El nacimiento de un nuevo régimen de producción entre los pueblos europeos, el capitalismo, impulsó vigorosamente la producción industrial y, por consiguiente, la necesidad de contar con zonas abastecedoras de materia prima y de mercados cada vez mas amplios. En principio las naciones ubicadas ventajosamente sobre el Mediterráneo fueron las que se beneficiaron de esa posición, pero con el cierre de las rutas comerciales, impuesto por los turcos otomanos, la importancia de los países mediterráneos decayó, y fueron los pueblos situados en la costa atlántica los que tuvieron la posibilidad de buscar nuevas rutas que pudieran conectarlos a oriente, de tal manera que tuvieron que ser precisamente países como Portugal, España, Francia, Holanda e Inglaterra, los que, aprovechando su estratégica posición geográfica, intentaron llegar a la India, siguieron diversas rutas; unos, como los portugueses navegando hacia el sur; otros, como España, viajando hacia el occidente, y otros dirigiendo sus expediciones por los mares del norte. Todo esto sin imaginar, que grandes civilizaciones florecían del otro lado del océano.
Los mexicas, como se llamaban ellos mismos los aztecas, habían alcanzado a principios del siglo XVI su máximo desarrollo y esplendor. Obviamente su grandeza no fue resultado de la generación espontánea. El "Pueblo del Sol", el escogido del dios de la guerra, Huitzilopochtli, había heredado sus instituciones culturales de los toltecas y en última instancia de otros pueblos más antiguos como los teotihuacanos que habían florecido durante los primeros siglos de la era cristiana.
La nación azteca, con su gran capital, México-Tenochtitlan, en la que había templos y palacios extraordinarios, con esculturas y pinturas murales, con sus centros de educación, y con una consciencia histórica preservada en sus códices o libros de pinturas, era un estado poderoso que dominaba vastas regiones, desde el Golfo de México hasta el Pacífico, y que llegaba hacia el sur, casi a las fronteras de la actual Guatemala. Su gloria y su fama eran bien conocidas a todos los cuatro rumbos del universo indígena. Precisamente, por su poderío y su riqueza iban a tener noticia de ella los conquistadores españoles, establecidos ya en la isla de Cuba. Así, mientras los aztecas seguían ensanchando sus dominios, a una distancia relativamente cercana había hombres, venidos de mas allá de las aguas inmensas, que se disponían a emprender su conquista.
El 18 de febrero de 1519 Hernán Cortés sale de la isla de Cuba, al frente de una armada integrada por once naves. Trae consigo poco más de 600 hombres, 16 caballos, 32 ballestas, 10 cañones de bronce y algunas otras piezas de artillería de corto calibre. Vienen con él varios hombres que llegarían a ser famosos en la conquista del Nuevo Mundo. Entre ellos está Pedro de Alvarado, a quien los aztecas habrían de apodar Tonatiuh, "el sol", por su gran presencia y lo rubio subido de su cabellera. Alvarado habría de ser el único de los grandes capitanes que iba a participar también en al conquista de Guatemala y más tarde en la de Perú. Con Hernán Cortés vienen asimismo Francisco de Montejo, futuro conquistador de Yucatán, Bernal Díaz del Castillo y otros varios más que consignarán por escrito la historia de esta serie de expediciones.
Al pasar por las costas de Yucatán, Cortés recoge a Jerónimo de Aguilar que había quedado allí como consecuencia de un naufragio y que había aprendido la lengua maya con fluidez. Mas adelante, frente a la desembocadura del río Grijalva, recibe Cortés veinte esclavas indígenas, una de las cuáles, la célebre Malinche, desempeñará un papel importante en la Conquista. La Malinche hablaba la lengua maya y la azteca o náhuatl. Gracias a la presencia simultánea de Jerónimo de Aguilar; éste a su vez, sirviéndose del maya, traduciría lo dicho a la Malinche, y ella se dirigiría directamente en lengua azteca a los enviados y emisarios de Moctezuma, el gran tlatoani - término azteca equivalente a emperador -.
Precisamente el Viernes Santo, el 22 de abril de 1519, los conquistadores desembarcan en las costas de Veracruz. Pasan por las regiones de Rinconada, Coatepec, Xalapa y Xico. Un poco mas de seis meses después, el 8 de noviembre de 1519, contemplaban atónitos la metrópoli de México-Tenochtitlan, la gran ciudad construida por los aztecas en medio de los lagos en el Valle de México.
Tanto los cronistas españoles como los indígenas refieren puntualmente los varios acontecimientos que tuvieron lugar. Los textos en idioma azteca hablan de los mensajes enviados por Moctezuma, de los presentes de oro y plata. Hernán Cortés, en sus cartas de relación a Carlos V, Bernal Díaz en su Historia Verdadera de la Conquista , así como el resto de los cronistas españoles refieren sus primeros contactos con la gente de Cempoala en las costas del Golfo, su puesta en marcha hacia la altiplanicie, su alianza con los tlaxcaltecas (un pueblo enemigo natural de los mexicas), su paso por el poblado aliado azteca de Cholula donde se perpetró la matanza de la gente de ese lugar así como la destrucción de sus templos.
Por fin, después de cruzar volcanes, los conquistadores llegan a la ciudad de México-Tenochtitlan y se entrevistan con Moctezuma que los recibe como huéspedes. Desde un principio el gran Señor de los aztecas había creído que se trataba del retorno de Quetzalcoatl (un rey tolteca traicionado el cual juró vengarse y regresar por el mar del este.)
La estancia de los hombres de Castilla como huéspedes en la capital azteca tuvo un final violento. Cortés había tenido que ausentarse para combatir a Pánfilo de Narváez, quien venía a quitarle el mando por órdenes del gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, el cual nunca autorizó a Cortés esta empresa. Pedro de Alvarado quedó al mando de la Ciudad de Tenochtitlan y queriéndose anotar un triunfo, atacó por traición a los aztecas, durante la gran fiesta de Tóxcatl, que se celebraba en fecha cercana a la Pascua de Resurrección del año de 1520. Las relaciones aztecas que evocan ese episodio se transforman aquí y en otros pasajes en un poema épico, especie de Iliada indígena.
Cuando Hernán Cortés regresa, después de vencer a Narváez, tiene que hacer frente a la indignación de los aztecas. Decide entonces escapar de la ciudad. En su huida pierde mas de la mitad de sus hombres, así como todos sus tesoros de que se había apoderado. Esta derrota sufrida por los conquistadores al huir de la ciudad rumbo al poniente, por la calzada de Tacuba, se conoce con el nombre de "la noche triste" del 30 de junio de 1520. Se dice que Hernán Cortés se detuvo en medio de la huida a llorar debajo de un árbol y que Pedro de Alvarado cayó en una zanja rompiéndose una pierna.
Los españoles marchan en busca de auxilio con sus aliados tlaxcaltecas y no es sino hasta casi un año después, o sea el 30 de mayo de 1521, cuando pueden dar principio al asedio formal a México-Tenochtitlan.. Para esto encuentra Hernán Cortés mas de 80,000 soldados tlaxcaltecas y refuerza sus propias tropas españolas con la llegada de varias otras expediciones a Veracruz.
Las crónicas indígenas hablan de la forma en que los españoles comienzan a atacar a la ciudad a partir del 30 de mayo de 1521. Refieren las diversas incursiones de esos hombres que en un principio habían sido tenidos por dioses, pero que al final de todo se les terminó llamando "popolcas", palabra que designaron los aztecas a los pueblos que tuvieron por "bárbaros".
En las crónicas se recuerda también la elección de Cuauhtemoc, escogido como gobernante supremo, ya que muerto Moctezuma (víctima de una pedrada dirigida a los conquistadores), su sucesor, el príncipe Cuitláhuac, había también fallecido víctima de la epidemia de viruela que, traída por los españoles, causó miles de bajas entre los indígenas. Durante el reinado de Cuauhtemoc que sería el último emperador azteca, los hechos de armas se suceden unos tras otros y no puede negarse que hay actos de heroísmo por ambas partes. Una vez más, los escritos indígenas adquieren la elocuencia de un maravilloso poema épico.
Por fin, casi después de ochenta días de sitio, en un 13 de agosto de 1521, cae la ciudad de México-Tenochtitlan y es hecho prisionero el joven Cuauhtemoc (que mas tarde sería torturado y muerto en la actual región de Chiapas en otra expedición de Cortés). Se dice que el agua del lago de Texcoco estaba totalmente pintada de rojo. La ciudad quedó devastada.
Así pues, Cortés colocó su ejercito en Coyoacán, una región cercana a Tenochtitlan. Todos los plumajes, oro, y regalos se remitieron como regalos a cónsules, reyes, emperadores y procuradores en Europa. Mas tarde, Cristóbal de Tapia llegó de Cuba por órdenes del gobernador Velázquez y del rey a gobernar el nuevo territorio conquistado. Cortés lo obligó a regresar.
Se tiraron la mayoría de los templos y generalmente, sobre ellos se construyeron iglesias o mas tarde, monasterios.
El 15 de octubre de 1522, Hernán Cortés por fin fue nombrado gobernador, Capitán General y Justicia Mayor de la nueva colonia española.
Pedro de Alvarado se dirigió a conquistar cruelmente Guatemala y El Salvador. Cristóbal de Olid se rebeló entonces a Cortés, pero Olid fue rápidamente asesinado.
El 13 de agosto de 1523 llegaron 3 religiosos a México, para dar inicio a lo que sería la "conquista espiritual". Los tres religiosos son: Fray Juan de Tecto, Fray Juan de Aora y Fray Pedro de Gante.
Se comenzó a explotar la tierra y a cultivar la caña de azúcar, trigo, arboles frutales europeos , etc.. El nuevo territorio fue entonces llamado Nueva España. Iniciaría el periodo de la Colonia que terminaría hasta 1821 con la Consumación de la Independencia.
Los españoles que realizaron la conquista, pudieron consumar la empresa gracias a que traían las armas de fuego que se usaban en Europa; arcabuses, falconetas, y culebrinas; se protegían con armadura de metal y se valían del caballo para el combate. Todos esos recursos resultaban superiores a los que se empleaban en México. Por esta razón se ha generalizado la idea de que la conquista de México, en particular la caída de Tenochtitlan, obedeció a una serie de circunstancias como la decisión y audacia de Hernán Cortés, la superioridad de los armamentos de los europeos y la mejor táctica en la conducción de las operaciones militares; sólo que todo ello resulta secundario si revisamos cuidadosamente los factores que hicieron posible que un puñado de extranjeros, en condiciones adversas, realizaran el milagro de someter por la fuerza de las armas al mas numeroso y mejor organizado de los pueblos indígenas de México.
La Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, en la Ciudad de México: Sobre una pirámide azteca se erige una iglesia de la época colonial y detrás de ella un moderno complejo habitacional. Muchos historiadores hacen analogías entre esta plaza y la historia mexicana.
En principio debemos señalar que el éxito alcanzado por los españoles obedeció seguramente a la crítica situación política por la que atravesaban los pueblos del valle de México, sometidos a una severa tributación y con una manifiesta inconformidad, que hizo posible que muchos grupos indígenas (como los tlaxcaltecas) se sumaran a los españoles para combatir al Imperio Azteca. Ello explica precisamente la participación de Ixtlilxóchtil - un jefe indígena que se alió a los españoles y fue quien verdaderamente dirigió el sitio de Tenochtitlan- ya que resulta inexplicable que una gran ciudad, con las complicadas condiciones de su disposición lacustre, hubiera podido ser férreamente cercada por 600 o 700 europeos, a no ser por la colaboración de numerosos ejércitos del jefe indígena Ixtlilxóchitl que, por tales razones, debe ser considerado el verdadero conquistador de la gran capital mexica, aunque sólo lo haya hecho para entregársela a los españoles de Cortés.
Una consideración final que parece justa en relación con la liquidación del mundo indígena en el año de 1521, que nos permite dejar en entredicho la tan socorrida idea de la superioridad técnica y del armamento de los extranjero, es que en realidad los ejércitos aztecas nunca fueron vencidos, y que la caída de su ciudad obedeció a al impotencia para continuar la lucha, ocasionada por el hambre, la sed y la peste, generadas por el severo y prolongado sitio a que estuvieron sujetos. Bien dice un monumento en la plaza de Tlatelolco: "En la conquista no hubo ni vencedores ni vencidos, fue únicamente el doloroso nacimiento de la nueva nación mestiza que ahora es México"
Resumido de Raúl Bolaños (Historia Patria) EPSA. Pp. 58-68. México D.F. 1994 por Jorge Veytia
BOLAÑOS, Raúl. "Historia Patria". EPSA. Pp. 58-68 México 1994
LEÓN-PORTILLA, Miguel. "El Reverso de la Conquista". Editorial Joaquín Mortiz. 7ª Edición. Pp. 11-15 México 1982
TEZOZOMOC, F. Alvarado. "Crónica Mexicana". Edicion de Vigil. Reimpreso por la Editorial Leyenda, Mpexico 1944
DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal: Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, 3 vols. México, Robredo, 1939. Véase además la edición preparada por J. Ramírez Cabañas, 2 vols., México, Editorial Porrúa, 1955.
CORTÉS, Hernán: Cartas de Relación de la Conquista de México. (Cartas y relaciones al emperador Carlso V), Edic. De Gayangos, Paris, 1866. Existen otras ediciones mas recientes: en Cartas y Relaciones de la Conquista de América, México, Editorial Nueva España, s.f. Hay una edición económica: Cartas de Relación de la Conqusita de México, 3ª Edición, Buenos Aires-México, Espasa Calpa Argentina, 1989.
TAPIA, Andrés de: "Relación sobre la Conquista de México" en Colección de Documentos para la Historia de México publicada por J.G. Icazbalceta, tomo II, México 1920.
AGUILAR, fray Francisco de: Historia de la Nueva España, 2ª De copiada y revisada por Alfonso Teja Zabre. México Ediciones Botas, 1938
Jorge Veytia (UNAM) Proyecto Clío