Fichas didácticas |
Pablo Romero Gabella.
“Los espíritus están agitados. Pero una Asamblea de representantes de la nación ¿no escuchará, sin duda, tan sólo los consejos de la sabiduría y la prudencia? Vosotros mismos habréis juzgado, Señores, que nos hemos apartado de ellas en varias ocasiones recientes; pero el espíritu dominante de vuestras deliberaciones responderá a los sentimientos de una nación generosa y cuyo carácter distintivo ha sido siempre el amor por sus reyes”.
Luis XVI a los Estado Generales, 5 de mayo de 1789
Los cahiers de doléances son unos documentos fundamentales para conocer el estado Francia a comienzos de la Revolución de 1789, y por tanto los comienzos del mundo contemporáneo. Como ejemplo de la huella dejada en la historia por los cahiers, en la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo del año 2000 se aludió a estos documentos como ejemplos para el futuro de crítica razonada a situaciones injustas.[1]
En este artículo ofrecemos una introducción sobre qué fueron, quiénes los escribieron y qué supusieron dentro del proceso trascendental revolucionario francés. Además transcribimos como anexo documental y como material de trabajo tanto para profesores como alumnos de Secundaria y Bachillerato un selección de varios “cuadernos de quejas” representativos de cada estamento social.
La convocatoria de los Estados Generales y la redacción de los cahiers de doléance son la culminación de la llamada "prerrevolución" y el comienzo de lo que propiamente llamamos "Revolución francesa".
El clima de los años 1787-1789 era de una extrema tensión. En primer lugar existía una coyuntura económica negativa que sumergía a las clases urbanas populares y a los campesinos en la carestía y la miseria. En segundo lugar la llamada "revuelta de los privilegiados" liderada principalmente por la nobleza de toga de los Parlamentos (tribunales de justicia) que se oponían a las reformas fiscales de los sucesivos ministros de Hacienda de Luis XVI, impelidos por la necesidad de acabar el caos del fisco estatal. Y a esto habría que añadir la expansión cada vez más estruendosa de las ideas filosóficas de la llamada " filosofía moderna" de la Ilustración.
Estos factores de crisis del Estado representaban un desafío desde todos los sectores sociales contra el actual estado de la monarquía absoluta francesa. Los parlamentarios ( los "oligarcas judiciales" según Rudé) apelaban demagógicamente al pueblo llamando a defender las "libertades" usurpadas por la tiranía de los ministros. Sin saberlo arrastraban las ansias de reforma de la burguesía, que aspiraba a acceder a los cargos públicos cada vez más copados por los privilegiados, y de las clases populares.
En las ciudades estallaban motines populares en contra de una carestía cada vez más cotidiana y en los campos los campesinos comenzaban una ola de levantamientos, que recordaban a las “jacqueries” medievales, exigiendo la rebaja de los derechos señoriales y la petición de que se atendiese a su general miseria. Mientras, los innumerables panfletos y libelos impresos que pedían reformas políticas cada vez contaban con más eco dentro de la sociedad. Así, en agosto de 1788 el rey no tuvo más remedio que ceder a las presiones y convocar los Estados Generales que eran deseados por todos, y que no se celebraban desde principios del siglo XVII
Los franceses esperaban una nueva época con una mezcla de optimismo e inquietud. Estos sentimientos serían la antesala de los dos vectores emocionales dominantes durante la Revolución: el miedo y la esperanza, como ya señalaran importantes historiadores de la Revolución como Lefebvre y Soboul. Michelle Vovelle, más recientemente, ha apuntado un cambio trascendental y "prerrevolucionario" en la sensibilidad colectiva entre 1760 y 1780 cuando se difundieron desde las élites los nuevos valores burgueses e ilustrados. Pero en toda Francia eran comunes dos puntos de vista:
El moderantismo. No se pretendía acabar con la monarquía, sino reformarla.
No se creía posible aplicar principios igualitarios que permitieran la entrada de las masas populares en la vida política.
El 24 de Enero de 1789 se publicaba el reglamento para llevar a cabo la elección de los 1.200 diputados para los Estados Generales (600 diputados por el Tercer Estado, y 300 por la nobleza y el clero respectivamente), órgano consultivo del rey similar a las Cortes estamentales en la España del Antiguo Régimen. Dicho reglamento fue obra de Necker, Revisor General de Finanzas del rey a pesar de la oposición del Ministro de Justicia Barentin en el seno del Consejo de Estado (órgano que puede compararse con el actual Consejo de ministros).
Dicho reglamento establecía la elección de diputados por sufragio directo para los estamentos privilegiados y por un complicado sistema de sufragio indirecto para el tercer estado. Sin embargo, no se ha puesto la atención en lo avanzado de este reglamento[2], cuya aplicación suponía que más de cinco millones de franceses fueron llamados a votar. Si comparamos esta cifra con los 4,3 millones de “ciudadanos activos” (61,5% de los hombres adultos) que la Constitución de 1791 establecía como electores o el millón de votantes del Directorio (1795-1799)[3] podemos decir que la consulta a lo franceses se pareció bastante a una consulta general.
Entre el clero y la nobleza se produjeron divisiones entre una minoría favorable a las reformas y una minoría reacia a ellas. Sin embargo el tercer Estado presentó una cierta homogeneidad definida por una mayoría de burgueses, sobre todo hombres de leyes, conocedores de los recursos administrativos y aplicados en el arte oratorio. Como señalaba Mathiez "son los amos los que tienen la pluma entre sus dedos”[4] De entre ellos ya comenzaron a despuntar las futuras figuras revolucionarias como Barnave, Robespierre, Mirabeau o Siéyes.
Estos diputados portaban consigo 60.000 "cuadernos de agravios" o “cahiers de doleances” que fueron redactados para apoyar las discusiones sobre los problemas que acuciaban a la nación. Estos documentos podían comprender 80 páginas o una sola. Se escribían por parroquias, baílias, senescalados ( distritos judiciales), corporaciones, provincias, o estamentos. Se redactaron en un clima de gran libertad que hoy nos parecería inusual para aquellos tiempos, ya que no contaban con un cuestionario previo o reglamentación alguna.
Lo primero que se transluce de ellos era la gran variedad regional de Francia. De norte a sur y de este a oeste se desarrollaban costumbres y tradiciones distintas, pesos y medias, leyes, sistemas de propiedad e incluso lenguas[5]. Los que les unía era el Estado y su cúspide era el rey. Era por tanto necesario centrar en las reformas de los males del país en los que todos conocían: la monarquía.
Los "cahiers" compredían dos tipos: a) Los redactados en primera instancia en parroquias y gremios y b) los redactados en las baílias que ya pasaban directamente a los Estados Generales ( y de los cuales han quedado abundantes ejemplos y que fueron editados a principios del siglo XX).
En los “cahiers” de la nobleza se desprendía un apego a los privilegios sociales y políticos, dando ciertas concesiones hacia determinadas reformas fiscales. En lo político defendían un recorte de las prerrogativas de la monarquía absoluta y de los ministros. Apelaban a un legislativo que recortara los poderes de éstos y donde ellos tuvieran un papel principal. En algunos ejemplos recuerdan al modelo bicameral inglés. En esto último coincidirían con los redactados por el Tercer Estado.
En los del clero se manifiesta una retórica abiertamente reaccionaria en contra de los cambios en las mentalidades introducidas por las ideas ilustradas y por la tolerancia cada vez mayor hacia los protestantes. Pedían la protección del Rey para mantener junto a él, el tradicional orden que se creía el único y justo. Se sentían amenazados ( sobre todo en las poblaciones rurales que veían como eran “invadidas” por las ideas llegadas en panfletos de la ciudad) ante unos nuevos e inciertos tiempos y por esto mismo declaraban la necesidad de reformas administrativas y judiciales de igual signo que las propugnadas por los nobles.
En los "cahiers" del Tercer Estado se observa una diferenciación según las zonas. En las rurales el problema constitucional pasas casi inadvertido y se centran sobre todo en la denuncia de los abusos de los derechos feudales, de los abusos de los recaudadores de impuestos, del diezmo y de las quintas de soldados para el ejército real. Los redactados en las ciudades expresaban más a las claras el pensamiento de una burguesía inquieta, donde se manifestaba con claridad un deseo de reformas estructurales en el aparato estatal. Se exigía la libertad de palabra, reunión y comercio, y la igualdad civil entre los tres estados... En cuanto a la forma que debían tomar los Estados Generales pedían una sola asamblea donde se votase por cabeza y no por estamento. Más que clérigos y nobles se sentían los representantes de la nación y por ello defendían la necesidad de una nueva Constitución política para Francia. En conclusión todas aquellas ideas que magistralmente resumiría el diputado Sièyes en su famosísimo panfleto ¿Qué es el Tercer Estado?.
Autores como Soboul o Rudé de matriz ideológica materialista han basado sus trabajos en su interpretación central de la Revolución Francesa: el tránsito del feudalismo al capitalismo. Y por ello todo proceso evolutivo lo han caracterizado como un avance de las formas de producción capitalistas y de la ideología del liberalismo económico. En los "cahiers" no lo observamos con tanta claridad. La ambigüedad en lo económico tiene mucho que ver con los localismos. Cada región proponía medidas liberalizadoras para el comercio de sus productos y manufacturas pero también sostenían la defensa de sus antiguas tradiciones que iban sumadas a la petición de un proteccionismo por parte del Estado de sus manufacturas y productos frente a la competencia de otros mercados.
Pero en términos generales podemos concluir que casi unánimemente se pedía una reforma política de la nación ( ya sea de tendencias reaccionarias como innovadoras) y de un rechazo de las cargas feudales por parte de las clases populares. Este "cuarto estado", como lo han llamado Rudé y Soboul, impedirá un futuro entendimiento entre nobleza y burguesía, y sería lo que haría dinamizar el proceso revolucionario posterior hacia una fase más radical de la que se aventuraban en los “cahiers” de la primavera de 1789.
Sobre los “cahiers doleánces”:
A pesar de la importancia de los cahiers como documentos históricos la red de redes no nos ofrece una gran variedad de estos textos.
En castellano podemos encontrar algunos ejemplos (que actualmente no se pueden consultar) en la interesante página de DERECONS (Red Académica de Derecho Constitucional) que contiene transcritas las principales constituciones históricas: http://constitucion.rediris.es.
En su lengua original francesa encontramos 12 cahiers de dolénces de los tres estados en la excelente página Gallica, biblioteca virtual de la Biblioteca Nacional Francesa: http://gallica.bnf.fr.
En inglés tenemos la página del Proyecto de Textos Históricos del Departamento de Historia del Hanover College (EEUU). Los cahiers pertenecen a una selección de la obra de Merrick Whitcombe y son: Cahiers del clero de Blois y Romorantin; Cahiers de la nobleza de Blois y Cahiers del tercer estado de Versalles y Carcassonne. Se puede consultar en:
http://history.hanover.edu/modern/cahiertc.htm.
Por último destacar en el apartado de REVISTAS ELECTRÓNICAS, el artículo de Roberto Martucci: “La Constitución inencontrable, conflicto constitucional en Francia durante la transición de la Monarquía a la República (1789-1799)”, Fundamentos. Cuadernos monográficos de teoría del Estado, derecho político e historia constitucional, nº 2. Revista electrónica, www.constitucion.rediris/fundamento/segundo.
CAHIER DE DOLÉANCES DE LA PARROQUIA DE PEUMERIT (BRETAÑA).
Los miembros de la parroquia de Peumerit... informados de los buenos deseos de S.M. que quiere mostrarse ante sus súbditos como un verdadero padre del pueblo, invitándoles a todos, sin distinción, a presentar a los pies de su trono sus peticiones, problemas y quejas con el fin de conocer las necesidades de todos y de cada uno en particular:
Informados de la voluntad de S.M, de poner pronto y provechoso remedio a los males del Estado y de asegurar a su pueblo la felicidad, han decidido unánimemente solicitar a S.M. con confianza lo que sigue:
Que S.M. sea el protector, el sostén y el apoyo de la religión católica, apostólica y romana, sobre todo en este siglo desgraciado, donde las costumbres son menos puras que nunca. Por ello le suplican que no permita la práctica de ninguna religión extranjera ni en el Estado ni el ducado de Bretaña.
Pedimos insistentemente que Luis XVI, nuestro buen Rey, y sus sucesores en línea directa reinen como verdaderos monarcas, de acuerdo con las leyes fundamentales de la monarquía y que no se impongan otras trabas a su autoridad que aquellas que puedan impedirles hacer reflejar sobre su pueblo las dulces influencias de su bondad.
Que el Tercer Estado en la provincia de Bretaña sea representado, tanto en los Estados generales como en los Estados provinciales por un número de diputados que iguale el número de los dos primeros órdenes reunidos, los cuales diputados no podrán ser nobles, ni procuradores fiscales ni eclesiásticos; y que en ambos estados se vote por cabeza.
Que el clero y la nobleza contribuyan con el Tercer estado en la construcción y en la conservación de los caminos mediante el pago de la corvee real.
Que se suprima el sorteo de quintas, que los milicianos, guardacostas y marineros lo sean en los sucesivo por contrato libre y pagados en dinero. Este es el único medio de conservar las familias, que son lo más preciado y lo más necesario de la nación.
Que la capitulación y las demás cargas pecuniarias sean todas ellas comprendidas en un solo registro, en el cual estén incluidos también los eclesiásticos y los nobles, y que cada contribuyente, a partir de ahora, pague de acuerdo con su opulencia. De esta forma disminuirán las cargas que agobian al pueblo.
Que las pensiones y otras gracias que disfruta la nobleza no sean en adelante una carga para el Tercer Estado, sino que los fondos destinados a esos fines sean recaudados entre la nobleza.
Que las prestaciones personales señoriales y otros derechos se paguen en metálico y que se reconozca el derecho a librar los dominios redimibles en dinero y no en prestaciones personales.
Que los derechos feudales sean absolutamente abolidos como derechos odiosos y vejatorios.
Nuestros campos están casi desnudos, los bosques han disminuido los señores y los hacendados abandonan totalmente las plantaciones. El medio más eficaz para hacer revivir el campo está en permitir a todos los campesinos, labrar, plantar árboles o sembrar a su voluntad las tierras vacías, recogiendo el fruto de lo que hayan trabajado.
Que los plebeyos puedan ser admitidos a ocupar cualquier civil o militar, teniendo en cuenta el mérito antes que el nacimiento.
Estas son las quejas que los habitantes de esta parroquia desean elevar al monarca.
Estos son los deseos que ellos se atreven a presentar para la conservación, el honor y la fidelidad del pueblo francés.
Hecho en la sacristía de la iglesia parroquial de Peumerit y firmado por.....
CAHIERS DE DOLÉANCES DE LA COMUNIDAD DE UCHAU (SENESCALÍA DE NIMES, LANGUEDOC).
1. Suplicamos humildemente a S.M. que ordene la supresión de todos los privilegios atribuidos a todas las tierras consideradas como nobles, cualquiera que sea la calidad de su poseedores; y que los impuestos de cualquier naturaleza, reales, provinciales y municipales sean repartidos entre todas las tierras, ya sean nobles o plebeyas, en función de su valor en el catastro.
2. Atendiendo a que este tipo de impuesto no grava más que a los bienes inmuebles y que es justo que los capitalistas[6] concurran también a las necesidades del Estado en proporción a sus fortunas, suplicamos a S.M. se digne aprobar las medidas que considere necesarias para que las municipalidades de su Reino queden autorizadas a incluir en las listas de impositores, con contribuciones similares a las fijadas para los bienes inmuebles, a todos aquellos súbditos del Reino poseedores de fortunas en metálico.
3. Suplicamos a S.M. tenga a bien conceder a la provincia del Languedoc una nueva constitución y una nueva administración, compuesta por diputados de los tres órdenes libremente elegidos, a fin de que dicha administración sea realmente representativa de la provincia y que el Tercer Estado tenga el mismo número de representantes que los otros dos órdenes, el del clero y el de la nobleza juntos, y que las deliberaciones se realicen no por orden sino por cabeza.
4. Suplicamos a S.M. tenga a bien ordenar que, conforme a las antiguas leyes de la Iglesia, y a la administración primitiva de las rentas pertenecientes a los eclesiásticos, estos, como beneficiarios de los diezmos, sean obligados a ceder anualmente al municipio un porcentaje de lo recaudado por este concepto para que se aplicado a la subsistencia de los pobres.
5. Suplicamos... ordenar la supresión de todos los derechos de salida impuestos sobre los vinos del bajo Languedoc, atendiendo a que este artículo es la principal fuente de ingresos de esta parte de la provincia y que los genoveses y otros extranjeros que adquieren el vino se aprovechan de esta circunstancia para comprarlo a un precio mucho más bajo.
6. Suplicamos...prohibir la salida de mulos y caballos del reino, pues ello produce una carestía tal que perjudica considerablemente a los habitantes de las provincias meridionales.
7. Exponemos que esta provincia, habiendo tenido que soportar una emigración de súbditos no católicos de S.M. por efecto de la revocación del Edicto de Nantes en 1685, alberga aun a un gran número de súbditos no católicos lo cuales, a pesar del edicto de noviembre de 1787, mediante el cual, S.M. se dignó reconocerles una parte de los derechos civiles perdidos, no disfrutan de todos sus derechos. Suplicamos a S.M. tenga a bien suprimir las medidas aun vigentes que restringen los derechos de estos súbditos, medidas que son contrarias a la justicia y al derecho natural, lo cual resultaría de gran utilidad y beneficio para todo el reino.
8. Suplicamos...aproximar la justicia a los justiciables y restablecer en esta comunidad la situación en que se encontraba cuando fue separada de la bailía y del marquesado de Calvisson, para que la justicia sea administrada en la propia localidad de Uchau como se administraba antes de su incorporación a la bailía y veguería de Marsillargues.
9. Finalmente suplicamos...la supresión de la milicia en tiempos de paz y que, si en tiempos de guerra tiene S.M. necesidad de hombres, le sea permitido a cada comunidad designarlos...
CAHIERS DE DOLÉANCES DE LA NOBLEZA DE LA BAILÍA DE AMONT (FRANCO CONDADO).
Antes de tomar parte en cualquier tipo de deliberación, los diputados de la nobleza exigen la seguridad de sus personas y la declaración de que no podrán ser perseguidos por ningún tribunal en materia civil mientras que dure su misión.
Para conseguir dar a los Estados generales, tanto para esta primera asamblea como para las sucesivas, una forma legítima constitucional, según prescribe la equidad natural, a fin de que ningún orden de ciudadanos pueda ser oprimido por otro, a fin de que puedan conservar entre ellos un equilibrio perfecto de influencia y de poder, está expresamente ordenado a los diputados de la Nobleza el insistir para obtener la reducción de los tres órdenes a dos.
El primero estaría compuesto por el Clero noble y por la Nobleza laica, el segundo orden estará compuesto por el Clero no noble y por el Tercer Estado de las ciudades y de los campos.
Si cada orden está compuesto por un número igual de representantes, la deliberación por cabeza podrá tener lugar, pero si la igualdad numérica no existe entre el primer y el segundo orden, entonces se votará separadamente por orden.
Pero, en todo caso, la composición del primer orden será tal que los representantes de la nobleza serán, al menos, el doble que los del clero.
Se atribuirá a los Estados generales la fijación de los límites de la influencia del Rey en las deliberaciones, tanto si los dos órdenes opinan por cabeza como si lo hacen separadamente; esta influencia debe ser tal que, manteniendo toda la dignidad de la majestad real, la asamblea de la nación quede investida de todo el poder que le corresponde.
La conservación de los privilegios personales y de las distinciones que la nobleza ha tenido en todos los tiempos son atribuidos que la distinguen esencialmente de los demás y que no podrán ser atacados ni destruidos. El abuso que resultaría de tales cambios es demasiado evidente y, por lo tanto, no es necesaria su discusión. La Nobleza de la bailía de Amont, pide, pues que el orden al que pertenece conserve todas sus prerrogativas personales, consintiendo, no obstante, por amor a la justicia y con la intención de aumentar el horror por los grandes crímenes, que en los casos de delitos contra el orden público y contra las leyes de la Nación, se supriman las distinciones en los castigos a los culpables.
Todos los órdenes están unánimemente convencidos del respeto debido a la propiedad. La Nobleza no tiene la intención, de ninguna manera, de despojarse de sus derechos señoriales, honoríficos o útiles, tales como la alta, media y baja justicia, derechos de caza, pesca, manos muertas, talla, corveés, laudemio, censos, diezmos, comisos, embargos de bienes, derecho de retracto, consentimiento y otros que puedan existir, consintiendo la Nobleza, no obstante, por el honor del nombre francés, al abandono de la mano muerta personal; igualmente aquellos derechos antedichos que la sabiduría y prudencia de los Estados generales estimen demasiado onerosos en su forma actual podrían ser redimidos por quienes lo soportan, mediante una indemnización convenida de buen grado entre ambas partes, entendiendo la Nobleza que el rescate de dichos derechos no podrá realizarse parcialmente en un mismo feudo sin el consentimiento del señor.
Si la amovilidad de los jueces de las justicias señoriales no es reconocida por el Tercer Estado, los diputados la mantendrán en todo su poder de acuerdo con el estado actual, y esto por interés mismo de las comunidades.
Los Estados Generales deberán asumir la voluntad de derogar las leyes que impiden el desarrollo de manufacturas en el Franco Condado.
La posibilidad de volver a hacer navegable el Saona presenta más provecho que costes. Los Estados Generales tomarán en consideración el perfeccionamiento de la navegación en el Saona y el proyecto de su comunicación con el Meuse
Los diputados del orden de la Nobleza pedirán la ejecución en el Franco Condado de un edicto a favor de los no católicos para que los oficiales franceses no católicos puedan ser revestidos de la Orden del mérito militar.
Los Estados generales deberán examinar si es de utilidad la conservación o la modificación de los Registros de Hipotecas.
Los diputados solicitarán, en función del derecho político del Estado, la abolición de anatas y prohibirán a todos los habitantes del reino dirigirse directamente a la Corte de Roma para solicitar las dispensas.
Habiendo solicitado los tres órdenes mediante un artículo común de sus quejas que los Estados generales aconsejen sobre la mejor forma que deben insistirán para que, en la organización de dichos Estados provinciales futuros, la comisión general no tenga más de doce miembros...y que sean establecidas en cada una de las comunidades de la provincia una delegación, presidida por el Señor o por su delegado, encargada de administrar los asuntos de la comunidad y de repartir los impuestos.
En el caso de que los Estados generales, de acuerdo con el Rey, no decidieran el establecimiento del libre comercio en todo el reino, los diputados solicitarán que el peaje establecido sobre el Saona, que se paga a Chalon en detrimento del Franco Condado, sea suprimido.
Los diputados solicitarán el reconocimiento de los derechos y privilegios de la provincia, tales como fueron establecidos por Luis XIV en el momento de su conquista, estando autorizados los dichos diputados a sacrificar aquellos privilegios que parezcan irreconciliables con el bien general del Estado, pero con las indemnizaciones pertinentes.
Otras posibles peticiones, reclamaciones y amonestaciones que pudiera hacer l,a nobleza de la bailía de Amont, quedarán encomendadas a la rectitud, al celo y a la prudencia de sus candidatos...
CAHIERS DE DOLÉANCES DEL CLERO DE LA BAILIA DE ORLEÁNS (ORLEANESADO).
Religión.
Que S.M., a ejemplo de su predecesores, acuerde toda protección y favor a la religión, que es el más firme apoyo de su trono, la base más sólida de la fidelidad de sus súbditos, y la salvaguarda más segura de la estabilidad de los imperios; que emplee todo su celo para hacerla florecer en sus Estados y toda su autoridad para la defensa de los ataques múltiples de la impiedad y de la filosofía moderna; que reprima con leyes severas la licencia desenfrenada de la prensa que inunda la capital y las provincias de escritos escandalosos de todas clases; que los autores que las escriben, los impresores que los publican, los libreros que los venden y quienes propagan su contenido sean perseguidos con el rigor de las ordenanzas.
Unidad de fe y culto.
Que la fe católica, apostólica y romana, que desde Clodoveo ha sido siempre la fe del reino cristiano, sea la única permitida y autorizada sin el permiso para ningún otro culto público; que sean tomadas las precauciones contra los abusos que los protestantes comienzan a hacer del edicto que les devuelve su derechos civiles: que sea ordenado a los magistrados vigilar a aquellos que, sin tener en cuenta las ordenanzas, se reúnan en asambleas ilícitas y perturben el servicio divino mediante tumultuosas reuniones: que, de acuerdo con las prácticas anteriores a la revocación del Edicto de Nantes, sean obligados a llevar a sus niños a la iglesia para ser bautizados; en fin, que de acuerdo con el deseo del clero francés, consignado en sus amonestaciones relativas al edicto de 1787, se conforme una declaración interpretativa de este edicto.
Santificación de los domingos y festivos.
Que las leyes sobre la santificación de los domingos y festivos sean renovadas y observadas exactamente.
Restablecimiento de las buenas costumbres.
Que en los planes que serán formados para devolver al reino su esplendor y su lustre, se tenga en cuenta, ante todo, la regeneración de la moral pública, pues su mantenimiento o su decadencia han tenido una influencia muy marcada sobre la suerte de los imperios. Que la licencia con la cual se vende y se expone públicamente a todas las miradas los cuadros y los grabados más indecentes sean reprimida y castigada; que se prohíban, como fuentes infectadas de corrupción, los espectáculos de todo género que, estrenados en la capital, donde se reproducen cada día, se presentan luego en las provincias; que cualquier espectáculo sea especialmente prohibido durante la quincena de Pascua y en las fiestas principales del año durante las cuales, bajo ningún pretexto serán toleradas; que se tomen las medidas contra los actores que, en los tiempos en que los espectáculos son cerrados en la capital, se trasladan a las ciudades de provincias o incluso a los pueblos donde, por asistir a unas representaciones profanas, los fieles de la Iglesia se apartan de los actos de religión que deberían practicar.
Disciplina eclesiástica.
Que se ponga un especial cuidado en restablecer la disciplina eclesiástica; en consecuencia que, conforme a la ordenanza de Orleáns y al artículo 14 de la de Blois, “los arzobispos y obispos residan en su diócesis y no puedan ausentarse de ellas sin causas justas y legítimas, aprobadas por derecho y certificadas por el metropolitano y por el obispo más anciano de la provincia; que estas normas se tengan especialmente en cuenta en Adviento, Cuaresma y en las principales fiestas del año, durante las cuales deberán permanecer en sus iglesias.
Colegios.
Que se delibere con detenimiento sobre los medios que se utilicen para designar, en todos los colegios, maestros instruidos y religiosos, capaces de formar a sus alumnos en la piedad, en las buenas costumbres y en las ciencias profanas.
Dotación de los curas y vicarios.
Que se tome en especial consideración la mejora de la suerte de los curas y de los vicarios, tanto de las ciudades como de los campos. Que sean pronta y eficazmente dotados mediante el aumento de la porción de la congrua que les corresponde que, aunque asciende a 700 libras , es todavía insuficiente para la honesta subsistencia de un cura, si consideramos que está cargado con sus propias necesidades y con la de sus pobres. Se pedirá que la fijación de sus rentas, dejada a la libre determinación del Rey, sea hecha, no en metálico, sino en grano como en el pasado.
Jubilación de curas y vicarios.
Que se busquen los medios para permitir el retiro a los curas y vicarios cuando su edad o sus enfermedades le impidan continuar las funciones de su ministerio, sea mediante pensiones asignadas sobre un fondo destinado únicamente a este objeto, sea mediante canonjías especialmente fundadas para este menester en las diversas capitales de las diócesis.
Diezmos y posesiones.
Que los eclesiásticos sean mantenidos en el disfrute de todos los diezmos de cualquier naturaleza que posean sin que nadie pueda, por ningún motivo, pronunciarsec contra estas posesiones.
Registros de bautismos, matrimonios y sepulturas.
Que se ordene a los curas y a los vicarios y a todos aquellos que tienen los registros de bautismos, matrimonios y sepulturas, redactar sus actas de una forma menos abreviada mencionando el nombre, la parroquia y la diócesis de los padres y madres de quienes son objeto directo del acta. Debido a la omisión de esos enunciados se pierde a menudo la pista de loas ascendientes o descendientes y muchas herencias quedan vacantes o son usurpadas por parientes menos próximos por la imposibilidad de encontrar al legítimo heredero mediante las actas anteriores y establecer el orden de generaciones que contempla el derecho.
Administración.
Que en las asambleas municipales los curas tengan siempre el primer lugar después del señor y que no sean nunca precedidos por los síndicos de las parroquias.
Que se dote a la nación de un nuevo código civil y criminal: que los procedimientos sean simplificados y los trámites disminuidos.
Que los campos sean provistos, por cada partido judicial, de cirujanos y parteras, obligados a dar a los pobres asistencia gratuita si presentan un certificado de pobreza librado por el cura; pero que nadie pueda ser admitido a ejercer estas profesiones sin exámenes rigurosos que avalen su capacidad.,
Que se hagan cumplir con rigor las leyes que regulan el derecho a la caza; pero que se eviten los frecuentes abusos de los señores facilitando a los habitantes de los campos medios libres y seguros para evitar los daños que se producen en sus cultivos como consecuencia de la excesiva multiplicación de la caza sobre las tierras del señor.
Que la libertad personal de los ciudadanos sea defendida de los atentados a los que se encuentra expuesta por el uso arbitrario de las lettres de cachet.
Que todas las adunas establecidas en el interior del reino sean abolidas y trasladadas a las fronteras exteriores.
Que la convocatoria de los Estados Generales se realice periódicamente, fijándose los intervalos entre sus asambleas futuras así como su duración.
Los diputados llevaran a la Asamblea General de los Estados los reugos del Clero de esta bailía:
Para la extinción de la venalidad de los cargos de judicatura cuando el estado de las finanzas reales lo haga posible.
Para la reducción de los diferentes pesos y medidas que existen en el reino a una sola medida y a un solo peso.
Para la inviolabilidad absoluta del sello de las cartas confiadas a la oficina de correos.
Para el alivio de los impuestos.
Podrán los dichos diputados consentir en lo sucesivo que todo impuesto distintivo entre los órdenes sea abolido; que todo subsidio, contribución y cargo público sea igualmente repartido entre las diversas clases de ciudadanos en función de sus propiedades; y que no haya excepciones de privilegios ni pecuniarias en el Estado.
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[1] Se puede consultar en www.unctad-10.org/pdf/ux_tdll363.sp.pdf.
[2] Esto se expone en el interesante artículo de Roberto Martucci en “La Constitución inencontrable, conflicto constitucional en Francia durante la transición de la Monarquía a la República (1789-1799)” en Fundamentos. Cuadernos monográficos de teoría del Estado, derecho político e historia constitucional” nº 2. Revista electrónica, www.constitucion.rediris/fundamento/segundo.
[3] En aquella época, en el régimen parlamentario inglés sólo tenían derecho al voto el 17,2% de los hombres mayores de edad.
[4] MATHIEZ, La Revolución Francesa, vol. I, Ed. Labor, Barcelona, 1935, p. 65.
Los campesinos que eran mayoría sólo tuvieron un representante: Michel Gérard, " acomodado e instruido...habitual de la Sociedad de Agricultura de Rennes", cit. BOIS, La Revolución francesa, Ed. Historia16, Madrid, 1989, p. 37
[5] Esta idea la mantiene Norman Hampson sobre cómo se realizaron las elecciones a diputados para los Estados Generales por toda Francia. De esta manera “En el Delfinado los tres órdenes se reunieron en relativa armonía, en tanto que en Bretaña los órdenes privilegiados boicotearon de pleno las elecciones y se negaron a enviar representantes a los Estados Generales...”,en Historia social de la Revolución francesa, Ed. Alianza, Madrid,1984,pág. 66.
[6] Los que disponen de dinero en metálico..