Abrir en ventana nueva |
El primer punto del programa político de las mujeres es la comunidad de bienes (vv. 590-594):
Prax.: Diré que todos deben hacer comunidad de bienes de forma que todos tengan parte en todos ellos y vivan de los mismos recursos y no que uno sea rico y el otro miserable; ni que uno tengas mucha tierra que labrar y el otro ni siquiera para que se la sepulte; ni que uno tenga a su servicio muchos esclavos y el otro ni siquiera un acompañante. Por el contrario, establezco un solo régimen de vida común para todos y éste ha de ser igualitario. |
El principal motivo de esta comunidad de bienes es la abolición de la diferencia entre ricos y pobres, es decir, hacer a todos iguales respecto a la posesión de bienes y riquezas, fundamento primero de toda teoría y planteamiento comunista.
Esta utopía nace por motivos muy complejos dentro de la sociedad ateniense. Posiblemente el problema primordial fuese la relación individuo-estado: para las clases bajas el estado debía proporcionarles los medios que le permitiesen llevar una buena vida. Por otra parte estaba el ideal de un estado según el modelo de Esparta que caló hondo en los programas generales de la vida política y social de los filósofos del siglo IV a.C. El estado comunista de Las Asambleístas, al margen de ser femenino, sería la radicalización de este tipo de gobierno y estado, pero pienso que matizado por una gran diferencia: en el estado espartano prima el estado por encima del individuo, en el estado utópico de la ginecocracia ("poder de las mujeres") la comunidad está al servicio del individuo, prima el individuo por encima de la comunidad, ya que ésta se encamina al bienestar del individuo, no tanto como de sí misma. Si todos tienen todo lo que quieren, o al menos todo lo que necesitan, sin necesidad de trabajar, ya no hay ni ricos ni pobres, y al mismo tiempo si el estado les proporciona todo ello a partir de un fondo común, la propiedad privada deja entonces de existir: en lo esencial es la base del comunismo.
Otro motivo es la relación con la propiedad: tras la guerra muchos se arruinaron, otros se hicieron ricos por medios poco honestos (la mayoría además no pertenecían al cuerpo de ciudadanos), la pobreza era cada vez mayor y los pobres cada vez más pobres,el estado no podía mantenerlos, a pesar de que les pagase por asistir a asambleas y tribunales. Para neutralizar las diferencias entre clases e intentar instaurar un equilibrio social corría entre las ideas de la época una basada en la abolición de la propiedad privada, aunque había una carencia de argumentos teóricos que la hiciesen posible y todos los filósofos teóricos coincidían en la sugerencia de que dicha abolición debía ser procurada a partir del estado constitucionalmente y sin favoritismos. El comunismo de la ginecocracia y la utopía aristofánica sí llegaban a la abolición, llegaban a donde nadie se atrevía, de ahí que fuese el más improbable, el más irreal, en suma, el más utópico de los planteamientos que provocaría una fuerte sorpresa y reflexión en un espectador inmerso en una sociedad más interesada en ganar una miseria que en atender a la política ciudadana.
La utopía comunista de Proxágora planteaba pues la comunidad de bienes, tanto inmuebles como "muebles", es decir, también la riqueza oculta, el dinero y los dáricos irían a formar parte de un "erario común", suma de los "erarios particulares" de cada ciudadano (vv. 601-602):
Crem.: ¿Y cómo hará el que de nosotros no posea tierra, sino algún dinero y dáricos, una riqueza oculta?. |
Prax.: La depositará en la caja del fondo común. |
Roberto Lérida (IES Serranía Baja, Landete -Cuenca-) Proyecto Clío |