Te lleva a la página de inicioLa dictadura de Franco

 

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Reseña del libro de Javier Tusell por Eliseu Herreros

 

A principios de la década de los ochenta el historiador Peter Burke afirmaba que el ascenso de la historia económica, social y cultural sugería una forma de 'decadencia' de la historia política[1] aunque ésta se renovara con el auge de la 'historia contemporánea', y que ambas compartían un problema de fondo: "los conceptos, la crítica de los nuevos tipos de fuentes y tantas otras cosas que aún no se han resuelto"[2].

 Ya en la década de los noventa Burke constata la creciente fragmentación de los campos de interés de la historia, (de la publicidad, del medio ambiente, de la ambición, la cólera, la angustia, el miedo, la gula, la hipocresía, el amor, el orgullo...) y precisa que el nuevo paradigma que se opone a la historia tradicional (narrativa, basada en fuentes documentales, 'objetiva', unicausal) adolece de problemas de definición, de fuentes, de método y de exposición.[3]

 Lawrence Stone interpreta, a principios de la década de los ochenta, que esta fragmentación es producto de una influencia de las ciencias sociales en la Historia, especialmente de la Antropología en la década de los setenta, de la Economía en la década de los treinta, de la Sociología en los cincuenta y la Demografía en los sesenta[4]. Sin embargo opina que estas influencias de las ciencias sociales en la Historia han sido positivas en cuanto al método, por cuanto ha obligado a los historiadores a hacer sus aserciones y presunciones más explícitas, a definir sus términos con mayor cuidado, a refinar sus técnicas de investigación, a establecer comparaciones sistemáticas en el espacio para aislar lo único de lo general, a ser más metódicos y apoyar en lo posible con cifras las afirmaciones y, sobre todo, a proporcionar hipótesis que sean verificables contra los testimonios del pasado.[5]

 Esta fragmentación de los campos de estudio no tiene necesariamente que entrar  campo de condensación, no hay ningún sector de actividad que no haya tenido relación con la política y el campo de la historia política irradia en todas direcciones y por tanto debe ser enmarcado en una perspectiva global[6]. Rémond ejemplifica sus opiniones en la importancia del estudio de las elecciones que son, para el ciudadano francés "à l'acte par lequel il choisit ses représentants et exprime ses volontés" y aborda su estudio considerando múltiples perspectivas (religiosa, cultural, generacional...). El volumen e importancia de los estudios realizados en su país sobre las consultas electorales le llevan a considerar este campo como "une spécialté francaise".

 En la década de los ochenta Javier Tusell consideraba que las expectativas suscitadas por la historia cuantitativa y el retorno a lo narrativo no habían dado los resultados esperados y que la relevancia dada desde la escuela de los Annales a los factores económicos y sociales no habían estado apoyados en monografías. Respecto a la historia política, concretamente la contemporánea, considera que tiene un exceso de divulgación, que ha admitido a no profesionales y que ha caído en el ensayismo. Comparte con Stone la importancia del método, de utilizar fuentes inéditas y recurrir a la comparación sobre todo en el caso español subraya la necesidad de acabar con el provincianismo.

 Tusell opina que es obligado repensar la historia contemporánea y en especial la historiografía del siglo XX realizando una historiografía más profesional, más exigente consigo misma, más deseosa de innovación verdadera que de una pretensión metodológica omnicomprensiva[7].

 Ejemplo de esta propuesta de hacer Historia es el estudio del autor sobre "La Dictadura de Franco", un ensayo de una interpretación general de franquismo desde la perspectiva de la ciencia histórica y un ejemplo del predominio del factor político sobre el interés de clase en política económica. El análisis de la dictadura de Franco es, para el autor, uno de los grandes retos de la historiografía española fundamentalmente por la proximidad temporal y por la abundancia de juicios morales, deformaciones y simplificaciones.

 A diferencia de los autores citados, en Tusell si alguna ciencia social sirve de ayuda al historiador ésta es, sin duda, la ciencia política.


El método

Consecuente con las exigencias de cientificidad en la Historia el autor inicia el estudio abordando la definición de los regímenes e ideologías de la derecha y la distinción de las características fundamentales del régimen político franquista. El análisis comparativo se realizará con regímenes dictatoriales parecidos en contextos culturales y sociales semejantes, como Italia y Portugal.

El ensayo sobre el franquismo pretende, además, resolver una doble incógnita: de qué forma, manteniendo invariable lo fundamental del régimen franquista, éste modificó su apariencia externa y cómo pudo darse el mayor crecimiento económico y de transformación social de la época contemporánea española.

La Dictadura de Franco propone como método de análisis el establecimiento de categorías taxonómicas, surgidas a partir de la comparación y de tipos ideales. Los tipos ideales son un producto del pensamiento, obtenido por la acentuación de determinados elementos de la realidad, que permiten percibir los elementos específicos para medir la realidad, como, por ejemplo, el totalitarismo.

La primera parte del libro se dedica al utillaje conceptual en el que presta especial atención a la precisión en las definiciones. Definir un régimen político como el juego entre instituciones que tienen como actores a los protagonistas históricos, le permite al autor establecer una separación conceptual entre lo que fue el fascismo y la dictadura sobre todo teniendo en cuenta el peso de los diferentes proyectos y tipos de derecha.

 

Esta aproximación conceptual le permite considerar la Dictadura de Franco como una dictadura personal. El estudio del franquismo exige, por tanto, acercamiento biográfico a la persona de Franco tarea a la que se dedica la segunda parte del libro.

La comparación con los rasgos significativos de otros regímenes le permitirá, con del rigor metodológico, adscribir al franquismo a una categoría determinada.

 

Las fuentes

El problema inicial del estudio del franquismo, a diferencia del fascismo italiano, es el menor grado de accesibilidad de a las fuentes, sobre todo las que corresponden a la segunda etapa del franquismo.

En cada una de las tres partes del texto el autor va a utilizar preferentemente fuentes de distinto tipo. En la definición de conceptos de la primera parte se utilizarán fuentes bibliográficas procedentes de historiadores y científicos de la política.

En la segunda parte, la peculiaridad del franquismo, abundan las fuentes primarias, principalmente memorias como las de Vegas Latapié o Fernández Cuesta, algunas de ellas inéditas, como las del Conde de Rodezno. En este apartado también recurre a los apuntes íntimos de Franco, a las conversaciones con su primo y secretario personal Franco-Salgado, o a la correspondencia privada con D. Juan. La utilización de declaraciones de sus próximos como Serrano Suñer, Ruidrejo, Navarro Rubio, Utrera Molina, el diario íntimo de Pemán, de sus opositores como del diario de Cambó o Madariaga, lo que no excluye testimonios de personajes que sufrieron una evolución durante el régimen como el General Díez Alegría, duque de Alba, Calvo Serer, Kindelán, Areilza lo que es coherente con el planteamiento metodológico del autor y la importancia que le da al uso de fuentes inéditas por parte del historiador.

Es interesante comparando las fuentes utilizadas en esta segunda parte con los estudios sobre Franco de Stanley G. Payne, mucho más parca en fuentes primarias, y la más reciente de Paul Preston donde abundan las referencias a los archivos de Inglaterra, Italia, Francia, Alemania y Estados Unidos pero con menos referencias a archivos privados y personas del entorno del dictador.

En la tercera parte se apoya principalmente en estudios monográficos.

En análisis del Franquismo

No se puede entender el nacimiento y desarrollo de la dictadura sin conocer las dificultades de crear un proyecto a largo plazo que coesionara a los diferentes sectores conservadores de la sociedad española. En efecto, las propuestas de salida a la crisis de estado liberal fueron múltiples y divergentes: falangistas, militares, católicos y monárquicos no fueron capaces de concretar un proyecto común que permitiera el juego político a largo plazo.

Esta crisis se dio en la derecha europea, lo peculiar del caso español es que no hubo un sector, como el fascismo o el nazismo, que se impusiera al resto. La dictadura permitió aplazar durante décadas la solución al problema institucional para detenerse en los aspectos concretos. La calidad táctica de Franco facilitó la labor de intermediación y arbitraje en ausencia de instituciones que articularan y resolvieran la discrepancia. El fantasma de la guerra civil facilitaba su permanencia e impedía una vuelta atrás.

Es por ello que el autor se centra en primer lugar en el estudio de la derecha europea y el camino de la derecha española hacia la dictadura. El análisis de los orígenes de la coalición conservadora que sirvió de base al régimen le sirve al autor para establecer una diferencia inicial con el fascismo, caracterizado por el dominio total del partido fascista frente a la dictadura que fue una coalición de derechas arbitrada por un militar.

Dentro del marco europeo de la época Tusell establece las diferencias con regímenes donde las connotaciones fascistas fueron menores, como los casos rumano, húngaro, polaco, francés y austriaco para, apoyándose en las tesis de Linz, establecer una diferenciación conceptual entre el autoritarismo, o las dictaduras no totalitarias y el fascismo. Con la referencia a las tesis de autores como Linz, de Miguel, Martínez Alier, etc. , termina la primera parte.


I. Derecha contemporánea y dictadura

El camino de la derecha hacia la dictadura

La crisis del estado liberal provoca, a principios del siglo XX, diversas actitudes en las derechas europeas que, tanto Rémond como Weber y otros autores, vienen a clasificar en tres tipos: de resistencia, ultras y radicales. Estas actitudes estuvieron en el origen de los regímenes fascistas, semifascistas y de dictadura y puede establecerse una relación entre estos el triunfo de los mismos y el mayor o menor peso o dominio de alguno de los tipos de derecha citados. A diferencia de los regímenes fascistas, la dictadura de Franco tuvo en sus inicios un mayor peso de la derecha radical.

Los orígenes de la derecha. Comienzos de siglo

A principios de siglo, la crisis del estado liberal, manifestada en la inestabilidad parlamentaria o el terrorismo, produjo diferentes respuestas por parte de la derecha, desde una reacción conservadora, de resistencia, partidaria de restricciones constitucionales, y una derecha reaccionaria o 'ultra' hasta una derecha radical que venía presagiada por el bonapartismo y cuyo precursor sería Maurice Barrés. La identidad de propósitos y programa de las diferentes derechas estaba dificultada por la divergencia radical en los métodos.

Entre los diferentes sectores de la derecha mencionados fue la derecha radical la que alcanzó mayores apoyos. Sus ideas eran actuales ya que enlazaban con el vitalismo y el irracionalismo del fin de siglo.  Supieron utilizar el pensamiento nacionalista para, desde su transformación, conseguir nuevos apoyos. Utilizaron elementos irracionales como el antisemitismo y conectaron con una sociedad que empezaba a ser de masas, alcanzando apoyo incluso en masas urbanas e industriales a través de los sindicatos amarillos. Esto no les impidió conseguir importantes apoyos intelectuales. Este apoyo social les sirvió para plantear un estado autoritario donde las soluciones a los problemas de las Instituciones liberales no fueran de excepción.

Por otro lado y tras la primera guerra mundial, las ideas corporativistas tradicionales fueron aceptadas por sectores no conservadores por la necesidad de establecer una negociación entre sectores económicos al margen del parlamento. De esta forma, las tesis católicas tradicionales tuvieron un matiz de modernidad.

El auge de la derecha radical coincidió con aparición de dictaduras que ponían en crisis la creencia generalizada en el modelo liberal parlamentario. Este modelo había entrado en crisis por la inestabilidad gubernamental, el fraude electoral y el excesivo número de partidos que dificultaba la gobernabilidad y resultó ser difícilmente viable en la Europa del este por sus condiciones sociales y políticas.

 

La derecha en España

 

En España y hasta 1931 derecha española fue esencialmente conservadora, lo fueron tanto Dato como Maura pero no algunos de sus seguidores, hasta ese momento hay algunos rastros de la derecha radical, en las juventudes mauristas, los sindicatos libres barceloneses, los carlistas, algunos intelectuales (D'Ors y Maeztu) y otros grupos minúsculos.

A partir de los años treinta se puede considerar que Acción Española y el monarquismo alfonsino junto a los carlistas y una parte de la CEDA, en especial la sección juvenil ya forma la derecha radical. La derecha conservadora estaría en torno al núcleo gilrroblista. El peso del fascismo español fue menor, aunque Falange creciera mucho durante la guerra civil. En cambio el componente de derecha radical en los inicios del régimen de Franco fue superior al de los regímenes fascistas.

 

Fascismo y  totalitarismo

Estas características iniciales diferentes del fascismo alejan al régimen de Franco de las características del fascismo. La voluntad totalitaria de éste hizo que las actitudes respecto al Partido, el Estado, la Iglesia, el Ejército y la movilización de masas lo sitúen bajo el totalitarismo a  distancia de las dictaduras.

El fascismo no fue un régimen de dictadura no comunista y no tercermundista y tampoco domina el componente militar. De hecho somete a cualquier otro poder. Sus componentes paramilitares lo ponen en conflicto con el Ejército. También y según Linz, el clericlalismo resulta incompatible con el fascismo porque priva este de la legitimidad propia.

El fascismo supuso un movimiento de ruptura: antimarxista y antiproletario, anticlerical con matices, opuesto a la derecha conservadora tradicional y por eso antiparlamentario, anticonservador y antiburgués.

 

El fascismo y la movilización política

Pese a sus paradojas (era un movimiento nacionalista con vertiente internacionalista, elitista y antidemócrata pero populista, con elementos modernos y antimodernos) claramente el fascismo fue un régimen movilizador y racista que aprovechaba la búsqueda de una identidad colectiva y un sentimiento de comunidad que proporcionara un mayor grado de envolvimiento y protección que el individualismo liberal. Para ello recurría a la exaltación de la juventud, es patente su carácter de revuelta generacional, e intentaba captar la psicología de las masas a través de una peculiar simbología y coreografía.

 

La clase dirigente del fascismo


Para Lipset el fascismo sería "el extremismo del centro", es decir, el producto de la radicalización de unas clases medias que fueron, a la vez, la consecuencia y el impulso de la modernización. Pero el origen social de sus dirigentes y sus apoyos sociales era diverso. La clase dirigente del nazismo podría estar compuesta por una serie de marginados sociales con una formación incompleta o lograda a trancas y barrancas. Los apoyos sociales que recibieron El fascismo y el nazismo fueron muy diversos. En Prusia el nazismo estuvo favorecido por el voto agrario. En el caso del fascismo británico evolucionó con el tiempo desde las clases populares al pequeño comercio.

 

La ideología fascista

El fascismo se basó en un componente cultural dominante. Su caldo de cultivo fue la crisis de civilización que produjo el repudio de la tradición liberal. Se apoyó en el irracionalismo, el auge del nacionalismo y la voluntad de llegar a una supuesta democracia superior a la formal, basada en un sentimiento de comunidad. Su crecimiento fue mayor en los países que participaron en la primera guerra mundial (y en los que se dio un aumento del nacionalismo y la 'brutalización de la vida') que en los que habían tenido una política exterior neutralista. De hecho tenía mas trabajadores que los partidos comunistas, pero su éxito en Europa occidental estuvo muy limitado por su reciente incorporación a la vida política.

Su voluntad de ruptura con el pasado, su repudio de las tradiciones intelectuales y políticas admitidas hasta entonces, la sustitución de las clases dirigentes tradicionales y la consideración de la política como ' un saber de salvación individual y colectivo' otorgan al fascismo características revolucionarias. Pero su ruptura con el pasado fue menor que en los regímenes comunistas porque la procedencia social de sus miembros fue también muy diferente.

La ideología fascista comparte con el totalitarismo su ideología exclusiva, autónoma y monística que constituye una completa interpretación del mundo, pero la 'calidad' ideológica del fascismo es inferior y, quizá por eso, también es menor su totalitarismo.

 

El fascismo y el partido único

Dentro del Estado el partido único es un elemento cardinal y su función es la movilización de masas, un partido dirigido por un equipo reducido o con un liderazgo único, apoyado en el principio de caudillaje, que marca los destinos de la nación imponiendo sus principios de forma policíaca. El control de la maquinaria administrativa o de Ejército por el partido fue mayor que el del partido nazi, y de hecho el Estado fascista fue siervo de la idea expresada por el partido.

 

Por tanto, el Estado fascista, es para Tusell una subespecie dentro del totalitarismo. La voluntad totalitaria es lo que diferencia al fascismo de los movimientos de derecha radical que hubo en Europa hasta los años treinta, aunque comparta los mismos orígenes.

 

Fascismo y capitalismo

 

Para Tusell en el análisis del fascismo abundan los planteamientos ideológicos y escasea el empirismo. Especialmente las que los consideran como una fase del capitalismo como las de Horkheimer (el fascismo es el capitalismo en el momento en que fue sentida por la burguesía la necesidad de planificación), de Guérin (el fascismo se identificó con la dictadura temporal del capitalismo, cualquier forma de aceptación temporal de éste conducía a la derrota), o de Solé Turá (no ha habido fascismo alguno que tuviera un carácter contrario a la propiedad privada, resulta patente el carácter 'instrumental' del mismo a favor de los intereses de la burguesía).

Si el fascismo fuera una fase del capitalismo "éste queda condenado como forma de organización económica para el resto de la Historia". Mas bien el fascismo es un producto de la 'autonomía de la política', de la imposición de unos principios ideológicos por encima y al margen de las leyes del capitalismo. De hecho los grandes capitalistas no apoyaron inicialmente al fascismo, aunque luego se reconciliaran con él, pero este fue un proceso de adaptación no una de las causas del fascismo.

Los regímenes seudo, semi o parafascistas

Regímenes no fascistas y España

En los años treinta y cuarenta se dan en Europa bastantes casos de regímenes autoritarios en sociedades postdemocráticas que serían difícilmente pensables en otros ámbitos temporales.

Son los casos de Rumanía, Hungría, Polonia, Francia y Austria que tienen en común ser dictaduras sin las pretensiones totalitarias que pudieron tener el fascismo y el nazismo. Son reveladores los enfrentamientos entre movimientos fascistas y de derecha radical que se dieron en estos países.

Por ello, el autor los denomina seudo, para o semifascistas lo que también permite situarlos en una etapa de la vida de Europa.

En Europa del Este estos regímenes tuvieron en común que se dieron en Estados que suministraban los principales medios de existencia y cuyo poder estaba en manos de unas clases tradicionales y en los que se sublevó una generación joven y sin empleo.

El caso rumano, y por los enfrentamientos entre las tendencias fascista y militar, se acercaría al español si no fuera porque los falangistas no podían ni querían provocar insurrecciones de la violencia de las de 1941 en Rumania.

El autoritarismo de la Hungría de Horty, como los de Letonia o Lituania, se distancia más del caso español ya que el autoritarismo iba dirigido a frenar el paso al fascismo radical interesado en destruir los intereses tradicionales y seudoliberales.

El régimen polaco, laico y con un ejército a favor de la independencia nacional, se parece a la España de Franco en su carácter no fascista pero esta similitud negativa no pero permitió la subsistencia de organizaciones independientes y un cierto ejercicio de los derechos individuales

El caso francés  y el español

 

El régimen de Pétain presenta diferencias importantes respecto del de Franco. No fue una dictadura militar, pese a la pertenencia del mariscal al ejército, ni produjo una legislación clerical, aunque sí intentó lograr un acercamiento de la Iglesia a la legislación republicana a través de algunas rectificaciones.

Tampoco este régimen puede ser considerado como fascista. De hecho, la derecha radical francesa fue quien desempeñó un importante papel, que, mas que impuesto por Alemania, tenía sus raíces en las ideas de Maurras y el propio Saint Simon que oponían al parlamentarismo republicano una mayor exigencia de eficacia y tecnificación.

 En general, los regímenes aludidos, junto al austríaco, corresponden a un modelo autoritario o de dictadura no totalitaria o, como mínimo, se parecen más a él que al fascismo propiamente dicho.

En algunos países, y ese parece ser el caso de España se vivieron 'situaciones pretotalitarias'' que no llegaron a prosperar porque la situación de partida era diferente a la italiana o alemana, o por la evolución cambiante de la segunda guerra mundial.

 

Las dictaduras no totalitarias en los años sesenta y setenta

La definición de este tipo de regímenes se ve dificultado por la inexistencia de un cuerpo doctrinal.

 Una de las definiciones mas utilizadas es la de Linz que, sin embargo, utiliza la palabra 'dictadura' sólo para referirse a un tipo de régimen no institucionalizado y prefiere utilizar el término autoritaritario para definir a los regímenes caracterizados por un pluralismo limitado, con un partido unificado que acepta ciertas formas de oposición, resultado de la agrupación de tendencias, más que un partido único, cuya acción política no está orientada por una ideología elaborada, precisa y codificada en un texto doctrinario sino por una minoría dirigente o una personalidad que ejerce el poder dentro de uno límites imprecisos, inspirado más por una mentalidad que por una ideología.

 A diferencia del fascismo este tipo de dictaduras no se basa en un ideario sino en la reacción militar ante un 'enemigo interior', terrorismo o guerrilla, contra los que consideran legítima la utilización de cualquier medio, ni son regímenes de partido único sino que repudian su existencia.

 Los regímenes autoritarios no tendrían una voluntad de socialización política, al revés, propiciarían la apatía o la pasividad. El Estado no tendría la voluntad de ocupar la sociedad, aunque si propiciaría la utilización de elementos tecnocráticos nacidos de la burguesía estatal, aplicando políticas que combinarían la introducción de capital extranjero con un fuerte peso del sector público, lo que aleja a estos regímenes de la sumisión de la economía al Estado.

 

A este tipo de regímenes Tusell prefiere denominarlos  dictaduras no totalitarias, Perlmutter distingue entre regímenes pretorianos simples o autocráticos, oligárquicos y de corporativismo pretoriano (el ejército ejerce de poder y no un jefe militar) mientras que Huntington y Moore distinguen cuatro tipos de regímenes militares, combinando la decisión de devolver o no el poder a las autoridades políticas y la voluntad de ampliar la movilización política de las sociedades en que actúan.

 Determinados regímenes pertenecientes al Tercer Mundo y que obtuvieron la independencia tras el periodo colonial pueden tener la condición de dictaduras no totalitarias.

 Causas y finalización de los regímenes militares

Los regímenes militares suelen ir precedidos de una crisis política que crea un vacío de poder y que es ocupado por el ejército a través de un golpe militar que generalmente se autodefine como regeneracionista. Por ejemplo, en los casos argentino y chileno el origen fue una reacción militar, contra una experiencia populista caracterizada por su carácter caótico en el primer caso, y por la tensión entre izquierda y derecha en el segundo. En Hispanoamérica resulta paradójico el carácter endémico y la voluntad circunstancial de estos regímenes.

 En el caso del peronismo argentino, este tiene su origen en la ausencia de integración en el Estado de la población inmigrante y se caracterizaría por la combinación de la dictadura militar con el populismo nacionalista.

 En el caso de la dictadura brasileña su condición autoritaria combinaría la suspensión de las libertades con una voluntad desarrollista típica de la década de los sesenta.

 El caso de la dictadura chilena se asemejaría al franquismo por su alta personalización del poder. Su peculiaridad respecto a los regímenes de dictadura en Hispanoamérica en la última mitad de siglo estaría en la promoción de un ideario derechista y radical y en el recurso a la movilización ocasional de masas.

 El caso de Sudáfrica no es tanto el de un régimen autoritario, como la restricción de los límites de la democracia  y del estado de derecho en función de elementos reciales o étnicos.

 Los regímenes militares suelen definirse como transitorios. Hunneus ha denominado la "parálisis decisoria" al momento de desaparición del fundador o del recuerdo de las causas que originaron el régimen

 

El debate sobre la naturaleza del franquismo

Se podrían agrupar en dos grupos las opiniones de los historiadores del franquismo respecto a la naturaleza del franquismo.

 Las opiniones del primer grupo, que incluirían los estudios de Amando de Miguel, Salvador Giner, Manuel Ramírez o Juan Beneyto, bascularían en torno a la hipótesis de régimen autoritario de Juan Linz (pluralismo limitado y peculiar, mentalidad más que ideología, no movilizador sino que propicia la apatía, partido no totalitario, con un líder o un grupo que ejerce el poder).

 Amando de Miguel, ha sido el divulgador de la tesis de Linz. En su 'Sociología del franquismo', adscribe los ministros a familias políticas y los 'componentes ideológicos' del franquismo aceptando la tesis de Linz acerca de la mentalidad aunque critica que el modelo del Linz pueda servir indistintamente para regímenes de procedencia izquierdista y conservadores.

 Manuel Ramírez diferencia varias fases en el régimen de Franco, totalitaria, 'empírico conservadora' y franquismo tecno-pragmático. Sin embargo, las diferencias con Linz son más bien semánticas para Tusell.

 Para Tusell el lenguaje de Salvador Giner es más duro pero hay una identidad con los planteamientos de Linz. Giner define el franquismo como 'despotismo moderno'. No era una pura dictadura militar o burguesa porque el régimen se apoyaba en unas 'clases de servicio' extraídas de un espectro amplio de la población aunque tenía un componente de dominación de clase: no es un régimen de clase media y en él el componente de 'apropiación cleptocrática' es de primera importancia.

 Socialmente, y para Guy Hermet y Richard Hunter, el franquismo tenía limitado su carácter social a un determinado espectro de la sociedad.

 Juan Beneyto se asemeja a la 'mentalidad' enunciada por Linz cuando caracteriza las 'tres caras del alzamiento': el hecho religioso, el talante castrense y la apariencia fascista (apariencia de modernidad).

 El segundo grupo insistiría en el carácter de clase del franquismo como las publicaciones de Martínez Alier, José Félix Tezanos, Tuñón de Lara e incluso Josep Fontana.

 Para Martínez Alier el franquismo fue una dictadura de la burguesía y las expresiones de pluralismo se limitaban a sus círculos. José Félix Tezanos critica la tesis de Linz porno tener en cuenta la dialéctica de las clases sociales, interpretando como causa de la desmovilización  el miedo y considera que el franquismo sí tuvo un cuerpo doctrinal, si bien éste sufrió una evolución desde una derecha tradicional a un catolicismo tecnocrático.

 Para Tuñón de Lara la tesis de Linz pretende 'absolver' al franquismo en cuanto que Josep Fontana le da especial importancia a su política económica y la represión cuando analiza los inicios del franquismo. Tusell, de acuerdo en líneas generales, considera éstos aspectos insuficientes para caracterizar un régimen político.

 Finalmente hay que destacar las observaciones de Stanley Payne en cuanto a considerar que los tiempos del franquismo son varios y que toda caracterización del régimen tiene que ser válida para todos ellos.

 Franco como dictador y el franquismo como régimen

La descripción de la propia individualidad del franquismo constituye el núcleo del libro con el fin de adscribirlo definitivamente a una de las categorías definidas.

Para ello se estudia la figura de Franco como dictador, el franquismo como régimen y su periodización.

 Para Tusell el franquismo presenta dos incógnitas, la duración del régimen (como consiguió modificar su apariencia externa sin cambiar en nada loo fundamental) y como presenció la etapa de mayor crecimiento económico y de transformación social de la España contemporánea.

 II La peculiaridad del franquismo

Franco como dictador. Formación y carácter

En un régimen de dictadura el papel de quien la ejerce forma parte de sus características fundamentales. El carácter de Franco, las influencias de su formación y las opiniones formadas por sus experiencias vitales forman parte de la historia del régimen.

 Algunos rasgos de la personalidad de Franco o de sus capacidades pueden explicar su prolongada permanencia en el poder así como la evolución de los mismos influyó en su forma de ejercer la dictadura. Por ejemplo, el poso de timidez de su carácter puede explicar que los cambios ministeriales se realizaran por persona interpuesta, como Serrano Suñer hasta 1945 y más tarde Carrero Blanco, esta misma timidez explica su actitud receptiva en sus entrevistas.

 La inaccesibilidad de Franco puede ser interpretada como simplicidad de carácter, pero tenía cierta listeza natural, sentido común y una inteligencia ayudada por su carácter ordenado y reglamentado y, sobre todo, por su tranquilidad que era parecía directamente proporcional a la dimensión de los problemas de gobierno.

 Su apariencia moderada, sencilla y metódica dio la sensación, a quienes le apoyaron durante la guerra civil, que su única meta era ganar la guerra y que era, además, quien mejor podía hacerlo, y que por tanto, podían utilizarlos para sus propósitos.

 Rasgos de su carácter como el valor, la fuerza de carácter, la impasibilidad y la dureza se perfilaron con el mando el las tropas de Marruecos. Su indiferencia ante la muerte, propia y ajena, permite entender aspectos de la represión durante la guerra civil y la dictadura.

 Su carácter se vio modificado con el culto al caudillaje, que de pasó, sirvió para ratificar los principios en que se basaba en un momento en que los políticos que le apoyaban empezaron a mostrarse decepcionados.

 Hacia el final de su vida influyó notablemente la pérdida de salud especialmente en la debilidad de voluntad.

 Para algunos era una ejemplo de mediocridad personal que vivió una existencia cuartelera combinada con el mal gusto. Carecía de inquietudes intelectuales, jugar a las cartas, pescar, cazar o ver cine y televisión eran sus aficiones favoritas. Para otros, como el general Kindelán, Franco estaba atacado por el 'mal de altura'. Girón describe su carácter como de: 'paso de buey, vista de halcón, diente de lobo y hacerse el bobo'.

 Franco creía que los valores militares, los religiosos y los familiares constituían la columna vertebral de unos españoles caracterizados por su espíritu anárquico, su crítica negativa, su insolidaridad, su extremismo y su enemistad mutua.

 

El intervencionismo militar, que estaba en la base de los juicios que Franco haría al sistema liberal, y el destacado papel de los militares en el régimen de Franco, (en puesto de vicepresidente, ministros y en muchos puestos de segundo nivel), se explica precisamente por la excelencia atribuida por Franco a la condición de militar.

 Su nacionalismo, que le acompañó hasta su muerte ('Que España sea tan grande como lo fue en el pasado' declaró en una entrevista), cobró fuerza en su infancia con el desastre de 1898.

 Sus experiencias juveniles se realizaron el Ejército donde ingresó a los 14-15 años y fue el Ejército donde vivió sus experiencias hasta 1936. No es de extrañar que en los años veinte y treinta viera la historia contemporánea como un producto de la conspiración de oscuras fuerzas secretas y que su peculiar catolicismo tuviera connotaciones políticas y sociales. 

 En los años treinta en Franco ya había, germinalmente, un repudio del parlamentarismo liberal y una evocación patriotera de un pasado que se imaginaba como un ideal. Su diagnóstico de la realidad española, descrita el guión de Raza,  revela una visión superficialmente patriótica: la política parlamentaria y liberal era la responsable del hundimiento de la España gloriosa de otros tiempos.

 Franco gobernante, militar y católico

Las ideas de gobierno de Franco, nacionalmilitarismo, nacionalpatriotismo, nacionalcatolicismo y una obsesión antimasónica, eran tan básicas que sólo podían proporcionarle indicadores muy elementales.

 No es extraño que su política, como opina Juan Pablo Fusi, no fuera el resultado de una doctrina o un diseño de Estado, sino que consistiera en una adaptación pragmática a los acontecimientos que mantuviera los principios básico. No dudó en abandonar la defensa del totalitarismo ante la evolución de la segunda guerra mundial.

 Es obvio que su actitud como gobernante y su sistema político estuvieron condicionadas por su condición de militar. La acción de gobierno ('orden, unidad y aguantar' descrita por Carrero Blanco) la definía como 'mando' y se atribuía la 'capitanía' de los españoles, de hecho llegó a esbozar la tesis de una 'monarquía totalitaria' aunque su práctica política era más realista y prosaica.

 Como militar y según el general Díez Alegría "fue un táctico eminente", un maestro de la organización y de la pequeña maniobra en campo abierto.  Sus opositores no le reprocharon errores en el campo militar sino incapacidades en el terreno político.

 En muchas de sus manifestaciones Franco se mostró convencido de que tenía el apoyo divino:' Señor Dios en cuyas manos está el derecho y todo el poder, préstame tu asistencia para conducir a éste pueblo a la plena libertad del Imperio, para gloria tuya y de la Iglesia.'


Su práctica religiosa, de una indudable piedad, vinculaba nación y religión (nacionalcatolicismo). Ruiz Giménez lo describe como 'naturalmente' católico, lo que implica carencia de preocupación por el contenido más profundo de se fe en el terreno teórico. El catolicismo de Franco fue peculiar en sus connotaciones políticas y sociales. Su apoyo a la Iglesia católica hizo que sintiera el Concilio Vaticano II como una traición. La pérdida del apoyo católico y su decadencia física hicieron perder firmeza a sus creencias básicas hacia el final del dictadura.

 Sus ideas económicas se basaron en el nacionalismo y por ello desembocaron en la autarquía, pero eran ajenas tanto al capitalismo como al liberalismo.

 Su experiencia vital en los años veinte y treinta fijaron una visión de la historia contemporánea que estaría movida por la conspiración de oscuras fuerzas secretas, en especial la masonería y el comunismo. La masonería aparecía para Franco vinculada al liberalismo y éste necesariamente desembocaba en la sublevación comunista. La obsesión antimasónica fue algo muy ligado a la extrema derecha católica de los años treinta

 Respecto de la falange respetaba su ideología, pero les veía incapaces de atraer a las masas. El Movimiento Nacional lo consideraba la 'claqué' que le proporcionaba masas de acompañamiento en sus visitas a provincias.

 La política siempre fue vista con desconfianza por Franco. Sus mejores ministros eran  'aquellos que no son políticos' y se nombraban tanto por la pertenencia a una familia determinada como por la fidelidad a la persona de Franco. La ausencia de institucionalización produjo que se trasladaran al Consejo de Ministros las discrepancias que en un régimen liberal se habrían producido en el parlamento. Las Cortes y el Consejo del Reino eran instituciones con poderes muy limitados y en general ratificaban decisiones ya tomadas.

 Sus ideas sobre el modelo de monarquía evolucionaron desde la 'monarquía revolucionaria y totalitaria' que llegó a proponer a D. Juan, sobre todo ante la evolución de la segunda guerra mundial.

 Principales factores de la prolongada permanencia en el cargo

1.- El recuerdo reavivado de la guerra civil El régimen de Franco fue la perduración de la guerra civil según Julián Marías.

2.- Carisma. El carisma entre la masa conservadora por haber vencido a los revolucionarios

3.- Mantenerse. Para Franco, según Madariaga, lo esencial era durar 'no hay acto suyo que tenga otra misión que ésa'.

4.- Precariedad del sistema político política de vuelo corto sin tratar de construir un verdadero sistema político para el futuro. La esencia del sistema no eran las instituciones que no arraigaron sino su persona. Ambigüedad y flexibilidad en el terreno ideológico y político.

4.1 Lentitud en las decisiones. 4.2 Astucia, recelo y discreción 4.3


5.- Concentración de poder en su persona. No cedió ninguna parcela de poder verdaderamente sustancial a ninguno de sus colaboradores.

6.- 'nihilismo de la derecha'. Cesión del poder de la derecha en manos del dictador. No fue una dictadura personal sino una 'situación dictatorial' por la que una gran arte de la sociedad española (la que mandaba), por temor a su propio pasado, renunciaba al ejercicio de su libertad para entregarla en manos de Franco.

7.- Moderación. Uso moderado de su omnipotencia política por Franco.

8.- Inexistencia de programa de gobierno, sí de programa ministerial. Programas de actuación divergentes gracias a la ambigüedad, la flexibilidad y la indiferencia programática de Franco.

9.- Dictadura arbitral. Papel arbitral de Franco en el gobierno.

10.- Dictadura de concentración. Pastoreo de la derecha. En diversas fases

Fase primera. Colaboración entre miembros de partidos distintos originalmente

Fase segunda. Arbitraje entre las diferentes 'familias' del régimen.

Fase tercera. Forma de permitir la convivencia entre equipos y clientelas de carácter personal presididos siempre por Franco

 

La vertebración del pluralismo interno

No puede explicarse la historia política del franquismo sin relacionarla con el enfrentamiento entre sus diferentes familias. El papel de cada una de ellas estaba en función de las circunstancias interiores y exteriores. Durante la guerra el enfrentamiento más característico fue entre falangistas y carlistas, en la segunda guerra mundial entre los militares (que eran sentimentalmente monárquicos) y los falangistas, tras la misma entre católicos colaboracionistas y el falangismo. A partir de finales de la década de los cincuenta se diluyen los perfiles de las familias políticas. En su tramo final el adjetivo 'burocrático' es aplicable a la dictadura franquista y la vertebración respondía más a clientelas de carácter personal que a familias cuyo origen ideológico ya era remoto.
El Consejo de Ministros era el campo de solución de las discrepancias. Su composición representaba cada una de las familias pero era Franco quien elegía los ministros y la fidelidad de los mismos debía prevalecer a la de su familia de origen. Para López Rodó, citado por Tusell, había dos reglas fundamentales del juego constitucional real en el país: “no discutir la jefatura de Franco ni que fuera el gobierno quien mandaba en el país. En cierto sentido en Gobierno podía ser más aperturista o progresista que las Cortes".

 

Franquismo y partido único

La importancia del partido en el seno de la dictadura de Franco fue discreta lo que constituye un diferenciación específica de su dictadura.

FET y de las JONS no fue un partido de gobierno, trató de ser un partido fascista pero perdió todas las batallas, contra el Ejército por el mantenimiento de las milicias, en el terreno económico con el sindicalismo vertical (que debía organizar la economía). La sección femenina no propició manifestaciones fascistas sino los valores de la maternidad y el catolicismo. En 1957 intentaron crear una figura de 'comisario político' del Consejo de ministros que fue rechazada.  

El mantenimiento de la Falange se debe más a la necesidad de compensar otros poderes en el seno de la dictadura y a posibilitar, eventualmente, la movilización política.

 

Características de la clase dirigente franquista

El personalismo dominó la toma de decisiones durante el franquismo. La permanencia de un ministro dependía más de su relación con Franco que de su competencia.

 El mayor peso en los Consejos de Ministros lo tuvieron los funcionarios y se incrementó con el trascurso del tiempo. 

El sector dirigente de la clase política del franquismo se caracterizó por su centralismo de procedencia (su madrileñismo). Hubo un estrecha conexión entre la élite económica y la política.

 A partir de 1965 se rejuveneció la clase dirigente del régimen y la gerontocracia no fue una característica propia del régimen de Franco.

 La condición de ministro proporcionaba, ante todo, status, su preeminencia hacía que se pudieran crear redes clientelísticas durante su etapa de permanencia en el poder. Sin embargo, estas redes eran destruibles al abandonarlo.

 

Las instituciones del franquismo

Las Cortes tenían un papel mínimo al haberse dispuesto que debían colaborar en la elaboración de las leyes pero no en su aprobación. De hecho ignoraron el nombre del sucesor de Franco hasta 48 horas antes de que tuviera lugar. Solo a partir de 1967 cabe atribuirles una función seudoparlamentaria. 
 Las Cortes constituían un medio de contraste de opiniones en el seno de la clase dirigente franquista. Realizaron un escasísimo papel de control sobre el ejecutivo, de hecho las Cortes duplicaban la clase política del régimen. Casi la mitad de las cortes provenía de la administración que se eleva a 2/3 en el caso de las comisiones. La ausencia de asociaciones política de ningún tipo favorecía la vinculación con intereses económicos. La diferencia entre las cortes y en Consejo Nacional fue pequeña aunque en el Consejo había mayor vinculación con la Falange.

 La oposición al franquismo

Algunos estudios sobre el periodo franquista han atribuido un papel mayor a la oposición del que en realidad tuvo. El franquismo admitió y propició diversos tipos de oposición  dentro del régimen sin las cuales el arbitraje de Franco no podría haberse ejercido. La evolución de esta oposición paso de las iniciales familias a las clientelas. A Franco le preocupaba más la oposición monárquica, que podía arrebatarle sus apoyos sociales que la del fuera del régimen para la que tuvo siempre recetas represivas.
 La gran cuestión sobre la oposición es si no pudo arrebatarle el poder a Franco sólo a causa de la represión. Tusell da una respuesta negativa. La oposición extrarégimen estuvo siempre desunida, el Partido Comunista fue, durante el periodo franquista, el mas aislado de los partidos comunistas de Europa. La capacidad de adaptación del franquismo fue mayor que el de la oposición.

 

Franquismo y represión

Constituye un elemento imprescindible para definir un régimen dictatorial, aunque no es el único. La fase represiva por excelencia fue anterior a la tolerancia de los años sesenta. Las cifras de Ramón Salas respecto a las ejecuciones son bajas. Hay que sumar la emigración, las depuraciones que se produjeron tras la guerra.

 A comienzos de la década de los sesenta la represión disminuye y se concede la 'tolerancia' que permite la expresión de la discrepancia siempre que no sea frontal ni global, de ella se benefició a prensa, especialmente la católica y empresarial, que contribuyó especialmente al cambio de mentalidad de los españoles. Quizá la falta de peligrosidad de la oposición favoreció la tolerancia, factor que no se ha tenido en cuenta al hablar de la apertura. En la fase final del franquismo se produjo una represión menos selectiva y más 'socializada'.

 

Franquismo y política económica

El franquismo presenció un cambio económico y social sin precedentes, la pregunta que cabe hacerse es hasta que punto el crecimiento económico dependió de la esencia del régimen. Las ideas de la primera etapa del franquismo sometían la economía a la política desde planteamientos nacionalistas, como consecuencia de la misma sólo en 1948 se recuperaron los niveles macroeconómicos de preguerra (1935) y para llega a los nieveles previos a 1929 hay que esperar a la mitad de la década de los cincuenta.

 Las verdaderas razones del desarrollo de los años sesenta están en sus dimensiones, determinadas características del régimen favorecieron un ambiente propicio al desarrollo: emigración y falta de derechos de huelga y sindicatos. El papel desempeñado por la política económica fue menor y muchos factores que propiciaron el despegue fueron exógenos como el turismo, la emigración la importación de capital extranjero. 

El desarrollo fue el producto de la confluencia de las posibilidades acumuladas durante los años cincuenta, la liberalización ya iniciada y la propia situación geográfica española cercana a una civilización industrial. Sin embargo, a partir de 1965 la política económica volvió  a ser intervencionista.

 La tentación permanente de la dictadura era la autarquía cuartelera y los límites de la liberalización resultaban previsibles.

 

III. El franquismo y las dictaduras contemporáneas

 La obligación del análisis comparativo se desarrolla en la tercera parte del libro, se trata de comparar el franquismo con otras dictaduras contemporáneas que, en principio, parecen tener puntos evidentes de semejanza con el mismo.

 La reivindicación de la historia comparada tiene su antecedente en los clásicos y posiblemente es una influencia de los procedimientos comparativos de la lingüística.

 La comparación nos permite apreciar el papel del componente militar, el ideario católico y la existencia de un partido único. Se trata de conocer, en cada uno de los tres regímenes que se comparan, el grado de totalitarismo, de institucionalización, el papel de la ideología, el grado de pluralismo interno y su vertebración, el papel del partido único y las características de la clase dirigente, el grado de movilización política y el papel de la oposición. Se trata de pasar de una perspectiva formal a la del funcionamiento del régimen.

 

Franquismo y salazarismo

 Los estudios comparativos están limitados por la ausencia de estudios monográficos de carácter específicamente histórico y por el contenido ideológico que sigue existiendo en la historiografía.

 La política económica, la política exterior, y el acceso a los archivos privados de los ministros del franquismo han hecho avanzar más a los historiadores españoles que a los portugueses aunque estos muestran un grado mayor de distanciamiento.

 El ascenso político de Oliveira Salazar en Portugal tuvo su origen problemas financieros y la necesidad de una articulación ideológico política, mientras que el origen franquismo fue una guerra civil que terminó con una república democrática acosada por una grave crisis social y por la acumulación de problemas. En el caso de España la ruptura con el pasado fue mayor.

 Ideológicamente el mundo de Salazar fue el del corporativismo católico, este lenguaje es el aspecto de mayor semejanza entre España y Portugal, sobre todo en franquismo de los años 1945 y 1956. El salazarismo no se definía a sí mismo con el lenguaje del fascismo, ni tampoco el de los tecnócratas españoles de los años sesenta.

 La actitud ante el totalitarismo es una de las diferencias importantes entre ambos regímenes. El salazarismo era un sistema de síntesis entre los principios liberales y el autoritarismo que repudiaba el totalitarismo. El régimen de Franco, en cambio, frenó sus tentaciones totalitarias fue por el peso mayor del Ejército que de la Falange en su seno y por el desarrollo de la segunda guerra mundial.

 


La institucionalización del régimen de Salazar se realizó tan solo en 18 meses, fue efectiva y desempeñó un papel en la vida política real. La institucionalización del franquismo no se llevó verdaderamente a la práctica.

 

La pluralidad del componente de coalición que apoyó a Franco fue mayor que en el salazarismo. Durante los años treinta se alumbraron en España cuatro fórmulas de derecha radical: la monárquica, el carlismo, la Falange y el corporativismo católico, durante el franquismo todos los gobiernos tuvieron un carácter de concentración e incluso había áreas que se asignaban preferentemente a cada una de las familias.

 

Respecto al partido único, la Unión Nacional tuvo muy poco de partido fascista, era independiente del estado, estaba dirigida más al encuadramiento que a la movilización y su organización estaba claramente dirigida por la Administración pública.

 La movilización política en el régimen salazarista y en el régimen franquista fueron muy diferentes también. En el salazarismo la desmovilización se consiguió desde fechas tempranas, el sufragio censitario duró bastante tiempo y el voto femenino no se introdujo hasta 1968. En España la movilización política inducida desde el poder se dio hasta 1945 con grandes concentraciones de apariencia fascista. Esta movilización permaneció latente hasta final del régimen.

 En las formas de oposición, en el interior y en el margen ofrecen semejanzas y diferencias entre ambos regímenes aceptadas pasivamente más que por temor o sumisión, ambas usaron la represión controlada y selectiva en función del opositor de que se tratara, ambas tuvieron fórmulas de tolerancia respecto a sectores que no aceptaban la legalidad vigente. Sin embargo, ya en sus orígenes el franquismo tuvo una represión más dura y también la oposición utilizó medios violentos, la tolerancia en el franquismo fue mucho más tardía y menor el margen de libertad.

 Lo que revelan estas diferencias es la diferencia entre amas sociedades siendo la portuguesa menos movilizable, menos conflictiva y más controlable desde el poder.

 Respecto al papel del Ejército y la Iglesia hay que constatar que el salazarismo nunca fue una dictadura militar mientras que el franquismo lo fue claramente. Respecto a la Iglesia el salazarismo, aun siendo un Estado confesional, fue menos nacional católico y más tolerante con la disidencia religiosa que la España de Franco.

 Hay también diferencias entre las clases políticas ya que el franquismo nunca llegó a ser gerontocrático. Respecto a las ideas económicas las de Franco eran menos ortodoxas y se podrían definir como "autarquismo cuartelero" en la primera etapa que se liberalizó con la reticencia inicial de Franco. En política exterior el franquismo fue inicialmente más imperialista.

 Franquismo y salazarismo corresponden a un mismo tipo de régimen que podría ser denominado dictadura no totalitaria que se diferencia de los regímenes fascistas en que no pretenden la sumisión de la sociedad al Estado. De estos regímenes puede decirse que tienen un grado de adaptación a las circunstancias de una sociedad semejante a la de los regímenes democráticos.

 

Fascismo italiano y franquismo

 A diferencia del franquismo, el fascismo italiano fue un ejemplo que sirvió para denominar regímenes semejantes. El conocimiento que tenemos de ambos regímenes es muy distinto, especialmente por la difícil accesibilidad de las fuentes en el caso del franquismo posterior  1960. Los archivos privados son sólo parcialmente accesibles, y las memorias de los personajes políticos no siempre se han escrito. En el caso del fascismo la conservación de las fuentes es mucho mayor.

Otra dificultad de comparación radica en que el fascismo fue un partido y el franquismo se apoyo en un movimiento.

 En su origen el régimen fascista italiano tuvo un carácter fundacional, a diferencia del español. Se definía como revolucionario, totalitario y con carácter de permanencia, mientras que en el franquismo las tendencias hacia el totalitarismo fueron en un periodo muy breve, entre el verano de 1940 y hasta mediados de 1942. Las divergencias en el seno del fascismo contra el Duce se dieron por parte del partido mientras que en el caso de Franco fueron los militares monárquicos.

 En el sustrato doctrinal del fascismo era característico su tono moderno y su origen izquierdista, su anticlericalismo, aunque superficial, estaba muy distante del conservadurismo tradicional. La mentalidad franquista carecía de una doctrina y muchos sus componentes, como el rechazo a los intelectuales, su catolicismo, y nacionalismo poco tenían que ver con el fascismo.

 La ruptura con el liberalismo fue mucho mayor en el franquismo, el masivo derramamiento de sangre de las primeras semanas de la guerra civil explica que la ruptura con los principios fundamentales del mundo liberal fuera tajante. En Italia, respondiendo a su tradición transformista, se intentó asimilar o utilizar a los fascistas.

 La evolución del fascismo se realizó en una sola dirección, el franquismo vivió etapas sucesivas aunque con una coherencia interna, no cambió la esencia del poder político. El fascismo impulsó un proceso de institucionalización y movilización política. La permanencia de Franco estaba asociada a su labor de arbitraje y ésta a la ausencia de institucionalización, el papel de la movilización popular del franquismo se limitaba a puntuales manifestaciones multitudinarias combinadas con la promoción de actitudes pasivas entre la población.

 En el franquismo se dio el pacto y el consenso, mientras no se pusiera en cuestión lo fundamental, el fascismo tuvo una voluntad totalitaria, donde el partido, que representaba la autoridad de la ideología, sometía a la totalidad de las fueras socales y políticas. En el franquismo la Falange era un sector más dentro de un pluralismo interno uno de cuyos componentes decisivos era el Ejército.

 En el aspecto de política económica, el caso del fascismo italiano como el del franquismo y el nazismo es un ejemplo del predominio del factor político sobre el interés de clase. La lógica del fascismo, como señaló Tasca, fue la del poder, no la del provecho, franquismo y fascismo nunca tuvieron un control absoluto sobre la economía aunque sí sobre los sindicatos.

 De la comparación entre el fascismo, el franquismo y el salazarismo, este último puede ser considera como el polo de menor totalitarismo, el fascismo como el de mayor y deja, por tanto, al caso español en el medio. La dictadura de Francos dio la sensación de ser más sangrienta, menos sometida a trabas institucionales, más personal. También dio la sensación de ser más tradicional que el fascismo italiano, pero la modernidad de este también se dio en una Italia que se industrializó antes y sufrió antes la crisis del sistema liberal.

 

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     [1]Burke, Peter. La historiografía en Inglaterra desde la segunda guerra mundial. La historiografía en occidente desde 1945. III Conversaciones Internacionales de Historia. Página 26

     [2]Burke,  Peter. La historiografía...página 31

     [3]Burke, Peter. Formas de hacer historia. Obertura: la nueva historia su pasado y su futuro. Alianza Universidad. Madrid. 1996. Página 22.

     [4]Stone. El pasado y el presente. Fondo de cultura económica. Mexico. 1986. Página 28

     [5]Stone. El pasado.. Página 31

     [6]Rémond, René. Pour une histoire politique. Éditions du Seuil. Paris. 1988, 1996

     [7]Tusell, Javier. La historia política de la España contemporánea en los diez últimos años. La historiografía en occidente desde 1945. III Conversaciones Internacionales de Historia. Universidad de Navarra. Pamplona 1985.