Ciencias sociales y educación infantil (3-6). Cuando despertó el mundo estaba allí.
L. Alberto Polo Romero, Universidad Rey Juan Carlos, alberto.polo.romero@gmail.com
Gemma Cardona Gómez, Universitat de Barcelona, Grupo de investigación DIDPATRI (2014SGR00945), gemma.cardona@ub.edu
Coordinadores: Feliu Torruella, M.; Jiménez Torregrosa, L.
Título: Ciencias sociales y educación infantil (3-6). Cuando despertó, el mundo estaba allí. Lugar de edición: Barcelona
Editorial: Graó.
Año de publicación: 2015
El libro que se reseña pretende ser una aportación que ayude a los maestros y maestras en activo, y también a los que se encuentran en su etapa de formación, a trabajar las Ciencias Sociales en el aula desde una perspectiva científica y global. Esta obra aborda diversas cuestiones relacionadas con el reto de una enseñanza-aprendizaje de las Ciencias Sociales de nuestro tiempo para nuestro tiempo. Los niños y las niñas de educación infantil están en una etapa de desarrollo en la que necesitan construir su identidad, conocerse a ellos mismos y la realidad social que les rodea, y en este libro se da respuesta a ello desde las Ciencias Sociales. La educación infantil coherente debe asentar firmemente los cimientos que permitan el desarrollo de toda la posterior trayectoria educativa. Como comentan los autores, el asentamiento de unas buenas bases “pueden ayudar a prevenir problemas posteriores, en momentos en los que intervenir se convierte en una tarea más compleja”. (p. 8).
Atendiendo a la diversidad curricular presente en los territorios en los cuales se distribuye el libro y siendo conscientes de los cambios constantes que sufren las leyes de educación infantil, los autores han estructurado la obra a partir de los cuatro pilares de la UNESCO que aparecen en el Informe Delors (1994). Desde estos pilares se edifican, de la mano, teoría y práctica para reflexionar sobre el papel de la Historia, la Geografía, la Filosofía y el Arte en el desarrollo del aprender a ser, el aprender a conocer, el aprender a hacer y el aprender a vivir juntos en los niños y las niñas de educación infantil.
Al título, Ciencias sociales y educación infantil (3-6), lo acompaña un subtítulo que nos adentra ya, desde la portada, a la filosofía que impregna la obra: Cuando despertó, el mundo estaba allí. Los autores realzan, al largo de los capítulos del libro, la importancia de partir del interés de los niños y las niñas a la hora de promover situaciones de enseñanza-aprendizaje. Los niños y las niñas, argumentan, tienen una capacidad casi innata de hacerse preguntas sobre el mundo que les rodea, y los agentes educativos no deben cortar esas alas, sino estimularlas para que se desarrollen en toda su amplitud.
A este subtítulo le sigue un índice, no menos sugerente si lo analizamos desde esta misma óptica ya que se trata de un cuento. La introducción pierde su nombre tradicional para pasar a llamarse Había una vez;a partir de aquí la sucesión de capítulos siguen la trama Un ser pequeño rompe el caparazón: Aprender a ser, Y mira al mundo sorprendido: Aprender a conocer, La curiosidad lo mueve a andar con seguridad: Aprender a hacer, Y de repente… ¡No está solo!: Aprender a vivir juntos. A modo de conclusión, se clausura el cuento con el capítulo: Ya nada volverá a ser lo mismo.
A su vez, los distintos capítulos referentes a los cuatro pilares de la educación del Informe Delors (1994) siguen una misma estructura de subcapítulos. Inicialmente se argumenta la importancia que tiene ese pilar en cuestión en el desarrollo integral de los niños y las niñas de 3-6 años. Seguidamente, se plantea qué aportan las Ciencias Sociales (Historia, Geografía, Filosofía y Arte) al desarrollo de estos aprendizajes en la etapa de Educación Infantil y finalmente, se ofrecen propuestas didácticas que parten de metodologías socioconstructivistas, como son los centros de interés, el método de investigación del medio y los proyectos de trabajo global.
El ser pequeño que rompe el caparazón: aprender a ser hace referencia a la importancia de educar a las personas para que puedan habitar el mundo y contribuir a su desarrollo. Este capítulo está impregnado de reflexión hacia lo que significa ser un buen ciudadano para acabar concluyendo que frente a la diversidad de respuestas que puede albergar la pregunta, y explicitando que la educación está politizada por las distintas ideologías, para ayudar a los niños y a las niñas a convertirse en buenos ciudadanos debemos darles herramientas para su desarrollo personal y ser autónomos y seguros de sí mismos. Así mismo, también se hace hincapié en la importancia de contribuir en la descentración de los niños y las niñas de educación infantil ya que se encuentran en una etapa de egocentrismo (p. 20). La Filosofía ayuda a pensar cómo somos, la Geografía nos ayuda a ver que somos como somos influidos por el entorno, la Historia nos muestra que hay infinitas historias, no solo una, y el Arte nos habla de diversidad. Las propuestas didácticas entorno a aprender a ser nos plantean trabajar la alegría como centro de interés, el por qué lloramos desde un método de investigación del medio y ¿quién somos? a partir de un proyecto de trabajo global. Estas propuestas, además de trabajar la construcción de la identidad individual de los niños y las niñas, promueven la interacción con los demás para el desarrollo social de cada uno y cada una de ellos.
Cuando el pequeño ser ya ha roto el caparazón, mira el mundo sorprendido: aprender a conocer. En este capítulo se reflexiona sobre la importancia de observar y reivindica la escuela como el espacio cultural de la experiencia humana (p. 35). Los autores señalan también la importancia de aprovechar la curiosidad de los niños y las niñas para poder dar respuestas a todas las dudas que se les plantean sobre su entorno y no perder nunca la satisfacción de aprender. Desde la perspectiva de aprender a conocer el mundo, el Arte nos ofrece visiones poliédricas del mundo; la Historia nos acompaña a preguntarle al pasado para entender el presente y proyectar el futuro; la Filosofía nos propone persensar: percibir, sentir y pensar para conocer; y la Geografía asimila los conceptos curiosidad y conocimiento, como disociables en las realidades sociales que nos envuelven. Las propuestas didácticas que se dibujan en este capítulo nos conducen a la recreación de la prehistoria como centro de interés, el paisaje y los sentidos como método de investigación del medio, y descubrir qué esconde el vacío como proyecto de trabajo global a partir de la obra escultórica de Henry Moore. Conocer el entorno de manera global ayuda a desarrollar una actitud respetuosa y potencia un pensamiento crítico y un compromiso desde una relación afectiva con el medio (p. 47).
La curiosidad lo mueve a andar con seguridad: aprender a hacer nos habla de la importancia de desarrollar habilidades que permitan a los niños y las niñas a vivir, comprender y encarar los cambios y las transformaciones a las que estamos expuestos. Desde una visión sociocultural y constructivista, los autores hacen hincapié en la idea de que los individuos se desarrollan a medida que aprenden y aprenden a medida que se desarrollan para argumentar una educación basada en la acción, entendiendo que la aplicación del conocimiento es la consolidación del aprendizaje y el desarrollo (p. 52). Desde la Historia se puede vivenciar el pasado, y al hacerlo se pueden desarrollar habilidades temporales y creativas (p.53); la Geografía nos ofrece la visión de la participación social activa intrínseca en la conceptualización de pensar geográficamente; desde el Arte se nos invita a ir más allá de los murales, ofreciendo una multiplicidad de opciones plásticas e interpretativas innovadoras y completas, y la Filosofía nos lleva a hacer hipótesis con un planteamiento tan complejo como sencillo: dar respuesta a la cuestión ¿Qué pasaría sí…? Las propuestas didácticas que plantean los autores desde la idea de aprender a desarrollar habilidades son muy variadas: podemos construir un castillo desde la metodología de los centros de interés, excavar el pasado a partir del método de investigación del medio o entender por qué los alimentos se estropean y cómo podemos evitarlo a partir de un proyecto de trabajo global titulado ¡Que no se nos estropee la comida! Mediante la resolución de problemas, los niños y las niñas van desarrollando habilidades que les acompañarán al largo de la vida sin perder la ilusión por aprender.
Llega un momento, en la historia que narra el índice, que el ser se da cuenta de que él no es el único, y es que las Ciencias Sociales no podrían existir sin la consciencia de que los humanos somos animales sociales que vivimos en comunidad a partir de un sistema de leyes y valores. Y de repente… ¡No está solo!: Aprender a vivir juntos reflexiona sobre la importancia de comprender la complejidad de la interdependencia del mundo que nos rodea. Desde una propuesta que contempla la otredad y la alteridad, se plantean temas relevantes como la resolución asertiva de los conflictos, la importancia de comprender al otro en toda su dignidad y los retos de la escuela y la sociedad del siglo XXI en este aspecto. La Geografía nos aporta la necesidad de analizar el espacio y construirlo para que sea un espacio compartido, que fomente la participación ciudadana y que sea sostenible, respetando el medio en el que vivimos; el Arte plantea que el mundo se mira al espejo, porque el arte, según los autores, es un espejo del mundo (p. 70) que permite comprender la complejidad interpretativa de los otros; la Filosofía, en este aspecto, apuesta por la construcción de valores a partir del diálogo, pues en una sociedad conflictiva, el diálogo es la única manera de garantizar la convivencia; finalmente, la Historia plantea que la suma de nuestros “yo” se convierte en “nosotros” argumentando que para vivir juntos, debemos conocer cómo vivían nuestros padres, abuelos, etc. porque conociendo las historias personales de cada uno, podemos conocer las historias colectivas y comprender el presente. Un viaje a la Antártida es el centro de interés que los autores proponen para trabajar el pilar de aprender a vivir juntos; desde la metodología de los proyectos de trabajo global, se plantea una experiencia didáctica que hace referencia a la comunicación sin palabras, en este caso, a partir de la música de Pau Casals; y finalmente, el método de investigación del medio que se sugiere es vivimos en lugares diferentes a partir de la representación de los espacios físicos mediante maquetas y juguetes. Estas actividades promueven la reflexión de las realidades sociales para la construcción de valores a partir del diálogo y la incorporación de la mirada del otro.
Se trata de un libro con una fuerte base teórica y con referentes muy diversos, no obstante, los autores han sabido tratar la información para hacerla comprensiva y ligera. Podríamos decir que el libro se enmarca en un paradigma principalmente postmoderno como muestran citas y alusiones a M. Foucault o S. Zizek. Por lo que refiere a las teorías de aprendizaje en las que se basa, vemos una mezcla ricamente ecléctica, teniendo en cuenta algunos aspectos de la Teoría Clásica de J. Piaget y las teorías de K. Egan, la usan como trampolín para ir más allá e incluir nuevas contribuciones didácticas como las de H. Copper, o las aportaciones en el campo de la psicología del aprendizaje de H. Gardner con las inteligencias múltiples y K. Robinson por lo que concierne a la creatividad y el pensamiento divergente. Además, podemos ver la gran influencia de M. Lipman en el por qué y para qué de la educación que defienden los autores. Al final, las Ciencias Sociales deben contribuir a garantizar las habilidades y libertad de pensamiento de los alumnos y las alumnas que, expresadas mediante el diálogo, sean el motor del cambio social. Por lo que concierne a las metodologías, autores como Déclory, Kilpatrick o Freinet son la base para crear propuestas didácticas innovadoras, realistas, activas, participativas e inclusivas. Así mismo, podemos encontrar citas de currículos de otros países, como por ejemplo de Australia, del cual se incorporan conceptos y contenidos educativos inexistentes aquí, como el sense of wonder, que hace referencia a la capacidad de maravillarse.
Abordar este libro ayuda a tomar conciencia de la importancia de unas Ciencias Sociales para la educación infantil, ya que pueden aportar mucho al desarrollo personal y social de los alumnos y alumnas del siglo XXI. El potencial didáctico recae principalmente en el hecho de potenciar la investigación y la resolución de problemas, de dilemas éticos y morales, el desarrollo de opiniones, la construcción de historias, el uso responsable de las tecnologías y reflexiones sobre la propia identidad. Se trata de una obra muy asentada a su momento y atiende al compromiso de dar respuesta a los cambios sociales que ha representado la sociedad de la información y la comunicación. Las propuestas que se plantean siguen esta línea, ya que son innovadoras por lo que concierne a la forma y al fondo. Así mismo, estas consideraciones se abordan de manera global en toda su dimensión y significación. Al final, los niños y las niñas van construyendo sus primeras identidades a partir del abanico de posibilidades que el mundo les ofrece para establecer su papel más definitivo.
El las conclusiones, los autores comentan que ya nada volverá a ser lo mismo porque cuando te adentras en la aventura del aprendizaje todo cambia. Con mucho entusiasmo hablan del propio aprendizaje que han experimentado escribiendo el libro e insisten en la importancia de vivir las cosas para poderlas contar, la experiencia como anclaje para poder reflexionar sobre la enseñanza de las Ciencias Sociales en la Educación Infantil y, sobretodo, el ejemplo y la coherencia entre los argumentos teóricos y la práctica docente.
Como argumenta la obra, desde esta perspectiva se puede trabajar de manera integral con los niños y las niñas, potenciando una educación intelectual, emocional y social que contribuye al desarrollo de capacidades fundamentales para ayudarlos a desarrollarse y que sean personas activas, imaginativas, competentes y felices. Y en estas páginas, se pueden encontrar algunas claves para ello.