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EL COLOR DEL CAMBIO: LA CREACIÓN DE LA FIGURA DE BARACK OBAMA[1]

 

Álvaro Díez Cárcamo

D.E.A en Historia Contemporánea

Universidad de La Rioja

www.unirioja.es/gihnt

0. Introducción

Hacer en estos momentos un libro sobre la figura de Barack Hussein Obama Jr. puede resultar demasiado oportunista, apuntarse a un caballo ganador, reconocido y que goza de las simpatías y el respeto de una gran parte de su país y del mundo entero. Por el contrario, la bibliografía referida a aquellos que son considerados perdedores, o no ganadores, son menores. No existen obras, o por lo menos una bibliografía tan extensa sobre las figuras de John McCain o de Hillary Clinton, no porque no sean grandes políticos, si no por el mero hecho de que no han logrado imponerse a este nuevo ciclón que representa la figura de Barack Obama.

Hoy por hoy, todo el mundo conoce a Barack Obama; es difícil encontrar a una persona que no haya oído hablar o ver a este personaje que se ha convertido en una de las marcas o iconos más reclamados en el mundo, como si se tratase de una gran estrella de la televisión o del mundo de la música. Quizá esa expectación no sea duradera, se trate sólo de una moda pasajera como sucede con algunos grupos de música, que tienen un año de éxito, pero pronto caen en el olvido. No sabemos si Obama será como la canción del verano, que uno se la aprende fácilmente porque la escucha a todas horas, pero del mismo modo que la aprende, la olvida.

 

1.     Raíces y orígenes:

La infancia de Barack Obama fue una infancia feliz, seguramente distinta a la que habría tenido si su vida hubiese sido la vida normal de un americano medio, pero nunca le faltó de nada, nunca pasó hambre, ni sufrió las penurias que pudiesen sufrir los niños del llamado Tercer Mundo o, por lo menos, esto es lo que se extrae de sus relatos[2]. Aunque él ha reconocido tras su primer viaje a Kenia que su infancia fue “la pesadilla de un niño de diez años”, sobre todo en lo referente a esos cambios de rutina, que no deben de gustar mucho a un niño de esos años, más aún cuando ha perdido a su referencia paterna[3]. Él mismo decía: “Estaba perdido. No sabía que hacer o a dónde dirigirme. Las ideas negativas habían crecido conmigo. No había algo preestablecido que me guiase e incluso no contaba con la figura de un padre que me orientara. Nunca he tenido un modelo, algo en lo que fijarme para poder actuar y crecer”[4].

Obama nace en Hawai, porque sus padres, Ann y Barack se conocen allí, en la universidad. De ese amor de juventud y adolescencia nacerá el joven Barack. Sus padres se casan en 1961, pero es un amor corto, puesto que en 1964 se divorcian, motivado por el hecho de que Ann, la madre de Barack, no está dispuesta a seguir a su esposo por todo el mundo ahora que es madre. No será hasta que tiene la capacidad suficiente como para desarrollar sus propias ideas que le comente a su madre que no es feliz, no por el hecho de su vida, de su infancia, sino por esa vida de nomadismo a la que se ha visto abocado[5].

Desde que su padre les abandona, la madre de Barack ofrece siempre una imagen positiva de su padre, que chocará con la visión que descubre Obama leyendo un libro sobre la tribu de su padre, en la que se les representa como pastores de cabras, que visten taparrabos, que viven en chozas y que comen arroz. Esta doble visión, unida a la idea que él tiene y se ha creado de su padre, de una persona que ha salido de la nada y ha triunfado, que ha alcanzado el éxito, es una herida que tardará en curarse en la vida del joven Obama[6].

Su madre volverá a casarse. Esta vez con un estudiante indonesio, de nombre Lolo, con el que deciden trasladarse a vivir a Indonesia, a su capital Yakarta. Su padrastro congeniará muy bien tanto con los abuelos maternos como con Obama, pero será una relación en la que la confianza mutua será escasa, y nunca llegará a representar la verdadera imagen paterna que durante tanto tiempo ha extrañado el joven niño.

Sus años en Yakarta le muestran a Obama la realidad de la vida austera, situación que le lleva a conocer la verdadera pobreza, la pobreza extrema; sin embargo, es una situación que no le importa, ya que él no conoce esas penurias, tiene para comer y para vestir, va al colegio y disfruta de tiempo para poder jugar con sus amigos. En ese sentido Obama siente un trato igualitario con todos, no reconoce razas ni diferencia a la gente por el color de su piel. También durante estos años en Yakarta, Obama entrará en contacto con gran cantidad de religiones, pasará por la visión humanística de la vida que tiene su madre, la religión musulmana de su padre, y la religión cristiana del colegio, pero nunca dará señales de decantarse por alguna de ellas, a pesar de que conoce los ritos de cada una de ellas[7].

Obama comienza a desarrollar una serie de valores que le acompañarán a lo largo de su vida, hasta la presidencia de los Estados Unidos: honestidad, imparcialidad, moral y el uso de un lenguaje correcto. Dentro de esa visión que posee del mundo, unida a estos ideales, Barack se da cuenta de que la realidad, tal y como es, la imagen verdadera del mundo es algo violento y cruel, y esa dualidad le hace comenzar a cuestionarse muchas cosas, tanto del mundo, como de sí mismo[8].

En 1971 Obama vuelve a Estados Unidos. No es una decisión complicada para él, ya que la toma pensando en su futuro, en no quedarse rezagado en el tema de los estudios y poner tener más posibilidades, más oportunidades de las que le podría ofrecer quedarse en Yakarta[9]. Su madre se ha preocupado de que no pierda sus orígenes y tradiciones americanas haciéndole levantarse muy temprano y dándole clases de historia y cultura americana, enseñándole también el valor del esfuerzo.

Pronto irá descubriendo que su vida en Estados Unidos se hace monótona, aburrida y solitaria; se siente vacío, ya que no es capaz de encontrar su sitio y su propio espacio en lo que él considera que es su hogar y su país. Le sorprende que haya distinción de clases entre los alumnos del colegio al que asiste y sobre todo, el origen acomodado de sus estudiantes[10]; se dará cuenta de que esa vida no tiene nada que ver con sus años en Indonesia, ni mucho menos con el mundo multicultural en el que ha vivido. Con todo, no tiene intención alguna de regresar con su madre, ya que eso significaría perder las oportunidades que se le pudiesen presentas. Es además, en estos momentos, cuando comienza una lucha interior consigo mismo por encontrar su sitio que le acompañará hasta su elección como senador[11].

Obama poco a poco va adquiriendo una conciencia clara de sus propias ideas, sobre todo en lo referente al racismo, aunque, como negro y representando el papel típico del afro-americano, no hace otra cosa más que aceptar su propia situación. Comienza a leer libros sobre Malcolm X o Luther King, que hablan sobre el respeto entre blancos y negros, la promesa de un nuevo orden social o la reconciliación final, y la brecha racial va tomando cada vez más relevancia en su vida y en su concepción ideológica[12].

Como se ve incapaz de encontrar su sitio, y mucho menos su partencia en una sociedad que no sabe si considerar como suya o sentirse un extraño, Obama entra en una fase de decadencia, que vendrá marcada por el consumo de drogas, porros y alcohol. Él mismo lo ha reconocido, se ha mostrado transparente con su vida, ya que en su nueva idea de la política, debe existir una confianza plena entre el ciudadano y el político. Obama justifica esa bajada a los infiernos como algo predestinado; no fuma, ni bebe ni se droga por el mero hecho de que le gustase, sino porque era lo que se esperaba de un afro-americano marginal que no encontraba su sitio, que carecía de oportunidades y que no veía más futuro que ese que tenía. Se drogaba y bebía para no tener que estar cuestionándose quién era y cuál era su lugar[13].

Cuando consigue salir de esta situación, Obama decide entrar en la universidad, un nuevo lugar, una nueva experiencia, con la intención de poder encontrar respuestas a esas cuestiones que le atormentan desde hace tiempo. En la universidad se da cuenta de qué es uno más, de que el color de su piel no importa, no le hace ser especial, ni para las cuestiones positivas, ni para los aspectos negativos, es decir, se le valorará por lo que haga, no por el mero hecho de ser un negro que está estudiando en la universidad[14].

Durante sus años en la universidad, se siente un espíritu libre, si nada ni nadie que lo ate, ni tampoco se encuentra sujeto a nadie, a diferencia de lo que había vivido con sus abuelos maternos. Esta nueva sensación de libertad permiten que Obama comience a disfrutar de la amplia variedad cultural que le ofrece Estados Unidos; en esos días y como consecuencia de ese nuevo aperturismo intelectual, entra en contacto con los llamados Panteras Negras, un grupo de afro-americanos con lo que acude a diversas reuniones, charlas, debates…, sobre temas como el colonialismo, marxismo, temática feminista…, es decir, va adquiriendo la imagen de un joven de color rebelde.

A lo largo de estos años, Obama se dedica en la universidad a escribir octavillas y panfletos de carácter revolucionario y reivindicativo. En algunas ocasiones se dedica a hablar con la gente y se va percatando de que los estudiantes, independientemente del color de su piel, le escuchan y le prestan atención cuando les habla, lo que le lleva a plantearse la posibilidad de usar la palabra como un instrumento para lograr sus pretensiones de cambio, que como un arma para acabar con las desigualdades[15]. En su primer discurso universitario, Obama habló con tal determinación, con una idea tan clara del cambio que anhelaba, que lo que dejó claro es que pretendía hacer algo que nunca nadie había hecho[16].

Después de acabar la universidad, Obama se traslada por un tiempo a Manhattan. Allí se dedica a recorrer las calles más pobres y los barrios más desfavorecidos, empapándose de la realidad de las cosas. Irá descubriendo que la realidad que ve se asemeja bastante a lo que él había vivido en sus años en Indonesia, la pobreza, la violencia, la no existencia de una clase media, la sospecha constante entre las razas…[17] Es una época de gran crecimiento tanto personal como intelectual. Ya ha sido capaz de tener una idea clara de cuáles son sus intenciones, sus  miedo y sus cambios a llevar a cabo: acabar con la idea de la amenaza racial, acabar con la diferencia de clases y favorecer el contacto entre las culturas, poder encontrar un vecindario activo, que se capaz de combatir los males que le afectan…[18]

Lo que parece claro es que Barack Obama ha utilizado y explotado a lo largo de su vida ese viejo estereotipo de la cuestión racial, tanto para aspectos positivos como negativos, creando una imagen suya en función de las necesidades que entendiese en ese momento. Es posible que este victimismo del que ha hecho gala durante su infancia y juventud, le haya servido como excusa para poder crear esa figura del prototipo americano, un hombre de color, que a pesar de esa cuestión, ha sido capaz de salir adelante y alcanzar su sueño, poder hacerlo realidad. No se entiende, por ello, como ha mantenido y abusado de la idea de la raza y de pertenencia durante tantos años, para, de pronto, convertirse en un defensor a ultranza de las causas de la comunidad negra, si en sus años más jóvenes, no era capaz de sentir cierta atracción hacia todo lo que ello representaba.

Es posible que todo esto le haya servido a lo largo de años pretéritos, pero ahora, como presidente de los Estados Unidos, Obama deberá posicionarse respecto a estos temas raciales, no puede dudar y manifestar ninguna incertidumbre a este respecto como hacía en su juventud; las decisiones que tome y en las que el tema de la raza, la pertenencia o las posibilidades, sean aspectos principales, tendrán que tener la confianza absoluta de Barack Obama, quién, ha tenido que cerrar y sanar definitivamente este tema.

 

2.     Chicago

Durante estos años en Chicago y en su labor de organizador comunitario, se va forjando la figura política de Obama, tanto en lo que respecta a su capacidad de líder como en sus posibilidades para llevar a efectos cambios posibles y reales en el seno de la comunidad. Uno podrá ser crítico respecto al modo en que llevó o pretendió llevar a cabo sus propósitos y si lo que obtuvo fue suficiente respecto a las promesas que había hecho a la gente; lo que nadie puede ni debe poner en duda es que se trata sólo de un hombre. Obama carecía de la experiencia necesaria para enfrentarse él solo a semejante empresa y, sin embargo, lo hizo, teniendo como base la esperanza y la posibilidad en el cambio. Por eso, Obama debe ser tenido en cuenta desde este momento, se le debe valorar por lo que hizo, pero sobre todo, por cómo y dónde lo hizo, si se tiene en cuenta que él era un hombre con un título universitario especializado en las relaciones internacionales.

Antes de trabajar como organizador comunitario, Barack Obama comenzó a trabajar en la multinacional Business Internacional Corporation[19]. Su trabajo era el de asistente de investigación. Como es propio en Obama, se dedicó a este puesto con ahínco y determinación, cumpliendo con sus obligaciones de manera correcta, lo que supuso que al poco tiempo, fuese ascendido de categoría, escritor financiero, lo que conllevaba un mayor sueldo, oficina propia y secretaria particular. No era el trabajo de sus sueños, pero como no recibía ninguna respuesta sobre sus demandas como organizador, llegó a pensar que pasaría sus días en trabajos de este tipo[20]. La muerte de uno de sus hermanos en Kenia, le abrió los ojos, y se dio cuenta de que había cosas mucho más importantes en la vida que pasarse encerrado en la oficina de un rascacielos, que su vida estaba en involucrarse en alguna causa, en un compromiso donde pudiese servir, ser útil a la comunidad[21].

Los deseos de Barack Obama cuando comienza a trabajar como organizador comunitario eran los de buscar cambios, cambios que afectasen a la manera de hacer política, a la Casa Blanca, institución que consideraba practicaba juego sucio y era corrupta y sumisa y buscar cambios en su país, que pecaba de egocentrismo y de costumbres maniáticas. Junto a estos deseos de cambio en el aspecto más profesional, buscaba también cambios en su vida, pretendiendo encontrar una estabilidad sentimental y una idea de pertenencia con la que poder identificarse[22].

Para Obama, el poder estar cerca de los más desfavorecidos y trabajar con ellos era un sueño, aquello que siempre había buscado, ya que era desde esa base desde la cual podría comenzar a asentar su idea de cambio, el lugar a través del cual poder hacer realidad sus sueños de un mundo mejor[23]. En ocasiones deja de lado esa visión utópica de la realidad para mostrar su lado más pragmático; Obama cree que hay ocasiones en las que es preciso dejar de lado aquello que se considera necesario y hacer lo que verdaderamente necesite un cambio o una transformación. Más importante que todo esto es que la sociedad o la comunidad sean autosuficientes, que no dependa de nadie.

Uno de los problemas con los que debe de enfrentarse Obama es el trato con los principales dirigentes de las comunidades, tanto religiosos, políticos, pastores de diferentes iglesias…, con los que tiene que tratar para alcanzar acuerdos o llevar sus ideas. Hay ocasiones en las que la gente es bienintencionada, que pretende ayudar, pero que cuenta con pocos recursos para ello, y otras en las que la gente lo único que busca es la primacía de sus intereses personales[24]. Por ello, Obama tiene que llamar a todas las puertas y no le importa reunirse con la gente en las cafeterías, los colegios, las barberías…, estar en contacto con la gente, aspecto que se convertirá en la base de su campaña política.

Pero no todo será positivo en el nuevo trabajo de Obama; en muchas se sentirá frustrado, no tanto por sus actos o por sus ideas, sino por el hecho de que la gente no entiende o no comprende de igual manera sus pretensiones; no siempre lo que el desea para la comunidad es lo que la comunidad quiere y chocan sus intenciones con aquello que la gente busca. No optan ni aceptan la posibilidad de un futuro mejor, se conforman con lo que tienen y eso deja un tanto abatido a Obama, que dentro de su visión idealista del mundo no cabe la opción de no luchar por las oportunidades y poder mejorar las condiciones de vida de los demás[25].

Si Barack Obama ha destacado en estos años en Chicago ha sido por su aporte de ideas frescas, su imagen juvenil, de persona importante y carismática, con una carrera perfecta y el trabajo perfecto que surge en el momento perfecto y que es el único capacitado para cambiar las cosas[26]. Aunque, como se ha dicho con anterioridad, habrá ocasiones en las que dude acerca de si lo que hace merece la pena. La falta de autoestima de la comunidad, el victimismo del que hacen gala  o la apatía son algunos de los aspectos negativos que hacen cuestionarse su papel y su capacidad para llevar a efecto sus pretensiones.

Sin embargo, ha sido capaz de conseguir algunos logros: crear bolsas de trabajo, limpiar los barrios más pobres y desfavorecidos, una mejora en los saneamientos, llegar a acuerdos con los políticos… En ese sentido, ve su persona sujeta al pasado y al legado de Luther King, como una persona que iba a ser capaz de crear expectación y esperanza en la gente[27].

Obama se da cuenta de que para que sus planes e intenciones de cambio sean más factibles a un nivel superior y no sólo en la comunidad, necesita leyes, leyes que cambien la manera y la forma de tratar a la comunidad y leyes que le permitan establecer un nuevo marco para aquellos lugares más desfavorecidos. Es por ello que decide estudiar Derecho, puesto que entiende que es el único modo de hacer cambios y de encontrar la influencia suficiente de la gente para poder llevarlo a cabo[28]. Sin embargo, antes de salir de Chicago para ir a la universidad, Obama entra en contacto con la Iglesia de la Trinidad, y en una de sus visitas queda cautivado por el discurso del reverendo Wright, titulado “La audacia de la esperanza”, donde habla de la desesperación hacia la que se ve abocada la comunidad negra, pero también de un rayo de esperanza, la esperanza que debe crear esa misma comunidad. Ese mensaje calará de forma definitiva en la mente y la ideología de Barack Obama[29].

En la universidad, Obama se considera mucho más preparado que algunos de los blancos que están estudiando con él, y por eso no duda en criticarlos, diciéndoles que no son conscientes de la oportunidad y de la suerte que tienen estudiando allí, que con sólo el color de su piel han ganado más que un negro, que debe estar constantemente demostrando su valía, frente a él mismo y frente a los demás[30]. En 1990, Obama se convierte en el primer presidente negro de la Harvard Law Rewiev, la principal revista de leyes del país, y en sus escritos habla sobre todo de los derechos de los trabajadores. Dota a sus discursos de experiencias personales, consiguiendo que la gente se identifique con él[31]. Y en 1991 se gradúa en Derecho.

En los años que pasa en Chicago es cuando el Obama que hoy conocemos, comienza a concebirse. Es cuando comienza a moldearse, como si se tratase de arcilla, la figura política que hoy es, dentro de un espectro concreto, la comunidad negra, pero con la misma visión abierta y multidisciplinar que ha dado a su política. La necesidad de un cambio, un cambio que venga representado por un país entero, que cree de verdad en sus posibilidades, en las oportunidades y en el trabajo duro, cuestiones y valores que él mismo irá forjando a lo largo de los años. En ocasiones triunfará y en otras se verá frustrado, a veces deseará tirar la toalla y por el contrario seguirá adelante con sus proyectos con más ganas que nunca, pero de lo que no cabe duda es que, tanto en Chicago, como en aquellas ciudades y pueblos que fue visitando, iba creciendo y dejando rastro la figura de un nuevo político. La imagen de un hombre negro, que entroncaba a la perfección con los blancos y con los negros, que escuchaba y oía las necesidades de la gente y que trabajaba por el bien común.

3.     El senador Barack Obama

En 1995, Barack Obama decide dar un paso más en su vida, necesita crecer y seguir luchando y trabajando para su comunidad. Sabe que sus años en Chicago han dado sus frutos, que sus estudios de Derecho le han convertido en una persona más capacitada para poder enfrentarse a los nuevos retos, pero también es consciente de que desde una posición más elevada puede proponer leyes, cambios, hacer algo más. Su carácter de independiente y sobre todo, la influencia que ha ido adquiriendo a través de ese gran trampolín que ha sido para él la Iglesia, han sido avales más que suficientes para plantearse su salto a la vida política. Todo ello viene marcado por su impaciencia en la vida, la necesidad de cambiar las cosas y ve en la posibilidad de hacerse senador, un camino para cumplir sus anhelos[32]. Sin embargo, algunos miembros con los que había trabajado codo con codo en Chicago como organizador comunitario ponen en duda su valía, y lo argumentan diciendo que sus logros fueron escasos y de poca importancia, cuestionando, por ello, su capacidad para poder conectar con sectores urbanos poco desarrollados[33].

Obama se considera a sí mismo la persona más capacitada para poder llevar a efecto los cambios que propone y por eso se plantea su salto al mundo de la política. Aunque no todo le resulta tan positivo como pretende, ya que hay algunas personas que no se fían del todo de él, principalmente porque  dicen que es una persona que no es capaz de conectar con la sociedad, o por lo menos con una parte concreta de la sociedad, y dudan de que posea las capacidades políticas necesarias para dedicarse a este mundo[34].

Sin embargo, Obama es elegido senador por el estado de Illinois, y desde el primer momento se dedica a trabajar y proponer leyes que vayan encaminadas a mejorar la vida de sus ciudadanos; medias como rebajas fiscales, buscar una mayor relación entre el mundo de la empresa privada y las instituciones públicas, buscar y crear nuevos puestos de trabajo para las clases más desfavorecidas, mejorar las condiciones de los trabajadores…[35] En ese sentido, Obama propone una nueva forma de hacer política, ofreciendo algo que nunca nadie había hecho; se dedicaba a escuchar a la gente y a proponer, de manera conjunta, soluciones alternativas a esos problemas.

Obama trabaja siempre en función de las demandas de sus ciudadanos, que son, casi siempre, las mismas, independientemente de que sean negros o blancos: un trabajo digno, seguridad en los vecindarios y para sus hijos, una cobertura médica estable, una calidad educativa y sanitaria y acabar con el terrorismo. Para poder alcanzar acuerdos tan grandes, busca el apoyo de los republicanos, algo novedoso en la forma de hacer política, en cuestiones sobre todo tan amplias como la cobertura social o la solución de la pobreza. Pretende dejar de lado la idea del monopartidismo y concederle importancia al bipartidismo, que ofrezca una manera de hacer política distinta y cuyas decisiones afecten sobre todo a las reformas éticas y el Estado del Bienestar.

Hay ocasiones en las que a Obama se le ha tachado de poco negro dentro de la comunidad afro-americana por no haber vivido o nacido en ella; mientras en los barrios blancos se le considera demasiado negro por las políticas de apoyo a esta comunidad. A él no le ha importado nunca aprender la jerga, las costumbres o el lenguaje de estas comunidades, acercarse a esas gentes y conocer de primera mano sus necesidades, sus ilusiones, sus problemas o sus ilusiones[36]. Es por ello que Obama ha creado una nueva manera de entender la política y de entender a los ciudadanos.

Su espaldarazo definitivo lo tuvo en la Convención Demócrata de Boston del año 2004, cuando fue designado para pronunciar el discurso de apertura del Congreso. Diecisiete minutos en las principales cadenas de televisión del país, que encumbraría a la figura de Obama en un mito, en un nuevo político, en la nueva esperanza de los Estados Unidos de América[37]. Habló de la necesidad de superar las diferencias raciales en un país dónde todos deben ser iguales y tener las mismas oportunidades; pone su vida como ejemplo de lo que tiene que ser el verdadero sueño americano: la superación de las barreras raciales, los problemas económicos y las controversias sociales. Ahí radica uno de los grandes pilares de este país[38]. Tal fue el calado de su discurso, que incluso algún periódico no tardó en decir: “Ha nacido una estrella”[39]. A pesar de todos los elogios que recibió, de propios y extraños, había gente dentro de su propio partido que no estaba del todo de acuerdo en que el discurso fuera pronunciado por un joven al que nadie conocía[40]. Sin embargo, eso pareció no preocupar a Obama, quién mostrando esa seguridad en sí mismo, de la que ya había hecho gala tiempo atrás, dijo a un íntimo suyo: “no te preocupes. Dejaré huella”[41]. Y eso sucedió.

Obama representa a los ojos de una nación como los Estados Unidos, la reconciliación nacional y un personaje que mira hacia el futuro, a diferencia, por ejemplo, de Hillary Clinton, que sigue siendo una vieja espirante a la presidencia. Si Hillary goza de un amplio programa social, Obama cuenta con el apoyo de aquellos jóvenes que no han votado nunca, y que tienen la posibilidad de hacer historia votando por él. Si ella cuenta con la presencia de su marido, de los sindicatos y de los grupos feministas, él cuenta con el apoyo de los profesionales liberales y de aquellos republicanos que están descontentos con el rumbo que ha tomado su propio partido; mientras ella ofrece una imagen de mujer de carácter y con experiencia en Washington, él, con su imagen de político bisoño y sin experiencia es el fiel reflejo del cambio, de la necesidad de algo nuevo a diferencia de tener algo que ya es conocido.

Obama sabe que esto no será un camino fácil, pero también es consciente de que por su parte va a dar todo lo que esté a su alcance para cumplir sus promesas. El esfuerzo que ha hecho para estar dónde está es enorme. Ha tenido que elegir entre su familia y su vida política, y a pesar de ser una elección complicada, es consciente de que sus opciones como candidato son grandes y que sus propuestas llevarán a un mundo mejor, por eso no renuncia, aunque si su mujer, Michelle, se lo pidiera, dejaría de inmediato su carrera[42].

Ha buscado y pretendido la unión y el trabajo común de los negros, de la comunidad afro americana con los políticos liberales y formar una coalición de trabajo común[43]. Ha conocido la importancia del dinero y de los contactos con personas que sólo buscan un beneficio, pero es consciente de que necesita ese dinero para poder obtener, por lo menos, un porcentaje deseable de votos que le otorguen posibilidades de victoria[44]. Sin embargo, el dinero no llegará siempre de grandes donaciones. Obama ha sabido ganarse el apoyo del pueblo americano medio, con quien se identifica totalmente y a quien recuerda en cada discurso. La gente que vive en los suburbios, los pequeños granjeros que viven en pequeños pueblos o en granjas olvidadas; los trabajadores, los empleados de las tiendas y los maestros que se unían a él para comentarle sus necesidades, y él les escuchaba como si fuesen sus propios problemas. Esa gente no ha dudado en mostrar su apoyo, y lo mejor de todo, saben que Obama no les va a defraudar.

Porque es un político diferente, que no se siente violento estando con ellos, que se siente a gusto entre la gente media y baja del pueblo americano, que conoce sus problemas y sus deseos, que posee algo distinto que hace que la gente confíe en él. Un miembro de su gabinete dijo de él: “Barack tiene algo diferente. Te hace sentir como si no fuera un político, sino más bien un líder”[45]. Pero es que el propio Obama refuerza esta idea con sus propias palabras: “son mis abuelos. La comida que sirven es la misma comida que mis abuelos me daban en Hawai cuando estaba creciendo. Sus modales, su sensibilidad, su sentido del bien y del mal, todo es completamente familiar para mí”[46].

Hay mucho que agradecer a Barack Obama en sus años como senador; tanto en la política que llevó a cabo como en sus maneras y el trato con sus compañeros políticos, ya fuesen éstos republicanos y demócratas. Sin embargo, hay un aspecto negativo o que, por lo menos, no le resultó muy positivo en sus primeros meses ocupando este puesto. Obama se había propuesto cambiar el modo de hacer política en su país, pero esa idea resultaba enorme, no por los inconvenientes que se pudiese encontrar, sino por el hecho de que la política americana ya tenía un modus operandi al que difícilmente se le podría hacer cambiar. Sin embargo, Obama, desde el primer día, se muestra activo, no se deja llevar por la apatía y esa sensación que siempre ha reinado bajo los techos del Congreso y el Senado. Ante tal despliegue de actividad, muchos políticos vieron en él un riesgo, un peligro cuya nueva forma de entender la política podría llevarlos a ellos a cambiar su situación.

A pesar de ello, hay poco que criticar a Obama; sus políticas o, por lo menos, las leyes por las que abogó y defendió, tenían un objetivo claro, que era mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, al mismo tiempo que pretendía lavar la imagen y la cara de las instituciones representativas de su país. Si lo consiguió o no, el tiempo nos lo dirá. Posibilitar un cambio de tal magnitud no se va a producir de la noche a la mañana, pero por lo menos se están asentando bases, produciendo cambios desde los cimientos y lo más positivo de ello es que la nueva generación de políticos y de futuros votantes, va a tener cuatro años para valorar si las propuestas de Obama por el cambio, están dando sus frutos, si la Casa Blanca hace, por fin, honor a su nombre, un color que representa la pureza y la transparencia.

4.     El ABC  de su política

En el momento en que Obama se postuló como presidente americano y ganó las elecciones, mucha gente vio en él la encarnación del sueño americano, pero advirtió también cómo se abría una nueva puerta hacia la esperanza y el cambio que tanto había repetido a lo largo de su campaña electoral. Representa al hombre correcto, que se dedica a buscar el trabajo correcto, en un tiempo correcto[47]. Se interesa por los problemas de los demás y sobre cómo poder llegar a resolverlos, intentando, de esta manera, reinstaurar de nuevo el sueño americano, que se basa en la renovación de la cultura cívica y cultura política de la más vieja democracia del mundo, eliminar de ella el rencor, el elitismo y la parcialidad que tanto la han caracterizado a lo largo de los años[48].

El distanciamiento con respecto a la imagen de la administración Bush era evidente, ya que se dejaba de lado esa política basada en la prepotencia y en la unilateralidad, para dar paso a una cultura política basada en el ascensión social y el igualitarismo[49]. Obama mezcla una imagen de paternalismo sobre sus ciudadanos, unido a la calma y sugestión que le han llevado al éxito, y que no está basado en una ideología concreta. Sobre él se dice: “sus ojos y su cara se proyectan con facilidad y sinceridad; nada sobre él es duro o inescrutable”[50]. Sigue siendo un personaje humilde, un líder afro-americano, con ese aire juvenil, serio pero que inspira vitalidad, que mantiene esa relación directa con su equipo y con la ciudadanía[51].

Con su ascensión y llegada al poder, políticos, observadores, el ciudadano medio, se enamoró de él, de la capacidad para crear expectativas de liderazgo, todos querían imitar a la nueva promesa que pretendía cambiar el mundo, copiando sus métodos y su oratoria, cosas harto complicadas. Es más, el propio Obama intenta reducir esta algarabía, se considera sólo un político, elegido por la gente que ha reconocido en él valores para un cambio que anhela representar, pero es sólo eso, un hombre, no un Mesías, y por ello necesita de la ayuda de los ciudadanos y del mundo.

Obama es el nuevo pastor del siglo XXI, el político que va a redefinir de nuevo la política, que le va a dar un nuevo significado a la libertad, al cambio, que va a conceder un trato digno de los inmigrantes, que va a buscar la paz global y duradera, que es la esperanza para la nueva juventud, que aboga por otra calidad de vida, que anhela recobrar los viejos sueños, que busca una mejor seguridad nacional, que lucha contra la corrupción y que pide respeto para uno de sus héroes, Abraham Lincoln[52]. A Obama se le asocia con la figura de Juan Pablo II y con esa época concreta, sobre todo por que pretende ser el nuevo artífice de la paz, una persona que pretende poner fin a las guerras e instaurar la paz, buscar la paz en Latinoamérica y la reconciliación entre los hombres[53].

Para Obama el verdadero cambio es el que vendrá representado por los ciudadanos y los políticos, por esa necesidad de que ambos escuchen lo que el otro tiene que decir y que se genera esa confianza mutua entre ambos. Ahí radica el origen del cambio.

 

4.1. Cambio y política

Obama es consciente de que lo que propone tendrá su reflejo en las necesidades reales de los ciudadanos y que es a través de su capacidad oratoria como puede captar la atención de aquellos a los que pretende ayudar. Es necesario, para ello, que todos trabajen duro para poder hacer realidad esos sueños, esperanzas e ilusiones. Que el objetivo último sea el de hacer cosas nuevas tanto por la ciudadanía como por los políticos.

Considera que hay una necesidad básica, y es que los políticos deben rendir cuentas a sus ciudadanos, deben hablar con ellos, intentar eliminar esa idea de que un mal país es el reflejo de un mal gobierno[54]; que es necesario devolver la confianza a los ciudadanos y a las instituciones más representativas del país, como el Congreso y el Senado, debe dejar de lanzar falsas promesas y propuestas a la ciudadanía, que luego no se pueden cumplir, y como dice el propio Obama, es la hora del cambio[55].

Con respecto a los políticos, aboga por hacer política diaria, no buscando resultados a corto medio plazo; en ocasiones uno tendrá que enfrentarse a sus propios amigos, pero quizá esa sea la manera de que las propuestas sean más beneficiosas para la ciudadanía, el político no deberá pensar en su reelección, puesto que perderá la visión objetiva de las cosas, y tendrá que tomar decisiones arriesgadas, lo que pondrá de relieve su calidad como líder. Es necesaria, pues, una nueva política. Dice, además, que el político no debe de tener miedo; en ocasiones, se teme al fracaso, a la toma de decisiones arriesgadas, que califiquen a un político de tal o cual cosa, temen no ser reconocidos, temen el fracaso, el miedo a perder, la falta de reconocimiento, pero alguien que se dedique al mundo de la política no puede estar pensando en esas cuestiones[56].

   Educación y sanidad

Para Obama la educación es algo trascendental en la vida y es algo que conoce de primera mano y en lo que tiene experiencia. Reconoce en la educación valores como el trabajo duro y la dedicación; las ventajas y las oportunidades que te brinda y te ofrece; la posibilidad de disfrutar de una serie de competencias y formación que evitará que una persona pueda sentirse frustrada; dice que no debe ser un privilegio, sino que se debiera de tratar como un derecho de nacimiento[57]. Y que la calidad educativa se logra no sólo con inversiones económicas o el papel del Estado, si los ciudadanos no comparten su parte de responsabilidad, será un trabajo en vano.

El cambio afectará a los profesores, contratando a los más cualificados, a los más preparados; formando profesores a través de cursos de formación y perfeccionamiento; pagándoles en función de sus méritos, es decir, cuantos mejores resultados logre con los alumnos, mejor se le pagará;  dotar al centro y al profesor de los mejores recursos, tanto en instalaciones como en recursos materiales; aumentar el número de horas de clases, si fuese necesario, en vez de hacer tantos test en busca de resultados que nada tienen que ver con la educación. Propone reducir el coste de la matrícula de los colegios y la universidad a cambio de que los alumnos hagan horas de trabajos comunitarios y sean conscientes de la importancia de la educación[58].

Considera básico el papel de la educación, sobre todo en esos niños que van a ser el futuro del país, facilitándoles una educación global, gratuita y de calidad, sin importar cuestiones como el sexo, la religión o la raza. Que a cada niño se le pueda decir: “No seas lo que tu quieras, sino todo aquello que tu puedas soñar”.

Con respecto a la sanidad, busca ofrecer servicios de calidad, que sean extensibles a toda la ciudadanía y que sean globales, siguiendo un poco el modelo europeo. Quiere, sobre todo, evitar que la población tenga que elegir entre contratar un seguro médico o llevar a su familia a la bancarrota, para ello, busca soluciones prácticas, como contratar u ofrecer seguros médicos que se adecuen a las necesidades y posibilidades económicas de las familias o, en caso de que no puedan acceder a estos supuestos, el gobierno se encargará o intentará que estas familias puedan gozar de una cobertura médica similar a la que tienen los miembros del Congreso.

Es necesario, para ello, una reforma global, que vaya desde la base hasta los elementos más dificultosos. Es necesaria una gran inyección monetaria, que permita una reconversión estructural y material, pero también una nueva cultura sanitaria, que cambie las condiciones de vida de los ciudadanos, empezando por mejorar sus hábitos diarios. Si a esto se une la informatización de todos los datos, que evite un tiempo de espera a la hora de conocer el informe médico del paciente, y que significara un ahorro en material de oficina, se pueden comenzar a llevar algunas propuestas y mejoras a cabo.

            La guerra

Obama se considera a este respecto pacifista, pero con matices, ya que dice que le desagradan todas las guerras, pero que no tienen porqué ser todas negativas. Que la última opción para resolver un problema nunca debiera ser la guerra, ya que no es una solución en sí misma, ya que luego entraña un nuevo problema a la hora de solucionarla[59].

Si su país decidiese entrar en una guerra, tendría que atenerse a una serie de cuestiones: que tendría que existir una razón, por lo menos una razón argumentativa y de peso para tomar tal decisión, y no servirse de una razón moral o de buenos motivos; que la guerra y todo lo que ello conlleva sería sometido a un examen y control periódico; tendría que ser sometido a juicio a aquellos responsable más directos, en el caso de que fuese necesario.

Obama reconoce que la guerra a la que hay que hacer frente de verdad es a la guerra contra el terror, pero que si es mejor evitarla, sería la opción más adecuada; es consciente de que una guerra no puede desencadenarse por una cuestión como la dependencia del petróleo, pues considera de que el líquido elemento no es tan valioso como la vida de un americano, la salud o la educación de uno de sus ciudadanos. No quiere caer en ese cinismo ni en esa excusa.

Además, cree que la guerra sólo ha servido para desacreditar a su país, que no ha logrado dejar el mundo más seguro que antes, ni ha logrado evitar que su país sea blanco de nuevos ataques y, lo peor de todo, es que ha ido creciendo de manera exponencial el sentimiento antiamericano. Las soluciones que se podrían tomar pasan por volver a restaurar los valores del pueblo americano; salir de la guerra de Irak, Afganistán y Pakistán; colaborar con estos países para acabar con lo llamados grupos terroristas fundamentalistas; dotar de más seguridad a Estados Unidos y reducir el número de soldados de manera progresiva[60].

Como decía Kennedy[61]: “Nunca negociaremos con miedo, pero no tengamos miedo a negociar”.

 

4.4. La política exterior

El principal problema que Obama ve con respecto a la política exterior es que, en muchas ocasiones, su país se ha entrometido en los problemas de otros países, creyendo poseer el derecho para dar solución a las dificultades internas de los demás. Por eso, los objetivos[62] que plantea con su política exterior se basan, principalmente, en el diálogo, en la necesidad de crear un marco legal común que evite los conflictos existentes entre su país y el resto, tanto los llamados aliados como aquellos que considera enemigos; busca el apoyo mutuo entre todos los pueblos y conceder a los Estados Unidos el papel de líder en este nuevo orden mundial, un papel cuyo objetivo principal sería el de convertirse en referente de la pureza democrática y el poder espiritual.

La política exterior no es el resultado de un proceso, sino que es algo que no está determinado, que puede variar en función de las circunstancias, por eso Obama no ha proclamado una línea concreta a seguir, aunque su base de referencia sea el diálogo, ya que, en ocasiones, estas políticas son de dudosa credibilidad y esta idea chocaría con la visión política que pretende aportar el nuevo presidente de los Estados Unidos[63]. Es consciente, de igual manera, que el uso de la fuerza no es un referente en la política exterior, que esa circunstancia no marca la fuerza de un país, por lo menos es lo que entiende Obama, que la capacidad de su nación vendrá determinada por sus posibilidades diplomáticas.

Cree que algunos de los temas que debieran ser tenidos en cuenta es la lucha contra los terroristas fundamentalistas, evitar el uso y la proliferación de armas terroristas, detener la expansión del sida y buscar la cooperación diplomática y no la imposición de ideas o la invasión. No se trata solamente de defender los intereses propios, sino de buscar un mundo mejor para todos.

Los problemas a los que se enfrenta es la debilidad de los países pobres, naciones que no han conocido la libertad ni la democracia, que son territorios débiles, sometidos al más poderosos, donde la corrupción y la violencia son un modo de gobierno, y de esta manera, el sentimiento “anti”, surge de manera cada más prolífica, y contra estas situaciones, las soluciones resultan más complicadas.

Con respecto a la zona de expansión de la política exterior, tendrá tres lugares de importancia máxima: Cuba, Irán y Palestina. Con respecto a Cuba, parece que las cosas van a cambiar, ya que existen, por parte de ambos países, ganas de retomar diálogo y relaciones; Estados Unidos se compromete a eliminar el embargo a cambio de que Cuba libere a prisioneros políticos y celebre elecciones democráticas libres; la pretensión es poder olvidar todo lo que haya sucedido entre ambos países[64].

Para Obama, Irán no es el principal enemigo en esa zona de Oriente Medio; hay que ser capaces de entender y comprender el por qué de ese sentimiento antiamericano y llegar a acuerdos de colaboración entre ambos países, tanto económicos como diplomáticos, a fin de que Irán deje de ser un refugio de grupos terroristas. Por ello, la invasión o la presencia de una fuerza militar extranjera no va a solucionar nada[65].

Israel y Palestina ya es un tema más complicado. Lo primero es asegurar la seguridad en ambos territorios; se deben dar pasos importantes, como el reconocimiento por parte de Palestina del Estado de Israel y reconocer a Hamás y Hezbolla como grupos terroristas; a cambio, Israel deberá garantizar la paz y la estabilidad en los territorios palestinos; mientras no se procuren soluciones a nivel particular, Estados Unidos no podrá ejercer como mediador entre ambos países[66].

 

5. Conclusiones

Barack Obama ha conseguido algo que parecía difícil en la política americana. Ha sido capaz de llevar a cabo la reconciliación nacional o, por lo menos, ha asentado las bases necesarias para que una obra de tal magnitud, pueda ejecutarse a lo largo de la próxima legislatura; y ha sido, de igual modo, un político inteligente, al acercar a su lado a aquellas personas que podrían significar un peligro para él, como es el caso de Hillary Clinton. Esta es una decisión arriesgada y astuta al mismo tiempo, en la línea de la política que pretende instaurar en la Casa Blanca. El hecho de que Obama sea comparado a grandes políticos americanos o que sienta admiración por alguno de ellos, aunque éstos pertenezcan al bando contrario, es un claro ejemplo de que su estilo, sus ideas y sus pretensiones son capaces de atraer a republicanos y demócratas y este es uno de los grandes logros que ha llevado a cabo. Por ello, por el hecho de que sus pretensiones sean tan amplias, de tanto calado y sobre todo, tan novedosas, hace que el éxito que pueda alcanzar en su objetivo parezca más que improbable.

Hasta este momento, la figura de Obama ha sido eso, una simple figura, un hombre con ideas nuevas, frescas, que difiere completamente de lo que ha habido hasta ese momento en la Casa Blanca; sin embargo, las decisiones que ha tomado no tendrán unos resultados tangibles, objetivos, hasta dentro de un tiempo, que no se sabe si será suficiente para que la ciudadanía americana siga manteniendo este margen de confianza y respeto hacia su persona. Ha sido capaz de hacer gestos, de tomar alguna decisión, pero no es política con palabras mayores, no es eso lo que se espera de Obama.

La ilusión y la esperanza que ha despertado están bien, en la medida en que el pueblo americano sea capaz de involucrarse en esta idea del cambio. Anna Mocceri, representante del Partido Demócrata en España hablaba del gran cambio que ha supuesto la llegada de Obama, de cómo se han ido creando más y más asociaciones y grupos de apoyo al nuevo presidente, de la importancia del “puerta a puerta” y de los recursos de Internet, de que esos nuevos voluntarios que se han viso arrollados por la imagen de Barack Obama se convertirán en futuros votantes en las próximas elecciones presidenciales, y que esta situación es el resultado de la nueva manera de entender la política que tiene el presidente Obama.

De todos modos no hay que olvidar que los gestos no hacen políticas. Por mucho que Obama viaje por el mundo o acuda a grandes cumbres o viajes institucionales, lo que de verdad importa son las políticas que lleve a cabo, ya que el hombre, el ciudadano medio, no vive sólo de la ilusión y la esperanza, puesto que no da de comer a su familia. Es por ello que este hombre deberá demostrar que no sólo está capacitado para devolver la confianza y la autoestima a un pueblo apático y con ganas de algo nuevo, sino que las decisiones que tome a partir de ahora, se basarán en las necesidades de la población, y no sólo en un lenguaje de oportunidad y esperanza.

Le queda mucho por hacer, un largo camino por recorrer, cerrar un círculo que comenzó el mismo día en que se cuestionó su raza, su identidad, su pertenencia. Nadie ha dicho que el camino vaya a ser fácil. Es más, las políticas que propone Obama no están sacadas de una fuerza espiritual o material superior, sino que responden a una idea del sentido común. Aquellas políticas de cambio que proclama no deben ser consideradas espectaculares o propias de un elegido; son aspectos que responden a las necesidades reales de la gente, con la salvedad de que, por fin, una persona se ha decidido a escucharles, a prestar atención a sus ciudadanos y a proponer soluciones o vías alternativas a una situación complicada.

Barack Obama ha sido capaz de mostrar esa dualidad de la que ha hecho gala a lo largo de su vida; sus políticas se han movido y se están moviendo entre dos aguas, ya que, mientras que plantea una serie de medidas de carácter social, como una sanidad y educación global y que afecte en mayor medida a las clases más desfavorecidas, une medidas de tipo mas conservador, como las relacionadas con la idea de la familia, los valores y la defensa a ultranza de la patria. No lo hace movido por intereses políticos o por ganarse más votos; lo hace por el bien de los ciudadanos, pero cuenta con la ventaja de que esa nueva visión de la política une a republicanos y demócratas, a unos y otros en un mismo cometido.

Obama representa el cambio, escrito a fuego en la conciencia de una gran parte de sus ciudadanos; su pasado, la vida que le tocó vivir, el sufrimiento por su idea de pertenencia y la búsqueda de su identidad, sus estudios, la imagen de un hombre correcto, que ha sido capaz de superar todos los problemas que le han ido surgiendo en la vida, esa persona, ese hombre, podría ser cualquier ciudadano norteamericano; eso es lo que Obama desea mostrar a los Estados Unidos de América. La inspiración que ha desatado en la mayor parte de los miembros de su partido, electrizándoles para combatir juntos el miedo y luchar a favor de una idea común, el mensaje lanzado y que ha calado en una nueva generación de votantes, sus relatos dramáticos y personales sobre su propia vida, todo ello, ha añadido un capítulo conmovedor a la historia de Estados Unidos. De esa manera, quedará grabado para siempre en su país y en el mundo entero. Pasarán muchos años, pero es probable que el mensaje siga perdurando. Es cierto, podemos, “yes, we can”.

 

6. Bibliografía

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Wilson, John: Barack Obama: The improbable quest. Boulder Paradigm Publisher, 2008.

 

 



[1] Este texto forma parte de la conferencia pronunciada en el III Seminario del Grupo de Investigación de Historia de Nuestro Tiempo, titulado “Where past, present and future meet”, celebrado en la Universidad de La Rioja (Logroño, abril, 2009).

[2] Obama, Barack, Los Sueños de mi padre. Una historia de raza y herencia. Granada, Editorial Almed, 2008. p. 1-3.

[3] Dougherty, Steve, Sueños y esperanzas. La historia de Barack Obama. México, Ed. Tomo S.A, 2008. p. 35.

[4] Rogak, Lisa: Barack Obama. In his own words. Londres, Ediciones JRBooks, 2009. p. 22.

[5] Obama, Barack: Los Sueños de mi padre. op.cit. p. 16.

[6] Obama, Barack, op. cit. p. 10.

[7] Obama, Barack, op. cit. p. 3.

[8] Obama, Barack, op. cit. p. 20.

[9] Mendell, David, From promise to power. New York, Ed. Amistad, 2008, p. 35.

[10] Obama, Barack, op. cit. p.57.

[11] Dougherty, Steve, op. cit., p.43.

[12] Olive, David, An American history. The speeches of Barack Obama. Toronto, Ed. ECW press, 2008, p. 25-27.

 

[13] Obama, Barack, op. cit. p.88.

[14] Obama, Barack, op. cit. p. 92.

[15] Andréu, Jerónimo, Obama: La voz del cambio. Madrid, Es. Ediciones, 2009, p. 24.

[16] Obama, Barack, op. cit. p. 105.

[17] Obama, Barack, op. cit. p. 114.

[18] Mendell, David, op. cit. p. 59.

[19] Dougherty, Steve: op. cit. p. 57.

[20] Dougherty, Steve: ibídem.

[21] Dougherty, Steve: ibídem.

[22] Obama, Barack, op. cit, p. 125.

[23] Mendell, David, op. cit, p. 67.

[24] Andréu, Jerónimo, op. cit., p. 28.

[25] Obama, Barack, op. cit., p. 182.

[26] Andréu, Jerónimo, op. cit., p. 47.

[27] Mendell, David, op. cit., p. 74.

[28] Obama, Barack, op. cit., p. 258.

[29] Obama, Barack, op. cit., p. 271.

[30] Mendell, David, op. cit., p. 84.

[31] Olive, David, op. cit., p. 319.

[32] Obama, Barack, La audacia… op. cit. p. 3.

[33] Mendell, David, op. cit. p. 122.

[34] Obama, Barack, La audacia… op. cit. p. 4.

[35] Obama, Barack, La audacia… op. cit. p. 9.

[36] Andréu, Jerónimo, op. cit. p. 58.

[37] Andréu, Jerónimo, op. cit. p. 62.

[38] Andréu, Jerónimo, op. cit. p. 62.

[39] Andreu, Jerónimo, op. cit. p. 62.

[40] Dougherty, Steve,  op. cit. p. 66.

[41] Dougherty, Steve: ibídem

[42] Mendell, David: op. cit. p. 150-152.

[43] Mendell, David: op. cit. p. 153.

[44] Mendell, David: op. cit. p. 154.

[45] Dougherty, Steve, op. cit. p. 75.

[46] Dougherty, Steve, ibídem.

[47] Olive, David, op. cit. p. 1.

[48] Olive, David, op. cit. p. 2.

[49]Andréu, Jerónimo, op. cit. p. 91.

[50] OLIVE, David: ibídem

[51] Pratt, Sydney, op. cit. p. 13.

[52]Pratt, Sydney, Barack Obama: Ruta hacia la libertad. Victoria (Canada), Ed. Trafford Publishing2008, p. 11-12.

[53] Pratt, Sydney, op. cit. p. 30.

[54] Obama, Barack, La audacia… op. cit. p. 109.

[55] Olive, David, op. cit., p. 247.

[56] Pratt, Sidney, op. cit. p. 51-54.

[57] Olive, David, op. cit., p. 44.

[58] Olive, David, op. cit., p. 44.

[59] Pratt, Sidney, op. cit., p. 117-118.

[60] Olive, David, op. cit., p. 222.

[61] Olive, David, op. cit., p. 227.

[62] Obama, Barack, La audacia… op. cit., p. 299.

[63] Obama, Barack, La audacia… op. cit., p. 320.

[64] Olive, David, op. cit., p. 56.

[65] Olive, David, op. cit., p. 57.

[66] Olive, David, op. cit., p. 58.