el partido, que
representaba la autoridad de la ideología, sometía a la totalidad de las fueras
socales y políticas. En el franquismo la Falange era un sector más dentro de un
pluralismo interno uno de cuyos componentes decisivos era el Ejército.
En el
aspecto de política económica, el caso del fascismo italiano como el del
franquismo y el nazismo es un ejemplo del predominio del factor político sobre
el interés de clase. La lógica del fascismo, como señaló Tasca, fue la del
poder, no la del provecho, franquismo y fascismo nunca tuvieron un control
absoluto sobre la economía aunque sí sobre los sindicatos.
De la
comparación entre el fascismo, el franquismo y el salazarismo, este último
puede ser considera como el polo de menor totalitarismo, el fascismo como el de
mayor y deja, por tanto, al caso español en el medio. La dictadura de Francos
dio la sensación de ser más sangrienta, menos sometida a trabas
institucionales, más personal. También dio la sensación de ser más tradicional
que el fascismo italiano, pero la modernidad de este también se dio en una
Italia que se industrializó antes y sufrió antes la crisis del sistema liberal.
Eliseu Herreros
Proyecto
Clío
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[3]Burke, Peter. Formas de hacer historia. Obertura: la nueva historia su
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